Cuando una mujer está embarazada, se suele dar por sentado que dejará las bebidas alcohólicas. Pero la aparición de estudios recientes que afirman que una copa no hace daño, así como problemas como el alcoholismo o el no saber que se está embarazada, pueden contribuir a uno de los peores males para los bebés del país: el Síndrome Alcohólico Fetal (SAF).
El 9 de septiembre se celebró el Día Internacional de este mal, que tiene la finalidad de recordar la importancia de abandonar las bebidas alcohólicas por completo durante el embarazo y la lactancia.
Y aunque en México el mal es la primera causa de retraso mental prevenible, de acuerdo a la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic), las campañas de prevención se han obviado.
¿Qué tan malo puede ser beber durante la gestación? Para empezar, incrementa el riesgo de parto prematuro y de aborto espontáneo, y provocar deficiencias motoras y mentales al bebé, así como alteraciones físicas.
Esto debido a que el alcohol, según la Asociación Española de Pediatría, atraviesa la placenta y llega al bebé directamente. Según el diario ABC, “cuando una mujer embarazada bebe alcohol, al cabo de una hora ella y su bebé tienen la misma concentración de alcohol en la sangre”.
A pesar de que la información abunda, no existen datos concluyentes sobre la cantidad que una futura madre puede consumir sin hacer daño al feto, por lo que la recomendación ideal es abstenerse por completo de beber alcohol.
Durante la lactancia, a pesar de que se dice que beber cerveza sirve para incrementar la cantidad de leche, el daño es el mismo. Y, de hecho, consumir alcohol mientras se está dando pecho puede tener el efecto opuesto.
Y las precauciones deben comenzar desde que se comienza a planear un embarazo y a intentar concebir un bebé. Y no solamente para la madre, sino también para el futuro padre.
