Sexo, drogas y marginalidad: los temas que José Agustín habló en su literatura

José Agustín se destacó como un ícono contracultural en la literatura mexicana, al desafiar las normas desde su primera novela a los 19 años. A lo largo de más de 30 obras, exploró temas que abarcan desde la marginalidad hasta el existencialismo, fusionando la literatura con el rock and roll
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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Un eterno defensor de la contracultura, autodidacta empedernido, amante de la comida y los placeres, estudioso del Iching y aficionado a la astrología, así describió José Agustín Ramírez a su padre tras anunciar su muerte, en Cuautla, Morelos.

El 18 de enero marcará un antes y un después en la historia literaria de México: el día que la comunidad cultural se despidió del escritor y narrador José Agustín, el eterno rebelde que a través de sus letras plasmó el sentir de toda una juventud, que capturó el espíritu de su tiempo, las voces de los que alguna vez quisieron callar, pero lejos de apagar ese eco, se intensificó en gran parte de México y Latinoamérica la ser el boom de lo que posteriormente se llamó Literatura de la Onda, en el que un grupo de jóvenes utilizaron las letras para expresar el descontento con el régimen político y hablar de lo que se consideraba temas tabúes como el sexo, las drogas y la marginalidad.

La directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBAL), Lucina Jiménez, afirmó que Agustín vinculó mudos y lenguajes que antes no se reconocían.

“Se ha marchado, dejando un legado y un ejemplo de pasión y expresión literaria que marcó a varias generaciones. Por acuerdo a su familia, será velado en Morelos y habremos de hacer una ceremonia de despedida y agradecimiento en el Palacio de Bellas Artes”, anunció en redes sociales.

La titular de Cultura federal, Alejandra Frausto Guerrero, reconoció en José Agustín a “un rebelde  con causa, de afable desenfado y brillantez infinita. Extrañaremos tu extraordinaria pluma que alimentó todo: literatura, teatro, música y cine”.

Por su parte, la escritora Alma Delia Murillo compartió en sus redes sociales: “Buen viaje a José Agustín, que abrió la brecha con su irreverencia literaria”.

Óscar de la Borbolla también dedicó las palabras al autor de La Tumba, y confesó que no existen palabras para expresar lo que representa para él su pérdida.

“Me duele mucho su partida. No tengo humor para decir nada más: la muerte está trabajando con tanto ahínco últimamente que me ha dejado no sin palabras, por sí sin ganas de hablar”, dijo.

Un escritor completo de la vida bohemia

Con la pluma en una mano y la rebeldía en el alma, José Agustín Ramírez Gómez, más conocido como José Agustín, dejó una huella imborrable en la literatura mexicana. José Agustín, nació el 19 de agosto de 1944 en Guadalajara, Jalisco, pero residió gran parte de su vida en Acapulco, Guerrero. Este escritor no sólo desafió las normas literarias, sino que también se convirtió en un ícono de la contracultura en México.

Desde sus primeras letras, escritas a la temprana edad de 19 años con la novela La tumba, José Agustín mostró una rebeldía literaria que resonaría a lo largo de su carrera. Sus palabras fueron parte de una profunda visión a la mente de un joven observador de la sociedad, reflejando el espíritu de la juventud de la época.

El escritor desafió las convenciones literarias con su lenguaje audaz y directo. A pesar de su valentía para explorar temas tabúes como la sexualidad y las drogas, no escapó al escrutinio crítico, pues, en sus inicios, fue despreciado por algunos por su uso de un lenguaje considerado soez y siendo catalogado en ocasiones como “vulgar”.

A lo largo de su vida, escribió más de 30 obras, explorando temas que iban desde la marginalidad hasta el existencialismo, dejando una marca indeleble en la literatura mexicana contemporánea. Su enfoque no se limitó solo a la escritura; incursionó en el periodismo y la crítica cinematográfica, ganándose el reconocimiento y, a veces, la controversia.

José Agustín fue guionista de cine, traductor, dramaturgo y crítico de rock, género musical que utilizó constantemente para su creación literaria

Su vida bohemia y su postura contracultural le dieron un lugar especial en el corazón de aquellos que buscaban una voz disidente.

José Agustín, destacado escritor mexicano inscrito en la efervescente literatura de la Onda, perteneció a la generación informal junto a figuras como Gustavo Sainz, Parménides García Saldaña y René Avilés Fabila, según la perspicaz clasificación de Margo Glantz. “La corriente ondina”, que alcanzó su apogeo en México durante la década de 1960, se caracterizaba por fusionar la literatura con el rock and roll y la experimentación psicotrópica.

Incluso, Carlos Monsiváis señaló que “los onderos”, como se les conocía, hallaban su inspiración tanto en los beatniks estadounidenses como en los postbeatniks, creando así un movimiento cultural que resonó con intensidad en aquel peculiar crisol de creatividad y rebeldía.

La mezcla única de rebeldía literaria, influencias musicales y una vida marcada por la búsqueda constante de nuevas expresiones artísticas solidificó a José Agustín como un ícono de la contracultura en México. Y aunque él ya parte hacia las profundidades del Tepozteco, su legado seguirá resonando en las calles y las letras, al recordar que la verdadera revolución a menudo se gesta en la intersección entre la literatura, la música y la experimentación creativa. Y que la libertad se puede encontrar en la expresión y la rebeldía creativa.

Sin embargo, el último capítulo de su vida se tiñó de un matiz inesperado cuando su hijo, José Agustín Ramírez, compartió una fotografía junto a un sacerdote. Este giro añade un toque intrigante a la despedida de un hombre que desafió convenciones hasta el último suspiro, dejando tras de sí un legado literario que seguirá resonando en las calles y las letras de México.

El último capítulo de la vida de José Agustín se tiñó de un matiz inesperado cuando su hijo, José Agustín Ramírez, compartió el 2 de enero una fotografía donde recibió la extremaunción por parte de un sacerdote.

“Con esto ya mi trabajo aquí se va terminando“, fueron las palabras del autor de Ciudades desiertas. Este giro añade un toque intrigante a la despedida de un hombre que desafió convenciones hasta el último suspiro.

Obras de José Agustín

El escritor es autor de novelas como:

  • Se está haciendo tarde (1973)
  • Mariano Azuela (1973)
  • Ciudades desiertas (1982)
  • Cerca del fuego (1986)
  • Amor del bueno, juegos de los puntos de vista (1987)
  • No hay censura (1988)
  • La panza del Tepozteco (1992)
  • Dos horas de sol (1994)
  • Eros no es ciego (1994)
  • La miel derramada (2000)
  • La casa del sol naciente (2006)
  • Entre sus ensayos destacan:
  • La nueva música clásica (1969)
  • La contracultura en México (1996)
  • Contra la corriente (1991)

Otros escritos:

  • Inventando que sueño (1968)
  • Abolición de la propiedad (1969)
  • Círculo vicioso (1974)
  • Tragicomedia mexicana (1991-1992)
  • Reconocimientos
  • Premio Nacional de Ciencias y Artes, en el área de Lingüística y Literatura (2011)
  • Medalla Bellas Artes (2011)
  • Premio de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón (1993) por su trayectoria en el género
  • Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada (1983) por Ciudades desiertas
  • Premio Mazatlán de Literatura (2005) por Vida con mi viuda

José Agustín y su contribución al cine

  • Dirigió y escribió la película Ya sé quién eres (te he estado observando) en 1970.
  • En 1976, adaptó para cine El apando, de José Revueltas, dirigida por Felipe Cazals.
  • En 1979, adaptó La viuda de Montiel, de Gabriel García Márquez, bajo la dirección de Miguel Littín

El libro que escribió en Lecumberri

Su esposa, Margarita Bermúdez, desempeñó un papel fundamental al llevarle una máquina de escribir al Palacio Negro de Lecumberri durante los siete meses de encarcelamiento del escritor en los primeros años de la década de 1970. Durante este periodo de reclusión, José Agustín escribió su tercera novela Se está haciendo tarde.

“La cárcel me hizo escribir en serio; desde que entré a la Procuraduría, a los dos o tres días del arresto, me puse a escribir en la bolsa de papel donde me habían mandado unas tortas; luego mi esposa me llevó una máquina. Escribir fue lo que me salvó la vida. Cuando salí la publiqué”, compartió en un encuentro con los medios tras recibir el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011.

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