Esta semana, se dio a conocer que Tinder, la popular aplicación para ligar, y su propietaria IAC/InterActiveCorp, fueron demandadas por acoso sexual y discriminación de género.
En la demanda impuesta por Whitney Wolfe, cofundadora y exvicepresidenta de marketing de la compañía, se alega que fue sometida por sus colegas a un “atroz acoso sexual y discriminación sexual”.
Wolfe menciona que en varias ocasiones –e incluso delante del CEO de Tinder, Sean Rad– fue llamada “puta” por Justin Mateen, director de marketing de la empresa, y con quien tuvo una relación amorosa.
Y que Mateen también la amenazó de despojarla de su título de cofundadora. Porque tener a una mujer joven con dicho crédito “hace que la compañía parezca un chiste”, y “la devalúa”.
El ejecutivo le dijo que “Facebook y Snapchat no tienen fundadoras mujeres, lo que hace que Tinder parezca que fue un accidente”. Wolfe también acusó a Mateen de llamarla “una cazafortunas”, “una enfermedad” y una persona “repugnante”.
La joven, quien refiere que fue sometida por Mateen y Rad a “un bombardeo de comentarios, correos electrónicos y mensajes de textos terriblemente sexistas, racistas e inapropiados”, dice que sus quejas respecto a su situación fueron ignoradas por Rad, quien la acusó de “dramática” y “latosa”.
Incluso Rad llegó a amenazar a Wolfe de que sería despedida si ella y Mateen –quien por ahora está suspendido mientras se lleva a cabo la investigación– no se podían llevar bien.
Porque su trabajo era “mantenerse en calma”. Si no podía con ello, sería despedida.
En su demanda, Wolfe indica que luego de que Mateen la llamara “puta” en un evento de la compañía, la cofundadora ofreció su renuncia a cambio de una indemnización y la adquisición de los derechos de las acciones de Tinder. Pero, “sarcásticamente”, Rad rechazó la oferta. Y la despidió.
Destaca que la conducta de los altos ejecutivos de Tinder representa lo peor del estereotipo misógino y de macho alfa que con mucha frecuencia se asocia con las startups de tecnología.