Originario de Cuba, el artista plástico ha sido adoptado por Saltillo y forma parte de la comunidad de artistas de la ciudad. Foto: Especial

“Ser un artista es andar en un estado de gracia” Zenén Vizcaíno

El pintor cubano Zenén Vizcaíno llegó a Saltillo, Coahuila, hace quince años. Provocador y ecléctico, su arte se aleja de lo académico y fusiona influencias de Velázquez y Goya con símbolos contemporáneos

“Yo tengo un loft de Nueva York en Saltillo”, dijo Zenén Vizcaíno antes de dirigirnos a su taller ubicado cerca del primer cuadro de la capital de Coahuila. La fachada no da señal de lo que resguarda: buena parte de la obra de un pintor provocador que durante sus más de 60 años de vida ha roto varios paradigmas.

Los distintos formatos de sus pinturas revisten las paredes, la mayoría sobre lienzos mucho más amplios a los acostumbrados por los pintores de la ciudad. Llegó hace 15 años a México, “cómo un caracol”, dijo,  pues en la espalda cargó con todo su taller. Una cuestión familiar lo insertó en el norte de México, donde comenzó a coordinar las exposiciones de su obra en otros países como Argentina, París o Suiza.

Afable y elocuente, Vizcaíno contagia cierta inspiración que al primer contacto puede parecer inagotable, “tú me das cualquier idea y yo en dos segundos tengo un cuadro. Me sorprendo de eso, todavía. Por eso trato de ver a un neurocirujano para ver cómo funciona el cerebro, porque eso me sigue asombrando”, señaló en la charla.

En la Isla, uno de sus vecinos era pintor. Entre el espacio de una puerta no cerrada en su totalidad, cuando era pequeño vio, por primera vez, el nacimiento del arte. Pidió a su vecino algunos consejos y rápido se distinguió entre los demás niños.

Fueron los mismos amigos del barrio quienes lo convencieron de intentar estudiar dentro de la Academia de Arte de San Alejandro, en La Habana. Antes estudió la carrera técnica de diseño industrial para después pasar 10 años en la industria como diseñador de troqueles y herramientas. Renunció para seguir su intuición artística.

En el primer intento de entrar a San Alejandro, no lo logró. En la selección de aspirantes a Zenén le faltó el conocimiento teórico sobre arte. A sus 23 años decidió ser autodidacta y comenzar con el grabado. Sobre esta técnica, sobresalió tanto que dos años después de ser rechazado, el presidente de la Asociación de Grabadores de Cuba, muy cercano a Frida Kahlo y Diego Rivera, incitó al pintor cubano a intentarlo de nuevo. Esta vez lo logró, obteniendo con su tesis de grado, el premio al mejor grabador latinoamericano menor de 35 años.

En sus inicios, omitía la anécdota y la figura humana. Utilizó su conocimiento en diseño industrial para realizar una obra crítica, sin importar ser entendido o pasando de largo el gusto del espectador.

“Cuando yo me gradué de la Academia, omitía la anécdota y la figura humana. Empecé a hacer figuración humana estando aquí en México. Al inicio hacía una especie de neofiguración, era muy crítica y críptica. Tenía unos discursos que no me importaba si la gente lo entendía”, expresó.

La experiencia dentro de la Academia fue necesaria para dominar la técnica y mejorar su talento, aún así, él siempre apuntó hacia la ruptura de cánones, tendencias discursivas y a huir del aburrimiento académico.

Su camino a la experimentación

Vizcaíno ve al artista como un quiste en la sociedad. Se describe como un inconforme perenne. Esto le ayudó a observar la historia del arte desde esta perspectiva y no encontrar algo parecido a lo suyo.

Después de este premio, los críticos comenzaron a decir que su obra era postmoderna. En Cuba nunca había escuchado esa palabra. Confiesa que la insatisfacción fue lo que lo llevó a realizar sus mezclas y a experimentar con la pintura.

“Empecé a componer desde los extremos, agarré pedacitos de obras de Goya, o de cualquier otro pintor y las incorporaba. Hacía unas revolturas tremendas, pero no tenía conciencia de que eso se estaba haciendo en el mundo.

“Lo que hacía la gente me parecía poco, me enseñaron los grabados y técnicamente son buenísimos, pero eran aburridos, necesitaba dinamitar, quemar algo, básicamente he sido un provocador”
Zenén VizcaínoPintor

Zenén huye de los discursos lineales. Prescinde de la anécdota. Elige la parábola a través de diferentes latencias y puntos que provocan la reflexión de quien se encuentra con su pintura.

Varios de sus personajes son sacados de la realidad inmediata: amigos, vecinos, barrenderos, e inclusive él mismo a manera de autorretrato. Conviven con referencias a pintores, iconos mitológicos, cerdos Orwellescos (de pie y vestidos), y varios animales más.

“Todos los cuadros están pensados. Todos los tonos están pensados y todos están pintados de manera que parezca que está hecho sin esfuerzo”, indicó.

De Cuba al norte del país

Llegar a vivir en el norte de México fue un parteaguas en su discurso.  Al mismo tiempo que llegó, también le invitaron a exponer en Berlín, junto con más de 400 artistas de todo el mundo. Fue en esta exposición en donde explotó la idea de la posmodernidad,  y comenzó a mezclar figuraciones de grandes pintores como Goya, Rubens e incluirlas en un discurso contemporáneo.

“Comienzo a hacer aquí la figuración porque vi que en México se hacía figuración. La obra mía, era durísima. Vi que en México habían ciertos sucesos políticos y ciertas violencias, que de pronto no me di cuenta y se habían reflejado en mis obras, pero descontextualizadamente”, compartió.

A pesar de que sus pinturas cuentan con una voz propia, Zenen no cierra el panorama y no niega la posibilidad de más adelante cambiar la forma de mirar al mundo y plasmar sus ideas, pues para él, el estilo es la muerte de la imaginación.

“El estilo es la muerte de la imaginación, hay que tener cuidado con las marcas. Los artistas pasan los días creando una marca que se distinga, venden su marca, pero equivocadamente, a veces, no poseen su marca, la marca los posee. Entonces, tu estilo puede matar tu imaginación. Si te agarra el mercado y te obligan a hacer lo que tú a lo mejor no quieres, yo pinto lo que se me da  la gana”, explicó el pintor.

Su trabajo en la actualidad

El artista está concentrado en una colección en la cual, a diferencia del resto de su obra, utiliza tonos grises. Se titula “Procesiones” que estará exponiéndose en Miami, en la Habana y en la ciudad de Monterrey, en México.

“Estoy haciendo una serie, que es el zoom de toda esa serie que hice durante 10 años. Se va a exponer en Miami, en la Habana y el próximo mes de julio, aquí en Monterrey. La idea es que cuando la pongan en la galería de la sensación de que todos seguimos caminando en un rumbo, pero no hay un fin o una llegada. No hay una partida. Todo es como un caminar continuo, que es lo que hacemos los seres humanos, somos procesiones”, resaltó el artista.

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