Hay personas que viven sintiendo que no entienden su entorno y tampoco son entendidos. Otras, que no logran adaptarse al sistema educativo, pues requieren procesos de aprendizaje distintos, o bien, en los entornos laborales no logran acoplarse al estándar, especialmente, en estructuras poco abiertas a lo diferente. Este puede ser el caso de las personas que viven con el Trastorno del Espectro Autista (TEA), condición relacionada con el desarrollo del cerebro y sus procesos mentales, con el cual pueden tener dificultades en las habilidades sociales, comunicativas y de comportamiento.
“Los manuales de diagnóstico le ponen espectro autista, porque es una gran gama de variedades en los síntomas, principalmente, las dificultades sociales, es decir, en la interacción, tanto con los sujetos comunicativos del lenguaje como para seguir las normas sociales”, especifica Ana Shizue Aoki Morante, profesora de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Otras sintomatologías son comportamientos como el balanceo rítmico del cuerpo, el llamado aleteo de las manos, la dificultad de cambiar de rutinas o consumir alimentos diferentes, así como la ausencia o alteraciones del lenguaje.
“Es la manifestación de un desarrollo distinto del sistema nervioso central. Las principales causas pueden ser genéticas, que hacen que el cerebro crezca de forma diferente al habitual y entonces podamos ver la manifestación de síntomas que caracteriza a es as personas”, afirma Ana Shizue.
Espectro autista, un cuadro complejo
Los nuevos manuales buscan que los especialistas hagan la diferenciación entre el nivel de apoyo que necesitan estas personas, pues hay quienes requieren algunas orientaciones sobre cómo llevar su vida diaria, hasta otras, donde el acompañamiento debe ser constante e, incluso, a lo largo de toda su vida.
No obstante, para Aoki Morante, debido a la diversidad tan grande de síntomas, se hace más complejo el diagnóstico.
“El trastorno de espectro autista se puede diagnosticar hasta los dos años y medio o tres, cuando se establece una relación con otras personas. Sin embargo, hay casos muy raros en los cuales no presentan todos los síntomas tipificados, de ahí lo complejo del tema.
“Antes se decía que un niño tímido es autista, o el inquieto estaba diagnosticado con Déficit de atención, de ahí viene el problema, y también diría que los humanos tenemos una dificultad para integrar lo diferente a nuestras vidas”, argumenta.
Cambios integrales y sistémicos
Uno de los grandes retos a nivel social, aclara la especialista de la UNAM, es aceptar la diversidad de conducta, por ejemplo, en el caso de un niño en preescolar que da vueltas sobre su eje, hay que entender que existe una dificultad u otra manera de comunicación, y no necesariamente a la que normalmente se está acostumbrado.
“Se vuelve un tema en el que como sociedad debemos entender la diversidad, como profesionistas y maestros capacitarnos más; tiene muchas implicaciones y por eso tenemos estas manifestaciones sociales tan complejas, de poco entendimiento hacia este sector”, precisa Aoki Morante.
Lamentablemente, aún existen muchos retos y estigmas alrededor de este trastorno, situaciones que nos hacen reflexionar sobre cómo somos en sociedad.
Ante esto se requieren cambios integrales: como el abordaje sistémico en las familias; mejoras en el sistema educativo y en la llamada educación especial; capacitación y entrenamiento psicoeducativo; protocolos y procedimientos con contenidos actualizados. Además, más información en los campos laborales, algo que está poco difundido.
“La gran mayoría de mis pacientes que están por terminar la universidad les cuesta involucrarse en el ámbito laboral, primero en encontrar una carrera, más los logros escolares hasta encontrar un trabajo donde puedan desempeñarse, muchos no pueden continuar y terminan haciendo oficios más mecánicos, en algún negocio familiar”, lamenta.
Aunque cada vez hay más espacios, la especialista indica que no son los suficientes. Tampoco están aprovechadas sus habilidades, pues las personas con autismo pueden cumplir con otras habilidades como ordenar y estructurar cosas.
Sin embargo, el desconocimiento, la desinformación generalizada o datos insuficientes que se tienen sobre los TEA propician la estigmatización y discriminación de quienes padecen autismo.
De acuerdo con la Organización de la Salud (OMS), también son comunes los casos en que las niñas, niños y adultos autistas sufren violencia, lesiones y abusos; además de que se les suele limitar el acceso a servicios de salud o educación.
Ante esto, la ONU busca alentar a los Estados para adoptar medidas y así concientizar a la sociedad sobre la situación de las personas con este trastorno, así como para generar políticas públicas para promover su capacitación, empleo, deporte y recreación.
“Muchas veces ocurre que están ensimismados o su llamado aleteo es su forma de manifestarse y comunicarse, si uno observa este comportamiento es porque sienten excitación emocional o molestia, tiene un fin comunicativo. Aunque no digan ‘mamá, estoy feliz’, ellos accionan de esta forma.
“Si uno quiere quitarle estas conductas que no son las de un niño ‘típico’, los agobiamos, se quedan mudos, básicamente. Por eso recomiendo a las mamás, que cuando un niño, por ejemplo, sienta necesidad de quitarse la ropa porque no la aguanta, no sientan vergüenza, que pidan apoyo, porque la sociedad podrá opinar mil cosas siempre, pero la prioridad son sus hijos”, concluye.
Un mejor tratamiento
En la Universidad Autónoma de México se desarrolla el “Programa de funcionalización cognoscitiva de personas con autismo” para que, de la mejor manera posible, se desarrollen y estén inmersas en un ambiente social.
“Los tratamientos más eficaces son conductuales y psicopedagógicos, no hay un medicamento para tratar el espectro autista, sólo para cosas secundarias del espectro, cuando les cuesta mucho trabajo adaptarse a los cambios ambientales o si presentan un enojo descontrolado se regule esta respuesta emocional”, indica.
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