El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO), presenta la primera gran retrospectiva de la fotógrafa Kati Horna, la cual reúne obras realizadas en Hungría, Francia, España y México a lo largo de 60 años de producción artística.
Organizada por el Museo Amparo de Puebla, en colaboración con el Jeu de Paume, de París, llega esta exposición de más de 150 piezas.
Según su curador, José Antonio Rodríguez, muchas de ellas son poco conocidas o incluso inéditas, ya que a Kati Horna no le gustaba participar en exposiciones o dar declaraciones; nunca se asumió a sí misma como artista o creadora.
Fue hasta muchos años después de su muerte cuando se rescató y revaloró su obra.
Kati Horna nació en Budapest en 1912, en donde conoció a su gran amigo, el famoso fotoperiodista húngaro Robert Capa. Después de haber tomado clases con su maestro József Pécsi, consolidó su formación fotográfica en París.
Años más tarde, siguiendo a su compañero Capa, se trasladó a España y siendo editora de la revista Umbral, conoció al pintor José Horna, con quién contrajo matrimonio.
Y en 1939, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, la pareja buscó refugio en México, donde conoció a otros artistas exiliados como Remedios Varo, Benjamín Péret, Leonora Carrington, entre otros. En dicho país nació su única hija, Norah Horna, en 1949, y es aquí donde Kati Horna permaneció hasta su fallecimiento en el año 2000.
Esta fotógrafa de origen judío fue afectada profundamente en su ideología gracias al período inestable que vivió, tanto político como social. Uso esta profesión como un medio de denuncia, para expresar su visión humanista y a favor de los desprotegidos.
Desde sus retratos a un joven Robert Capa, pasando por series fotográficas que contaban historias con verduras y huevos (a veces críticas políticas y sociales), hasta imágenes donde se apreciaba la forma precaria de vida que llevaban ella y su familia en México, utilizando a veces muñecas para demostrar sus emociones, en la exposición se puede admirar la diversidad de su trabajo.
Existen fotografías donde retrataba los muebles que su esposo construía por falta de recursos. Un ejemplo de esto es la cuna de su hija, elaborada por José Horna y pintada por la misma Leonora Carrington, que el día de hoy vale una fortuna.
Durante el tiempo que vivió en París realizó collages y fotomontajes, claramente influenciada por la corriente surrealista; aunque nunca quiso aceptarlo, estos trazos son innegables. Y en la Guerra Civil Española, fotografió tanto aspectos del conflicto como de la vida cotidiana, por encargo del gobierno republicano.
En México, retrató a personalidades importantes del mundo literario y artístico, como Alfonso Reyes, Germán Cueto, Pedro Friedeberg, Alejandro Jodorowsky, Mathias Goeritz, además de sus amigas, Varo y Carrington. Esto la convirtió en la gran retratista de la vanguardia artística y literaria de México.
A pesar de que no le gustaba exponer su trabajo, si colaboró en publicaciones como Todo, Mapa, Nosotros, y la revista S.nob (publicaciones que se pueden admirar en la exposición). Los últimos años de su vida los dedicó a la docencia de la fotografía. En 1993, dio una entrevista televisada a Emilio Cárdenas Elorduy, que hoy es el único documento que existe donde habla de su vida.
La muestra que actualmente se presenta en la ciudad, permanecerá hasta el 24 de mayo de este año, y se divide en tres partes. La primera, sus comienzos como fotógrafa en Budapest, Berlín y París entre 1932 y 1937; la segunda, su estancia en España durante la Guerra Civil entre 1937 y 1939; y por último, su permanencia en México, desde 1939 hasta su muerte.