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Todos lo sufren de alguna manera. El cambio de temporada y sus variaciones de clima tienen consecuencias en la salud y productividad.
Los males de estos meses son tan frecuentes (y parecidos) que saber cómo tratarlos no es tan sencillo como parece.
Tres de los problemas más comunes del momento son la influenza estacional (o gripe), las alergias y el resfriado común. Sus síntomas son similares, cierto, pero sus tratamientos y evolución son distintos.
Es por eso que reconocer sus rasgos particulares puede ser la diferencia entre una molestia temporal y pasar varias semanas en cama.
A comparar síntomas
Comencemos por el origen: las causas. Tanto el resfriado común como la influenza estacional son provocados por virus, pero mientras el primero puede ser causado por cientos de virus diferentes, la segunda involucra a uno que no coincide con los del resfriado y es mucho más intensa que este.
Las alergias, por otro lado, son consecuencia de un sistema inmunológico activo, el cual se encarga de proteger al cuerpo de las enfermedades.
Esto significa que, por alguna razón, el cuerpo de la persona que la sufre cree que una sustancia inofensiva es un germen y la ataca liberando histamina, la sustancia con la que lucha contra el resfriado. Razón por la que algunos síntomas son iguales.
Como sus causas son tan diferentes, la influenza (o gripe) y el resfriado común son contagiosos –porque el virus puede pasar de una persona a otra– pero las alergias no.
Los síntomas de los tres males tienen algunas diferencias clave, pero identificarlas puede ser difícil. El resfriado común, por ejemplo, se caracteriza por provocar estornudos frecuentes, que no son síntoma de la gripe. Sin embargo, la exposición a un alérgeno puede hacer lo mismo. La tos (y el subsecuente dolor en el pecho) es más común y severa en la influenza que en el resfriado y es poco frecuente cuando se trata de alergias. Si este último fuera el caso, es muy seguro que se tengan ojos llorosos.
Y es que la expulsión de mucosa por la nariz es frecuente en el resfriado y las alergias pero no tanto en la gripe. En el primero esta suele ser de un tono amarillento o verdoso y si la causa es un elemento externo, es transparente.
Aunque la fatiga es común en cualquiera de las tres situaciones, con la influenza se vuelve insoportable y dura entre dos y tres semanas. Lo mismo pasa con el dolor corporal, que pocas veces aparece con el resfriado y jamás si se trata de alergias.
La fiebre puede ser un factor determinante para identificar la enfermedad que se tiene entre manos, porque mientras que las alergias no la provocan y en el caso de un resfriado es muy rara, con la influenza estacional las temperaturas son altas y permanecen así de tres a cuatro días.
Los dolores de garganta son más habituales si es un resfriado común y son ocasionales en los otros dos escenarios. Un dolor de cabeza suele indicar resfriado o una gripe, con mayor certeza.
Si lo que se tiene es un resfriado, no hay que preocuparse. Este debe durar un máximo de dos semanas y sus complicaciones no suelen ser mayores a una congestión de los senos nasales o una infección de oído.
Sin embargo, por la sutileza de las diferencias entre síntomas, es conveniente que un médico verifique que no se trate de algo más grave. La fiebre persistente, dolor al tragar, llevar varios días tosiendo o con congestión y dolor de cabeza, además de dolores de pecho, mareos o vómitos son señal de que es necesario acudir con el médico.
Si el paciente es un niño, debes estar alerta a signos de dificultad al respirar o respiración rápida, color de la piel azulado, letargo, cambios de humor, irritabilidad o salpullidos. También es importante si se rehúsa a ingerir fluidos.
Sobre todo si los síntomas principales duran más de 14 días, pues si no se trata un caso de influenza esta puede desembocar en sinusitis, bronquitis, infecciones de oído e incluso neumonía.
Las alergias desaparecen tan pronto termina el contacto con la sustancia que la incitó.
La razón perfecta
Cuando una enfermedad ataca, el malestar suele hacer dudar a la persona para continuar o no con sus actividades cotidianas, como ir al trabajo y/o escuela.
En el caso de la influenza permanecer en casa es lo más aconsejable, pero ¿qué pasa si se trata de un resfriado común? El sentido de responsabilidad invita a que la persona no deje de asistir a sus compromisos, pero en algunos casos lo mejor es reposar.
“Trabajar mientras se está resfriado puede afectar la productividad, alargar el tiempo de recuperación y exponer a otras personas”, asegura la doctora Linda Skiles, del Lafene Health Center, “si es absolutamente necesario deben cubrirse la cara cuando tosan o estornuden, y lavarse las manos periódicamente”.
Este consejo aplica en especial al inicio de la enfermedad, cuando se puede contagiar a otros. Según el Center for Disease Control and Prevention, quedarse en casa 24 horas después de que desaparece la fiebre es ideal, excepto para las visitas al médico.
Skiles sugiere evitar salir si se está tosiendo, estornudando o la fiebre es mayor a 38 grados.
Más vale prevenir
El resfriado se cura por sí solo con el paso de unos días, pero existen métodos para disminuir los síntomas.
Tomar antihistamínicos o medicinas para la descongestión puede ser el primer paso, pero se debe tener cuidado si se está tomando otros medicamentos o se tiene alguna condición especial. El descanso e ingerir muchos fluidos son esenciales. También se pueden probar remedios caseros como inhalar vapor (¿qué mejor si es de un té caliente?), o spray nasal con solución de sal para limpiar la nariz.
Si la persona se mantiene caliente y relajada, las energías de su cuerpo se enfocarán en luchar contra el virus y su recuperación será más sencilla.
Las alergias requieren tratamientos especiales, como inmunoterapia (inyecciones) o esteroides nasales.
Para no contraer influenza o un resfriado se recomienda una buena alimentación, así como lavarse las manos profunda y habitualmente. Se debe frotar una mano con otra de manera vigorosa durante por lo menos 25 segundos.