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El típico antojo de “algo dulce” después de comer. El mismo antojo que nos hace poner el sabor por encima de todo, incluso de la salud.
Y es que el azúcar es como una droga. Y el efecto adictivo de esta sustancia se potencia cuando, (dizque) por ahorrarnos calorías, acostumbramos al cuerpo a los llamados edulcorantes no calóricos.
La lógica suele ser la misma: “¿por qué endulzar un café con azúcar común cuando una sustancia como la sucralosa es 600 veces más dulce y ‘no engorda’?”
Y así se vive: un refresco light por aquí, un café con un sobrecito de endulzante por allá, y un pan untado con una mermelada con Splenda (sucralosa) por otro lado. Todo en un día. Dependencia segura.
Más allá de enfatizar en moderar el consumo de estas sustancias artificiales, Alicia De Isla, médico familiar con especialidad en nutrición clínica y obesidad, subraya en entrevista para Reporte Indigo la importancia de pensar en sus efectos “en función de salud, no en función del gusto, ni del placer de comer algo dulce”.
“No nada más es quiero o no endulzar algo, sino cuál es el efecto que puedo ocasionar a futuro o a largo plazo”, dice.
Igual de importante es elegir lo que comemos en base a lo que le hace bien a nuestro organismo, y no en función de lo que nos hará pelearnos con la báscula.
Como dice Valeria Lozano, Health Coach por el Institute for Integrative Nutrition (INN), “el organismo es una máquina muy compleja y maravillosa que no opera como ingreso de calorías menos egreso (calorías quemadas) igual a persona delgada”.
“Lo ideal es aprender a comer balanceado, disfrutar de la comida con medida no por que aumentes de peso o grasa, sino porque es la forma en la que nos debemos de alimentar sin sufrir consecuencias en nuestra salud”, sugiere la también fundadora de Grupo Hábitos.
El chiste es “educar al paladar a comer menos azúcares, para que el cuerpo no nos lo pida, y para no darle tanto artificio (…) que la gente empiece a depender menos de lo dulce y que se vayan por productos más naturales, los azúcares de la fruta natural, para que sea más sano para el organismo”, apunta De Isla, quien también es fundadora de On Balance: Nutricenter & Restaurant.
¿Los necesitas?
El tema de los sustitutos de azúcar (artificiales) es tan controversial como la evidencia científica de su posible implicación en el desarrollo de enfermedades, particularmente cáncer.
La Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, en inglés) ha aprobado la seguridad del consumo de estas sustancias, y es fecha que la ciencia no confirma los efectos adversos de las mismas en la salud humana, dice Alicia De Isla. Pero la realidad es que tampoco se han descartado.
Cáncer de vejiga a causa de la sacarina, cáncer de cerebro por aspartame, tumores desencadenados por la sucralosa… los hallazgos documentados los han arrojado estudios realizados con animales en laboratorio.
Luego otros científicos critican los resultados, rechazan las conclusiones y empieza el debate. Que si “no se ha demostrado, sí se ha demostrado, ahora ya se demostró que el aspartame ocasionó tumores en ratas, y luego los investigadores lo niegan y dicen ‘no, siempre no’”, agrega De Isla. El pan de cada día en la ciencia.
“No se ha concretado nada”. Pero “como bien dice el dicho: ‘cuando el río suena es porque agua lleva’”.
¿Química que enferma?
A decir de la Dra. Alicia De Isla, se ha observado que muchas personas jóvenes están sufriendo problemas inmunológicos “muy severos que antes no se veían con esta frecuencia”, lo que quizá podría responder a la falta de control del consumo de estas sustancias. “Porque como no tienen calorías, todo mundo las usa indiscriminadamente”.
Se refiere a problemas de la piel, por ejemplo, síndromes neurológicos que impiden articular un movimiento y enfermedades metabólicas, en las que los jóvenes ya no controlan el colesterol ni los metabolismos de los triglicéridos.
“No sabemos hasta dónde puede llegar una sustancia artificial a ocasionar un trastorno en el metabolismo normal de un individuo”.
Y es que los endulzantes artificiales “acidifican el organismo y un ambiente ácido interno es el ideal para que la enfermedad nazca y se desarrolle”, advierte Valeria Lozano.
“(…) además, alteran el microbioma intestinal, de tal forma que afectan nuestro sistema inmune y se ha visto en estudios que por este cambio en flora intestinal incrementan los niveles de azúcar en sangre”, comenta en entrevista para Reporte Indigo Sandra Estrada, quien es Consultora Nutricional por la Global College of Natural Medicine.
Particularmente en el caso de las personas con diabetes, Estrada asegura que estas sustancias, lejos de ayudarlos, empeoran su condición.
“El diabético tiene que aprender a regular los niveles de azúcar en la sangre, a revertir su condición, controlando la producción de insulina. Un endulzante artificial no va a hacer eso por él. Se la pondría más difícil, con más apetito, más antojos de dulce”.
“Además, hay evidencia y se sigue estudiando que al engañar al cuerpo con algo dulce y el cuerpo percibirlo como azúcar, el cuerpo se prepara generando más insulina, ¡agravando su condición!”, dice Sandra, que también forma parte del INN.
El cerebro no se la cree
Lejos de ayudarnos a cuidar la línea, el consumo de edulcorantes no calóricos puede ser contraproducente.
Si en algo coinciden Valeria Lozano, Sandra Estrada y Alicia De Isla, es que los antojos de “algo dulce” se maximizan al consumir estas sustancias.
“Los edulcorantes artificiales, desde mi perspectiva, deforman nuestro gusto por el sabor dulce ya que cada vez queremos más pero sin sufrir las consecuencias”, asegura Lozano.
Pero las sufriremos, y éstas no serán tan dulces.
Como explica Estrada, quien también es coach en Psicología de la Alimentación por el Institute for the Psychology of Eating, los endulzantes artificiales “estimulan el apetito, incrementan los antojos por carbohidratos y promueven el almacenamiento de grasa y el aumento de peso. Es querer engañar al cerebro, sólo que nos sale mal la jugada”.
“Cuando ingieres algo dulce que no tiene calorías, el cerebro pide más calorías porque el cuerpo no está recibiendo energía para satisfacerse”, Estos endulzantes alteran la producción de las hormonas que regulan el apetito y la saciedad, incrementando tu apetito y antojos”.
El organismo siempre pedirá más, al menos que comencemos a alimentarnos en función de lo que realmente es sano para nuestro cuerpo -y mente-, y tomemos consciencia de que lo saludable no está peleado con el sabor.
No te dejes engañar
Lozano y Estrada coinciden en que la estevia es una buena opción para endulzar — siempre y cuando se trate de la estevia natural, es decir, de la hoja de esta planta, y no la “(…) ultraprocesada y mezclada con otros azúcares y/o aditivos, que la convierten en un polvo blanco”, explica Estrada.
“Para que tu estevia sea real debe ser ese su primer ingrediente, al menos que sean gotas y sea agua, y no contener otro tipo de ingredientes como azúcares, dextrosa, eritritol y maltodextrina”, señala Lozano.
“Puedes usar la hoja natural de estevia pulverizada, que sería un polvo verde, no blanco, como la acostumbran vender”, sugiere Estrada.
“Afortunadamente ya la encuentras en su forma natural o hasta puedes tener tu plantita en tu casa y listo”.
Además, agrega, “la estevia natural no tiene el efecto en la insulina que tiene el azúcar. De hecho, es un tónico para el páncreas. Es de las mejores opciones que puedes utilizar”.
Dulces y naturales
Estos son los endulzantes calóricos naturales recomendados por las health coaches Sandra Estrada y Valeria Lozano:
> Piloncillo
> Estevia
> Miel de maple
> Dátil
> Miel de abeja
> Azúcar de coco