“Joseph Anton” es un libro importante. Se siente desde que lo tomas por primera vez; sus páginas cuentan nada menos que la historia real más importante que le ha pasado al mundo de la ficción en los últimos 25 años.
En sus más de 600 páginas, el escritor Salman Rushdie narra los sacrificios y los tropiezos de vivir más de 13 años con una sentencia a muerte flotando sobre su cabeza. Una real amenaza a su vida firmada desde Medio Oriente.
Debilitado por la desastrosa guerra contra el Irak de Saddam Hussein, el clérigo iraní necesitaba una nueva causa para unir de nuevo a sus fieles. El elegido fue Salman Rushdie. El 14 de febrero de 1989, el escritor fue condenado por el entonces poderoso Ayatolá Jomeini de Irán.
Jomeini lanzó una fetua condenando a muerte al escritor indobritánico, acusándolo de faltarle el respeto al Islam y a su profeta Mahoma en las páginas de su novela “Los Versos Satánicos” (1988). Sin haber leído el libro, el clérigo iraní confundió ficción con historia y puso a todo el mundo musulmán a la caza de “Satan” Rushdie.
“Me gustaría haber escrito un libro más crítico… a una religión cuyos líderes se comportaban de esa manera le vendría bien un poco más de crítica”, escribe Rushdie sobre su pensar tras la fetua.
Mientras escribía el libro, Rushdie revela que una nota pegada a su escritorio rezaba “Escribir un libro es firmar un contrato fáustico en reversa. Para ganar la inmortalidad, o por o menos posteridad, pierdes, o por lo menos arruinas, tu vida diaria”.
La cita se volvió una realidad y la vida del escritor de “Hijos de la Medianoche” –ganador en 2008 del Booker of Bookers como el mejor libro en los 40 años de historia del premio más prestigiado de la literatura británica– dio un vuelco.
Protección renuente del estado británico, amenazas constantes y una vida de nómada que no limita la condición sedentaria que le permite a un escritor crear historias se volvieron su nueva condición.
El peor castigo fue la dificultad de lograr publicar sus libros en los primeros años tras la fetua. Muchas editoriales simplemente tenían miedo de posibles represalias y ataques a sus empleados.
“Los Versos Satánicos” tardó 9 años en tener una edición de bolsillo en el Reino Unido. El miedo fue paulatinamente cediendo ante el deber ser y las historias de Rushdie fueron publicadas cada vez con menos ataduras.
La importancia de llamarse Rushdie
Los nombres son importantes y en el caso del escritor indo-británico, su nombre real parecía el correcto para enfrentar los años de lucha que vendrían.
Su apellido lo eligió su padre por la admiración que le tenía al filósofo islámico del siglo 12, Ibn Rushd (o Averroes, para el mundo hispánico), quien –de acuerdo al escritor– encarnó en el mundo árabe “el intelecto, la argumentación, el análisis, el progreso… el razonamiento humano contra la fe ciega, la sumisión, la aceptación y el estancamiento”.
Sin embargo, Rushdie tuvo que dejarlo de lado para convertirse en un fugitivo llamado “Joseph Anton”, el nombre clave con las que el escuadrón “A” de las fuerzas especiales de la Policía Metropolitana que estaban encargados de su protección se refirieron a él por más de una década, producto de la combinación de los nombres de dos de sus autores favoritos: Joseph Conrad y Anton Chekov.
Un nombre ficticio formado por los nombres de un escritor especialista en personajes errantes y otro en historias melancólicas de un mundo cambiante. La combinación perfecta para su situación.
El primer nombre que consideró Rushdie en los 90 como título de una futura autobiografía fue “Puertas traseras del mundo”. Esa era su realidad. Siempre llegar escondido y evitar ser notado. Todo mundo puede entrar por la puerta principal. Todos menos Rushdie.
Proteger la literatura
Su autobiografía permite al lector asomarse al proceso que convirtió a Rushdie en más que un escritor, en un ícono de la lucha contra el fundamentalismo que limita la imaginación.
La autobiografía subraya el lento proceso de ganar libertades mínimas –volar en aerolíneas comerciales, dar conferencias, ver a su hijo regularmente– que su condición de enemigo público número uno de extremistas islámicos le coartó.
Rushdie logra colocar su lucha en un contexto mucho más amplio. Para él, su condena a muerte fue la primera “ave negra” de una nueva historia. Un presagio que señalaba el futuro peligro del fundamentalismo islámico que eventualmente llevó al 11 de septiembre del 2001.
Los 12 años de la fetua hubieran sido insostenibles para el escritor de no haberse convertido en una causa en si mismo. Las grandes voces de la literatura mundial –desde Günter Grass, Gabriel García Márquez y Thoman Pynchon, a Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes– llamaron a los gobiernos de Occidente para garantizar la protección de Rushdie y asegurarse de que la recompensa por su cabeza fuese desechada por el gobierno iraní.
No todos corrieron con la misma suerte que el autor. Hitoshi Igarashi, su traductor al japonés, fue asesinado; Ettore Capriolo, el traductor italiano de la novela, fue acuchillado; su editor noruego, William Nygaard, fue baleado pero sobrevivió. Pruebas de que el peligro siempre fue real.
“Joseph Anton” es una historia sobre lo difícil de tratar de vivir una vida lo más cotidiana posible cuando el peso constante del peligro provocado por defender el derecho a la libertad de un escritor de crear ficciones está en juego.
La victoria de Rushdie no se reduce a seguir estando vivo, sino a poder seguir escribiendo. “Vivir para contarla”, como diría su amigo García Márquez; o “Tienes que vivir hasta que mueras”, como repite como mantra Joseph Anton al explicar su razón de ser en la historia.
Las novelas de “Joseph Anton”
Los textos que Salman Rushdie escribió bajo la protección de la policía metropolitana:
— “Harun y El Mar De Historias”
Un libro pensado para niños, producto de una promesa hecha por el autor a su pequeño hijo de escribir un libro que el pudiese leer.
— “El Último Suspiro Del Moro”
La España árabe cobra vida en la tensa primera novela para adultos que Rushdie escribió tras la fetua.
— “El Suelo Bajo Sus Pies”
Una atormentada estrella de rock como protagonista de un triángulo amoroso. Rushdie debutó como escritor de una balada con el mismo título del libro a la que U2 le puso música.
— “Furia”
El libro se publicó el 11 de Septiembre de 2001 y se convirtió, por el peso de la historia, en un retrato de Nueva York antes de que las torres cayeran.