Luego de que se retiraran oficialmente los saleros de las mesas de los restaurantes, a partir del 4 de abril de 2013, la Secretaría de Salud esperaba obtener mejores números en los índices de la hipertensión arterial y los padecimientos cardiovasculares; sin embargo, esto no ha sucedido.
Pese a implementarse esta medida, que forma parte de la campaña Menos Sal Más Salud, para generar conciencia sobre el consumo elevado de sodio, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reveló que el escenario no luce mejor, ni tampoco de los números.
Así lo confirmó el investigador Gregorio Benítez Peralta, del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UNAM, quien explicó que no es lo mismo hablar de sal que de sodio, por lo que el error comenzó por esa parte de la estrategia.
“Ni la hipertensión ni los padecimientos cardiovasculares han mermado y esto se debe a que la sal representa sólo una parte de nuestro consumo de sodio, mineral que terminamos ingiriendo por otras vías sin darnos cuenta”, dijo el académico.
Para el profesor de la UNAM, la sal se compone sólo de dos quintas partes de sodio, por lo que este elemento puede estar presente en mayor cantidad en otros comestibles y restringir la sal es una medida limitada para bajar el consumo del mismo.
Finalmente, gerentes de varios restaurantes han afirmado que pese a la campaña del Gobierno, los comensales piden el salero antes de ver la carta, por lo que debería reconsiderarse otras medidas para combatir los padecimientos cardiovasculares.