Restauran en Chiapas una ciudad hecha de barro

A través de un proyecto arqueológico, el INAH estudia el corazón de la arquitectura de Izapa, asentamiento prehispánico ubicado en los límites de Chiapas
José Pablo Espíndola José Pablo Espíndola Publicado el
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Muy cerca del volcán Tacaná, en los límites de Chiapas con el Departamento de San Marcos, Guatemala, tuvo su desarrollo un asentamiento prehispánico hecho de barro a la orilla de un río.

Desde inicios del siglo XX llamó la atención por sus majestuosas esculturas: más de 30 monumentos de piedra esculpidos con escenas míticas que no se estudiaban desde la década de 1960. Actualmente, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) lleva a cabo el Proyecto de Investigación y Conservación de Izapa (PICI), mediante el cual se pretende devolver el esplendor a estos monumentos y al sitio donde se hallan, considerado uno de los más importantes en la región del Soconusco.

El arqueólogo Alejandro Uriarte Torres, responsable del PICI, explica que los trabajos de restauración en este sitio arqueológico han permitido redescubrir el corazón de su arquitectura y atender problemáticas causadas en las edificaciones por la cercanía con el Tacaná, así como en los monumentos pétreos que se han visto afectados por el crecimiento de líquenes y hongos.

En cuatro años de trabajos del PICI, además de restaurar y restituir la estabilidad y volumen de los edificios, “hemos podido observar cómo fueron evolucionando. Identificamos sus etapas constructivas, las características de sus sistemas de edificación, los materiales empleados, y está pendiente el estudio de los bancos de donde obtenían los materiales”.

Uriarte Torres explica que todas las construcciones de Izapa están hechas a base de arcillas, es decir de barro bien compactado, para permitir una gran resistencia y dar forma a los edificios; posteriormente, los muros fueron cubiertos con grandes cantos rodados sin trabajar —de 50 a 60 cm de diámetro—, los cuales obtenían de los ríos.

Actualmente el PICI se encuentra en la primera fase de conservación y ya se inicia la etapa de investigación para entender todo el desarrollo del periodo Clásico, que va de 250 d.C. a 1200 d.C. Otro interés del proyecto, explica el arqueólogo, ha sido retomar la investigación para conocer los desarrollos más tardíos del sitio; Izapa fue abandonado durante el Posclásico Temprano.

En este sentido, en la temporada 2020, prevista para noviembre, el equipo empezará a abordar el estudio de las unidades habitacionales vinculadas al Grupo F, a través de exploraciones arqueológicas. Uriarte Torres concluyó que es fundamental estudiar esas estructuras menores para entender el desarrollo del sitio en los dos periodos referidos, las características de sus relaciones, la economía y la tradición cerámica y barro.

Por ahora, continúan con el estudio para entender cómo replicar los procesos técnicos y concluir restauraciones que permitan mostrar a la gente cómo eran realmente los edificios en su época.

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