Reserva Kolijke, el semillero de la vida en la Sierra Madre
Para la reserva Kolijke, el cuidado de la naturaleza es una labor que se debe desarrollar de forma interdisciplinaria junto con las personas que habitan el territorio. Arcadio Ojeda, biólogo y fundador del proyecto, invita a conocer este espacio que vincula investigación científica, restauración y sensibilización ambiental
Karina CoronaHace más de 20 mil años, el Eje Volcánico Transversal, una cordillera montañosa que une a las sierras Madre Occidental y Oriental, sufrió la última glaciación, conocida en América como de Wisconsin, y popularmente llamada como Edad de Hielo, la cual marcó el fin del Pleistoceno, una época que duró cerca de 10 mil años y tras la cual hubo un descongelamiento en el territorio.
Los biólogos Arcadio Ojeda Capella y Roberto Gonzalo de la Maza Elvira decidieron investigar sobre la gran extinción masiva de flora y fauna que hubo en la zona, sobre todo en la Sierra Madre Oriental y cómo, en muy pocos años, hubo una recolonización.
Tras su exploración, se dieron cuenta de que el eje volcánico, específicamente en la Reserva de la Biosfera Sierra de Huautla, sirvió como una especie de refugio. Ellos se enfocaron en la Sierra Norte de Puebla, lugar que actualmente cuenta con una amplia biodiversidad, fenómeno que les atrajo y en el que, desde hace más de 30 años, han enfocado sus esfuerzos para que, a partir de 2005, pudieran convertirlo en un área de conservación y recuperación del ecosistema del país llamada Kolijke, reserva compuesta por 60 hectáreas topográficas.
“Esta zona es muy importante en términos de especies, por la propia topografía del lugar y la biodiversidad que tiene la Sierra Madre Oriental. Hoy los especialistas de aves reconocen que es el área más biodiversa, sí nos ha sorprendido en los 30 y pico de años que llevamos estudiando esta reserva”, relata Arcadio Ojeda.
Especies en peligro
Kolijke se ubica en la Sierra Norte de Puebla, una de las regiones más diversas del país. Se calcula que en ella habita aproximadamente 70 por ciento de las especies de flora y fauna del estado y el 30 por ciento de todo México. Esta alta biodiversidad incluye especies amenazadas y en peligro de extinción como el jaguar, el ocelote y la nutria, así como diversos tipos de pericos.
Estos santuarios se encuentran aquí debido a la topografía compleja en la que coexisten cuatro ecosistemas representados, los Bosques Mesófilo de Montaña, Selva Lluviosa de Montaña, Bosque de galerías riparias, relictos de selva y relictos secos en los que es posible encontrar diversas especies de cactáceas.
El buen manejo del hábitat permite ayudar a las especies en peligro de extinción, Arcadio comparte que cuando llegaron a trabajar a la zona se encontraron con un predio atacado por los saqueadores furtivos, pues no había una normatividad ambiental que regulara su uso.
Ahora y, tras años de lucha, han permitido, que, por ejemplo, los tucanes pico de canoa, especie que se creía extinta en la zona, volvieran a la región, así como ir recuperando, poco a poco, ecosistemas acuáticos en los que la nutria, otra especie amenazada, ha podido reproducirse.
“El problema es que, evidentemente, estas especies tienen que dispersarse, no podemos mantenerlas dentro de la reserva, van a reproducirse. Eso hace que tengamos, por convicción, que convencer a la gente con predios a los alrededores que no los capturen y maten, porque nos preocupan los animales en peligro de extinción como el tigrillo, el ocelote y la garza picozapato”, explica.
Organización comunitaria, propuesta de reserva Kolijke
Con respecto al desarrollo de la reserva Kolijke, Arcadio Ojeda comparte que hay cosas que los tienen preocupados, porque a pesar de que ellos llevan mucho tiempo trabajando el asunto biológico y ecológico, también se dedican a proyectos con una perspectiva socioambiental, área que encabeza Ana Paula Ojeda, quien se organiza con las comunidades para hacer un llamado de concientización y sensibilización, especialmente en los jóvenes.
“Nos hemos dado cuenta que, definitivamente, los proyectos de conservación no tienen sustento en el tiempo, en el mediano y largo plazo, si no se comprometen los habitantes locales, porque ellos hacen uso de los recursos. El asunto de la biodiversidad hay que tratarlo ahora, por ello tratamos, a través del programa Territorio e Identidad, que sean sensibles al lugar en el que viven, el privilegio de vivir allí, así como establecer proyectos sostenibles”, abunda Arcadio.
Con el apoyo de la fundación Casa Córdova, un centro comunitario productivo de Ocomantla, Puebla, se organizan talleres de trabajo social, así como charlas sobre agricultura sostenible, diversificación de las milpas y cafetales, algo que ellos llaman ecosistemas biodiversos, un tema prioritario, pues han notado que, por la pandemia, hubo un repunte en la deforestación y por ende, los cafetales se han visto afectados, así como la caída de otros productos agrícolas, problema que se acentúa con la migración de los pobladores.
Para el equipo de la reserva Kolijke es primordial trabajar junto con las comunidades para hacer un cambio verdadero en la zona, proteger la biodiversidad, y crear un ambiente más sostenible para los lugareños. Por ello, organizan recorridos a través de la reserva con lo que buscan hacer a la gente más sensible al entorno y puedan observar a profundidad la naturaleza y las bondades del lugar.
“Hemos logrado cosas interesantes, pero los retos cada vez son más grandes; la pandemia hizo que se frenaran muchas cosas, durante un tiempo no podíamos ir a las comunidades. Ahora tratamos que la gente no migre por necesidad, que se pueda entender que la conservación y las actividades productivas sostenibles no están divorciadas”, explica.
Esta área de conservación, que empezó con la iniciativa de tres personas, ahora está integrada por casi 30, entre ellas, biólogos, fotógrafos, gente en redes sociales y asesores. A pesar de admitir que puede ser un proyecto muy ambicioso, Arcadio comparte que ha tenido resultados interesantes, algo que agradece a las comunidades locales, pues sin su apoyo, no serían posibles todos los éxitos que han obtenido en estos años.
También agradece a los jóvenes que han trabajado y han hecho mancuerna con los más veteranos. Para él, no hay barreras generacionales cuando hay objetivos comunes, pues su filosofía es que al mezclar la fuerza de los jóvenes con la experiencia de los más viejos las cosas funcionan mejor.
“Más que un trabajo, lo considero un reto, sí tenemos obligaciones éticas y morales muy fuertes; sin embargo, hemos hecho cosas importantes a nivel local, regional y nacional y diría que hasta para el planeta. Este proyecto replicado un número de veces es una alternativa de mitigación, tanto de los problemas climáticos, como alimentarios de las comunidades rurales, incluso problemas de violencia de género”, concluye Arcadio Ojeda Capella.