Rosario Castellanos falleció en agosto de 1974 en Tel Aviv, mientras ostentaba el cargo de Embajadora de México en Israel. Foto: Especial

Redescubren a la escritora Rosario Castellanos desde su propia voz

En un volumen con ilustraciones, Sara Uribe y Verónica Gerber Bicecci examinan la vida y obra de la autora de Balún Canán desde sus propios escritos

Rosario Castellanos está lejos de ser únicamente la escritora indigenista, feminista o del ámbito rural en la que se le suele encasillar; tampoco es sólo aquella mujer doliente, desamparada, que escribe desde el desamor. “Fue una mujer dueña de sí misma, con mucha autonomía, tanto en su vida como en su obra”, dice la escritora Sara Uribe, quien junto a la escritora y artista visual Verónica Gerber Bicecci, publica Rosario Castellanos. Materia que arde (Lumen).

El volumen, que forma parte de un proyecto que la editorial Lumen inició hace unos años con la idea de releer a escritoras y artistas del siglo XX desde la mirada de creadoras contemporáneas, ofrece una novedosa revisión a la vida y obra de la autora de Balún Canán, utilizando fragmentos de su propia obra, cartas, artículos, teatro, ensayos, cuentos, poemas y novelas.

Esas innumerables citas se mezclan con preguntas e interpelaciones desde el presente, acompañadas de ilustraciones de Verónica Gerber Bicecci.  Un ejercicio de lectura acucioso que llevó a estas dos autoras a redescubrir a la escritora que habían leído en la adolescencia.

“La leí en una antología de poesía en una biblioteca de un pueblito perdido, Ciudad Valles, en San Luis Potosí, porque yo vivía allá y fue un acercamiento juvenil, ingenuo, pero también muy entrañable; encontré en su poesía una poética que me hablaba de cosas que como mujer yo podía vivir o pensar, después a lo largo de la vida la fui leyendo, pero la lectura que realicé ahora de toda su obra, mucho más disciplinada, me dio muchas imágenes e ideas, me abrió el universo de Castellanos, ya no me quedé solo con la idea de una Rosario apegada a ciertos temas como la literatura indigenista, tampoco es únicamente literatura feminista o  sobre el ámbito de lo rural, emplea una cantidad de estrategias para hacernos posar la mirada en aquellas realidades o partes del mundo que a ella le interesa pensar”, dice en entrevista con Reporte Índigo la escritora Sara Uribe.

La también poeta, autora de Antígona González (Sur+, 2012) y Un montón de escritura para nada (Dharma Books, 2019), añade que esta revisión de la vida y obra de Castellanos permite conocer a una autora más autónoma: 

“La imagen que yo tenía de ella era la de una Rosario sufriente, doliente, doliente en los temas amorosos, y más bien me topé con una Rosario, por supuesto enamorada, sobrellevando el desamor, pero que tenía muchas estrategias para sobrevivir, para tomar agencia de los hechos de su vida”
Sara UribeEscritora

“Estoy pensando, por ejemplo, en el hecho de su muerte, la versión que tuve en la adolescencia es una que la deja demasiado en la indefensión, como en la torpeza, incluso Sabines en algún punto se lo recrimina en un poema, y estas nuevas lecturas que hice, pues más bien muestran un hecho que le pudo haber pasado a cualquier persona; todo eso me cambió la visión de Rosario hacia una mujer mucho más dueña de sí misma, con mucha más autonomía tanto en su vida como en su obra”.

Originaria de Comitán, Chiapas, Castellanos falleció en agosto de 1974 en Tel Aviv, mientras ostentaba el cargo de Embajadora de México en Israel, a consecuencia de una descarga eléctrica.

Verónica Gerber Bicecci, quien también descubrió a la escritora en la escuela y en algún momento estuvo obsesionada con un verso del poema “Destino”, asegura que este acercamiento le ha permitido descubrir a una mujer compleja y completa, con un sentido del humor muy ácido. “Descubrí a una escritora que tenía miedo a equivocarse, como lo tenemos todas, pero que era capaz de decirlo”, comparte.

Una mirada femenina

Escrita en plena pandemia, la obra va más allá de citar sólo fechas, hechos personales o familiares que acompañan a una biografía clásica, interpretar o sacar conclusiones contundentes sobre la vida de la autora. Hay aquí una lectura femenina, reconocen las autoras: 

“Hay muchas cosas sobre ella como ser humano que difícilmente podría nadie asegurar o aseverar y yo encontré en la pregunta un modo de no encasillarla y de permitir que las lectoras y lectores sean quienes también descubran las respuestas y le planteen sus propias preguntas, y creo que ahí está un punto de mirada femenina, que no es partir de esta autoridad y certeza que suelen tener algunos escritores o quien escribe desde lo patriarcal. A mí me interesaba partir desde la duda, decir que yo no puedo saberlo todo”, plantea Uribe.

Y el mejor recurso que la autora usa en el libro son las preguntas y hacer hablar a esta figura fundamental de la literatura mexicana desde sus propios escritos.  

“No había escrito nunca un libro de carácter biográfico, fui a revisar algunas biografías sobre mujeres y una de las cosas que no me hacía sentir cómoda era que el personaje del que se habla no fuera realmente el centro del libro.

“Hay biografías donde los padres, los hermanos, los colegas, los maridos ocupan demasiado espacio y no quería que eso ocurriera acá, por supuesto que están todos los personajes que tuvieron que ver con su vida, pero el mayor espacio lo ocupa Rosario”, dice.

A lo largo de las páginas, las ilustraciones de Verónica Gerber Bicecci  establecen un diálogo con el texto, remitiendo a elementos de la iconografía de los bordados que elaboran mujeres indígenas chiapanecas y de la escritura maya, pero también hay dibujos que trasladan al espacio doméstico, como llaves y lámparas.

Se trata de elementos que la misma Rosario Castellanos describe en sus obras y que revelan su sensibilidad para mostrar ese mundo vinculado a lo femenino, comenta Gerber Bicecci, quien se considera una “artista visual que escribe”. 

“Hubo un momento en todo este proceso en el que le pedí a Sara subrayar los objetos y las cosas vivas, plantas, animales, y ese fue un proceso con una mirada completamente femenina, que creo que un hombre no podría hacer, una mirada que corresponde al mundo de lo doméstico, lo minúsculo, al mundo de las cosas chiquitas, en las que nadie repara y en las que Rosario reparaba con un nivel de detalle y potencia importantísimo”, comenta.

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