Realiza cine ‘asiático’… ¡en Chiapas!

El cineasta Carlox Cadena consiguió una locación en San Cristóbal, Chiapas, y logró emular una breve cinta que explora las debilidades de los seres humanos con la estética de Asia inspirada en el cine japonés y en los autores chinos como Mo Yan
Julio Ramírez Julio Ramírez Publicado el
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El cineasta independiente Carlox Cadena logró emular un escenario japonés en un rancho de San Cristóbal de las Casas para hacer un cortometraje que se centra en las debilidades de los seres humanos.

El cortometraje Fin de primavera, de Cadena, quien es arquitecto de profesión, está inspirado en las historias de Akira Kurosawa y tienen guiños a otros artistas asiáticos.

“Todo es parte de la sencilla idea de tomar un vaso con agua, a mí me gusta la simplicidad en cuanto a que sea el núcleo de una historia. En ese sentido, al tomar un vaso de agua, un vasito con agua, que es una acción bastante sencilla que puedo hacer tranquilamente, llevándola a un momento extremo, como el momento de la muerte de alguien, creo que se potencializa, que tiene mayor relevancia porque de algo que yo podía hacer tan sencillamente y ahora dependo de alguien más para poder realizarlo, ahí es donde están las historias que me interesan”, explica Carlox Cadena, en entrevista.

El cineasta independiente presenta este cortometraje hablado en japonés en diferentes festivales.

“Siempre me ha gustado mucho el cine asiático, principalmente el cine japonés, el cine de Akira Kurosawa, por ejemplo, los samuráis me fascinan desde hace mucho tiempo”, explica.

Seres fantásticos

En la historia de Fin de primavera aparecen algunos personajes tomados del imaginario colectivo oriental. Para la realización de la historia fue central haber conocido a Toru Fujimoto, un maestro de catana avecindado en San Cristóbal, además de que se consiguió un predio en el que se pudieron hacer las grabaciones sin la necesidad de tener un permiso más que el del propietario.

“Son (personajes) folclóricos, uno es el demonio de Hannya, literalmente el demonio con los cuernos, es un personaje folclórico japonés, de hecho, hay máscaras muy bellas sobre el demonio de Hannya. Esa máscara yo la hice a lo largo de dos meses, porque adquirir una máscara de Hannya es costoso, es muy caro, y eso si alguien te la quisiera vender porque casi todas están en museos y mandar traer una de Japón también era incosteable en ese momento, por eso me dispuse a hacerla”, revela el creador.

El cortometraje abunda en las narrativas folclóricas japonesas de gran tradición en las películas.

“La otra máscara es un espíritu tengu (perro celestial, en japonés), que es un espíritu bromista, malintencionado, en las leyendas folclóricas japonesas y también hice esa máscara porque precisamente no quería comprar una máscara de plástico y que se viera lo más real posible la textura”, explica.

Tras una estancia en San Cristóbal de las Casas, conjuntó los elementos para hacer “un escenario japonés” que emulara el periodo Edo del Asia, pero en aquel rincón de México.

“Estuve viviendo un rato en San Cristóbal de las Casas y por un amigo conocí a un chico japonés que se llama Toru Fujimoto, que es el protagonista. Casualmente él era maestro de catana, entonces, le dije ‘Toru, me gustaría un proyecto contigo, vamos a hacer una película, un cortometraje’”, expresa.

Toru Fujimoto al principio dudó de hacer el filme, ya que tenía un manifiesto respeto por el arte marcial que implica el manejo de la catana. La idea de la película está centrada en la parte humana de enfrentarse a la muerte y no tanto en recursos de violencia, aunque en el arranque de la cinta hay una secuencia de un duelo samurái.

“En realidad, no se centra en querer hacer una película de acción con espadazos, con muertes, con sangre, sino más bien un trabajo más poético, más introspectivo, quizás más existencialista”, explica Carlox Cadena.

Esta escena inicial considera que es esencial para que el espectador se quede atrapado en la historia de Fin de primavera.

“Los inicios que a mí me gustan en mis películas son aquellos que de una vez te atrapan como espectador, por ahí dicen que los primeros 10 minutos de una película son fundamentales para que pueda capturar la atención de quien esté viéndola y, precisamente, bajo ese principio es que yo hago un comienzo muy tajante”, asegura el cineasta independiente.

Cadena explica que las escenas están enmarcadas también en alegorías e imágenes narradas por Mo Yan, el chino ganador del nobel en 2012 cuyas obras como La vida y la muerte me están desgastando (Kailas, 2006) está situada en el periodo feudal chino.

En la obra de Mo Yan, los personajes reencarnan en jumentos (burros) y bueyes, lo que hace bastante ameno el relato y ayuda a entender ese periodo histórico y la organización social de la sociedad china.

“Mo Yan es de mis escritores favoritos, este libro de La vida y la muerte me están desgastando, estas reencarnaciones, me fascinan y ciertamente también es un gran referente este libro para hacer mi trabajo e incluso el nuevo trabajo que estoy desarrollando se inspira mucho en esta idea de las reencarnaciones del terrateniente Ximen Nao y ahí sí es más fuerte la conexión hacia este personaje”, expresa.

Blanco y negro como recurso

El arquitecto y cineasta explica que el blanco y negro puede ser un recurso que reduce problemáticas con el trabajo de arte, porque a veces se carece de recursos económicos para pintar una pared o hacer cierta coloración del vestuario de los personajes, pero también puede ayudar a hacer “guiños” a cine como el que retrata la época feudal asiática.

“El blanco y negro claramente ayuda a que las texturas se acentúen más, por las sombras, los contrastes, si lo facilita y también fue una suerte de homenaje al cine de Akira Kurosawa, el formato que utilizo en la película, también el tono actoral que tiene Toru Fujimoto es muy teatralizado, precisamente es lo que me gustó, se refleja mucho esta teatralidad que le ponían los actores japoneses”, explica.

Cuenta que hacer cortometrajes con sus propios recursos le ha dado buen resultado, pero está en busca de un proyecto que pueda tener fondos como el del apoyo de desarrollo de IMCINE y llegar así a hacer un proyecto de más calado.

“Es bastante difícil porque el cine es un arte muy costoso, afortunadamente yo tengo la carrera de arquitectura y con lo que trabajo como arquitecto he podido hacer mis películas, y les ha ido bien. Eso de que les ha ido bien ha hecho que poco a poco más gente confía en los proyectos y que se quieran ir abonando, y precisamente por ello estoy metiendo un proyecto hacia el apoyo de desarrollo de IMCINE”, cuenta Carlox Cadena.

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