Su origen es brasileño y era utilizado por chamanes de las tribus amazónicas para realizar rituales. Uno de sus usos más habituales era el de “abrir” caminos y complementarlo con la ceremonia del Ayahuasca.
Ellos, los chamanes, lo consumen con tubos de madera . Aquellos que la usan sólo por diversión lo aspiran como si se tratase de cocaína. En Brasil, comprar un gramo de esta sustancia cuesta por mucho 30 céntimos. Los revendedores que la llevan a Europa ofrecen la misma cantidad hasta en 10 Euros.
Se trata del rapé, una palabra que proviene del francés ‘râpé’, que significa ‘rallado’. ¿Qué es? tabaco puro, tostado y molido hasta convertirlo en un polvo fino que se aspira por la nariz y provoca un efecto similar al de la cafeína.
Revitaliza instantáneamente y además limpia la mucosidad de la nariz; además tiene un efecto agradable al gusto ya que muchas veces se mezcla con canela, cacao o algunas hierbas aromáticas.
Su uso no es nuevo
Aunque actualmente es un producto que se vende mucho en Ibiza, España y otros destinos turísticos de Europa, el rapé tiene una historia incluso más larga que la de los cigarros.
Incluso existen relatos de los chambelanes de Napoleón Bonaparte que revelan su adicción a esa sustancia. En el libro “Napoleón: Una vida”, de Andrew Roberts, se narra un relato en el que describen a Napoleón como una persona que tenía una manía por inhalar rapé, aunque lo hacía muy mal, ya que gran parte de sus dosis se quedaba en su camisa por su poca habilidad.
En España, el rapé es conocido como un polvo que la aristocracia acuñó como una moda que persiste hasta la actualidad.
Al ser tabaco, no hay prohibiciones para su venta y consumo; incluso en países como Marruecos es común que los taxistas inhalen un poco de rapé antes de comenzar su jornada laboral.
Vamos a echar un polvo
La expresión ‘echar un polvo’ actualmente se utiliza para referirse a tener relaciones sexuales, pero su origen se dio gracias al rapé. Entre los siglos XVIII y XIX se convirtió en una moda principalmente para los hombres.
Se consideraba de mala educación inhalar en la mesa frente a las mujeres, por eso los varones se levantaban y se iban a otro lugar para “echar un polvo”.
Después, el pretexto de echar un polvo se convirtió en la excusa para escaparse y reunirse con sus amantes y tener relaciones sexuales. Por eso el término ahora se utiliza para términos que no tienen nada que ver con el tabaco.