La vestimenta habla de la persona casi como lo hace el lenguaje no verbal. Y si se trata de los disfraces que se portan durante las celebraciones alusivas a la Noche de Brujas, esos mensajes son “recursos de comunicación”, como dijo Kit Karrow, quien es profesora e investigadora de la Universidad Gate, en San Francisco.
Y esos recursos dan a conocer “algo sobre ti a los demás y tienen el propósito de suscitar una respuesta. Nadie (normal) porta un disfraz para sentarse solo en casa. Los disfraces son vehículos de conexión social”. O bien, como expresó el escritor Mason Cooley, “la vestimenta hace una declaración. Los disfraces cuentan una historia”.
“Disfrazarse y adoptar una personalidad diferente es una excelente forma para que la gente trabaje a través de comportamientos y sentimientos con los que no se siente particularmente cómoda”, puntualizó April Masini, experta en relaciones y etiqueta.
La investigadora Karen Pine, de la Universidad de Hertfordshire, dijo que la ropa –con mayor razón un disfraz– puede aumentar o disminuir los procesos mentales y la percepción de las personas, lo que genera consecuencias cognitivas, sociales y emocionales, según el personaje.
Masini añadió que cuando el disfraz es sensual o considerablemente sugestivo es porque la persona “quiere adoptar una personalidad atractiva y lúdica que no puede mostrar durante un día normal”.
Solo por hoy
El día de Halloween, los niños que se disfrazan de sus personajes favoritos de la cultura pop, el cine y la televisión también aprovechan para rebelarse y romper las reglas.
El psicólogo Ed Diener realizó un experimento en el que se determinó que al estar detrás de una máscara y con indumentaria ajena a la cotidiana, disminuye el sentido de individualidad de los pequeños y aumenta su sentido y poder de anonimato. Por ello es común que durante esta celebración se cometan fechorías y travesuras.
Andar entre la multitud y en el “anonimato” también hace que desaparezca el sentido de responsabilidad de la persona, de acuerdo a los estudios de Diener. Esto invita a que las personas –sobre todo niños y jóvenes– realicen actos que no se llevarían a cabo sin la presencia de otros.
Este estudio publicado en la revista científica Journal of Personality and Social Psychology analizó la conducta de más de mil 350 niños durante la Noche de Brujas.
El 80 por ciento de ellos permaneció en el anonimato, mientras que el 20 por ciento dio a conocer su verdadera identidad, detrás del disfraz. Es decir, no perdió el sentido de responsabilidad.
Gurit Birnbaum, profesora de psicología del Centro Interdisciplinario Herzliya, en Israel, dijo que “Halloween da a las personas la oportunidad de bailar con el Diablo por una noche, probar la malicia y acariciar los temores profundamente arraigados”.
Vence el miedo
Aunque muchos infantes adoran disfrazarse –tanto en la Noche de Brujas como en un día cotidiano–, algunos padres deben enfrentar la situación de ayudar al pequeño a vencer el miedo a dicha celebración, ya que tienen que lidiar con elementos como sangre, armas y monstruos.
Enrique García Huete, autor de “Aprender a pensar bien”, dijo que “el miedo es una respuesta normal adaptativa ante un peligro. (…). Existen miedos que no nos sirven para conseguir un mayor equilibrio o que nos impiden alcanzar nuestros objetivos. Los miedos exagerados los llamaremos fobias (…)”. Por ello, ante los estímulos que se les presenten en Halloween es importante que “reconozcan la importancia del juego y su valor terapéutico cuando el niño/a interacciona con los estímulos que producen ansiedad, como ocurre en la fiesta de Halloween”.
El héroe que llevas dentro
A pesar de que en la actualidad la niñas quieren dominar la Fuerza como Rey, de los nuevos episodios de la saga de “Star Wars” y los pequeños quisieran formar parte tanto de la Liga de la Justicia como de The Avengers, aún hay quienes sueñan con vestirse –y sentirse– como una princesa o un superhéroe salido de los cómics originales.
Y es que enfundarse en la indumentaria del personaje cambia completamente la perspectiva y actitud de quien la porta.
Ariana Young, psicóloga de la Universidad de Buffalo señaló que “los superhéroes musculosos cambian la imagen corporal de los hombres”. Sí, cuando un niño o un joven se viste como Superman o Batman se crea un efecto positivo que modifica la conexión emocional que tiene el ser humano con su personaje favorito y hasta aumenta su autoestima, junto con la confianza que tiene en sí mismo. Young indicó que puede cambiar el propio reflejo de la imagen corporal de la persona.
Esto, para Young, es una posible explicación “a la inmensa popularidad de los superhéroes en nuestra sociedad es que, para algunos hombres, estos pueden cumplir una importante función psicológica: hacer que se sientan mejor acerca de sus cuerpos”.