Después de una larga batalla, entre momentos de mucha oscuridad y eterna esperanza, Vicente Fernández le dijo adiós a este mundo, a los 81 años de vida.
El llamado “Charro de Huentitán”, quien nació el 17 de febrero de 1940 en el pueblo de Huentitán, El Alto, Jalisco, por más de 50 años se consolidó como uno de los más grandes cantantes mexicanos y el máximo exponente de la música ranchera.
“Estos celos”, “Por tu maldito amor”, “Que de raro tiene”, “La ley del monte”, “Un millón de primaveras” y “Lástima que seas ajena” son algunos de los éxitos de este intérprete que se presentó en emblemáticos recintos como el Auditorio Nacional, la Plaza De Toros México, el Madison Square Garden y el Radio City Music Hall de Nueva York.
En sus más de 50 años de trayectoria, vendió más de 70 millones de discos, ganó ocho Grammy Latino, tres Grammy, 14 Premio Lo Nuestro, el premio “Persona del Año” otorgado por la Academia Latina de Grabación, y múltiples discos de Oro, Platino y Diamante. Incluso, tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.
Como actor realizó más de 25 películas, como Mi querido viejo, Por tu maldito amor, El macho, Sinvergüenza pero honrado, Tacos al carbón, El hijo del pueblo, Jalisco nunca pierde, Crónica de un amor, El albañil y La ley del monte, por mencionar algunas.
“Gracias a todo el pueblo de México, a su público, a toda la gente que nos ha dado tantas muestras de cariño. Estamos tranquilos, estamos unidos, esperando para que toda la familia se pueda despedir y luego pasarlo a la arena para que su público se despida”, expresó Vicente junior.
El primogénito de los Fernández también explicó que el sepelio de su papá será hoy al mediodía, en un evento privado.
Además, se supo que el Gobierno de México ofreció el Palacio de Bellas Artes para realizarle un homenaje de cuerpo presente; sin embargo, la familia declinó la propuesta por el momento, al igual que la que les hizo el gobierno de Jalisco para que llevaran al patriarca al Teatro Degollado.
Políticos, deportistas y celebridades externaron su pesar por la partida del “último ídolo del pueblo”, quien su alcance vocal operístico pudo “rogar, vituperar, exaltar y desnudar su alma sin comparación alguna”.
Los momentos complicados de Vicente Fernández
Como pocos hombres, Vicente Fernández tuvo el privilegio de conocer la gloria y, posiblemente, la inmortalidad. Siendo el único varón de una familia de Jalisco que se tuvo que mudar a Tijuana por problemas económicos, el “Charro de Huentitán” representó a ese mexicano que desde la nada, lo conquistó todo.
Sin embargo, aunque su vida estuvo llena de éxitos y reconocimientos internacionales, también se enfrentó al sufrimiento, la impotencia y el dolor. En su biografía no autorizada, El último rey, la escritora argentina Olga Wornat asegura que existen dos momentos clave que marcaron su camino: la muerte de madre y el secuestro de su primogénito.
María Paula Gómez de Fernández falleció el 8 de noviembre de 1964, a causa del cáncer de mama que padecía, a la edad de 47 años. Ninguno de sus padres lo vio triunfar, por lo que eso era algo que le pesaba al “último gran ídolo mexicano”, ya que no les pudo dar todo lo que él consideraba que se merecían.
“Yo ofrecía serenatas en el barrio de San Juan de Dios, en Guadalajara, recibiendo lo que las personas me quisieran dar. Entonces, dejaba a mi madre en el hospital haciéndose radiaciones y me iba a cantar. Era muy triste. A veces, me aventaba hasta 10 serenatas en una noche con tal de conseguir dinero. Ella fue todo para mí”, dijo Fernández, en una entrevista con Telemundo en 2013.
“Hasta antes de estar internado, le preguntabas por ella y lloraba. Fue un episodio que a él se le clavó como un puñal y nunca lo pudo superar. Sobre todo, porque no tenía elementos para ayudar a que su madre mejorara. Tuvo una vida muy dura”, cuenta Olga, en entrevista con Reporte Índigo.
Paradójicamente, tras perder a su madre, nació el primer hijo del “Charro de Huentitán”, Vicente Fernández junior, quien sería el otro protagonista de uno de los momentos que marcó la vida del cantante.
“Me puse a analizar cuál era el episodio de la vida de Vicente Fernández o cuáles eran los episodios que lo habían marcado, que habían generado un punto de inflexión, que estuvieron a punto de quebrarlo como ser humano, y no hay nada peor para un padre que le pase algo a tu hijo”, asegura Wornat.
Vicente Fernández junior fue secuestrado el 13 de mayo de 1998 por la banda de Los Mochadedos, quienes lo mantuvieron cautivo por 121 días. La familia tuvo que pagar un rescate de 3.5 millones de dólares.
Mientras el primogénito del “Charro de Huentitán” estuvo cautivo, se le amputaron dos dedos de la mano izquierda para presionar a la familia a pagar su rescate. Sin embargo, estos nunca fueron enviados a los Fernández.
“Vicente Fernández creyó que no iba a volver a ver a su hijo con vida, teniendo en cuenta el entorno, el contexto de México de esa época que estaba gobernado por Ernesto Zedillo y que era una época que se caracterizó, justamente, por la alta inseguridad y la enorme cantidad de secuestros. Muchos de ellos no volvían, hay que recordar el caso Arizmendi”, relata la periodista.
Vicente Fernández siempre dijo que si su hijo no hubiera regresado con vida, el mismo hubiera salido y matado a quien sea, aunque sabía que con eso estaba terminada su vida y su carrera, porque era su hijo y no hubiera podido vivir sin él.
“Cuando Vicente junior vuelve en ese taxi al rancho, a Los Tres Potrillos. Llega con barba, flaco, irreconocible y le dice ‘papa, soy yo’ y se ponen a llorar los tres abrazados en el campo (Vicente, Cuquita y Vicente junior), en la oscuridad. Uno se lo imagina y dice qué tremendo”, comparte Wornat.
Así, entre el dolor y la gloria, entre señalamientos de machista y homófobo, Vicente Fernández logrará vencer al tiempo y su música seguirá sonando “mientras que la gente no deje de aplaudir”.