¿Qué sueñas cuando piensas, mexicano? Un homenaje a Leo Matiz
Espejo de Modernidad. Leo Matiz y Diego Rivera es un homenaje a la trayectoria del fotógrafo colombiano como parte del programa de artes visuales de la 49 edición del Festival Internacional Cervantino, en este se mostrará el auge de revistas ilustradas de la época, los círculos de artistas y el camino de México hacia la modernización
Karina CoronaPaisajes claroscuros en blanco y negro de un México antiguo, la gente, que a través de su mirada observó cómo el aura rural se iba perdiendo encaminándose hacia el modernismo citadino. Rostros del pasado donde todos los viajeros, tanto nacionales como internacionales, llegaron con esperanzas de cambiar su vida, son los protagonistas de la mirada del fotógrafo y caricaturista colombiano Leo Matiz.
Durante su estancia en México, de 1941 a 1947, plasmó el desarrollo de la sociedad mexicana, la construcción de infraestructuras y monumentos, el auge de la época dorada del cine mexicano y el muralismo, imágenes que son parte de la muestra Espejo de modernidad. Leo Matiz y Diego Rivera, la cual se inauguró en el Museo Casa Diego Rivera, de Guanajuato, como parte del 49 Festival Internacional Cervantino.
“Intentamos, en todo momento, hacer que Diego Rivera y Leo Matiz dialogaran aquí, en su casa, de lo que fue su ciudad natal. Lo interesante también es el juego del fotoperiodismo, en la revista Así, con esta relación pintura y fotografía, que llaman los teóricos pictorialismo, es decir, qué tanto la fotografía también es una pintura”, explica Julio César Merino Tellechea, curador de la exhibición.
El paso por México de Leo Matiz
La muestra Espejo de modernidad. Leo Matiz y Diego Rivera comprende 140 fotografías y 25 grabados, divididos en cinco núcleos temáticos: “La Urbe: Utopía de la modernidad”; “Entre arte y artistas: imaginarios visuales de México”; “La escuela de la vida”; “México, la alegría del abandono” y “El mito de la ruralidad imaginada”, material iconográfico con el que se da testimonio del contexto artístico y estético de México.
Uno de los desafíos para llevar a cabo la exposición fue lograr que las personas tuvieran conciencia de la modernización de estilos y la complejidad que le implicó a Matiz retratar los paisajes urbanos de manera sublime y casi poética, así como los sueños y añoranzas de la época.
“La ciudad se comienza a transformar, la vida cotidiana, los espacios, como de ser un cuadrito la Ciudad de México, comienza a abrirse, a expandirse. Modernizar era derribar una ciudad vieja para construir o reconstruir un nuevo modelo urbano”.
“El régimen de Porfirio Díaz emprendió el primer proceso de modernización, creó edificios emblemáticos de la Ciudad de México. Todos estos esfuerzos interrumpidos por la Revolución Mexicana y Leo Matiz recorrió estas calles, para dar un registro, no sólo de la monumentalidad mexicana, sino también de la vida diaria, tranvías que transitaban las calles principales, letreros y este choque, entre autos y el tránsito de los peatones”, recalca César Merino.
Con la construcción de los edificios y avenidas, como San Juan de Letrán, hoy Eje Central, que se volvió el corazón del peregrinaje citadino, la Ciudad de México que capturó Matiz fue aquella del encanto, fascinación, pero también de la segregación y la pobreza.
Una ciudad donde llegaron migrantes con sueños y ansias de progreso, pero en lugar de ello se encontraron con conflictos sociales y más pobreza.
“Encontramos un contrapicado, el dramatismo de un mundo que se está modernizando. Policías de tránsito, un trabajo nuevo para la época. Vemos a un organillero, quienes sólo existen en México, es un especial aparato que hace ambiental la Ciudad de México y que Porfirio Díaz mandó para usarlos en la ciudad como ambiente”, relata el curador.
Pero, a pesar de ser una gran urbe, la lente de Matiz refleja también la naturaleza. México seguía conectado por canales desde la época prehispánica y virreinal, en La Viga había un canal donde llegaban vendedores. Incluso, una imagen de Matiz vislumbra esto al detener su mirada en un niño trajinero.
El contacto con los muralistas
El fotógrafo colombiano llegó a México en 1941, cuando el muralismo se había agotado como discurso pictórico; sin embargo, sus temas siguen presentes en el Cine de Oro. En esa década, Diego Rivera concluía los muros de Palacio Nacional y pintaba los del Instituto Nacional de Cardiología.
Por su parte, José Clemente Orozco terminaba su visión del apocalipsis, segunda obra encargada para la Suprema Corte de Justicia, mientras que David Alfaro Siqueiros regresaba de su exilio en Chile en 1945, tras ser señalado por ser uno de los autores intelectuales del homicidio de León Trotsky, para iniciar su mural “Cuauhtémoc contra el mito”, en Tlatelolco.
“La pasarela artística de México, la vida artística, la vida donde Matiz se forma: Rivera, Orozco, Siqueiros, Kahlo, las academias de arte y vamos a ver a través de estas fotos su relación con ellos, su trabajo y un poco la formación misma del artista”, añade.
El recorrido fotográfico permite conocer más allá las obras de los muralistas, pues la cámara del colombiano consigue captar su intimidad, cómo trabajaban los artistas en los estudios.
“En el tercer núcleo, vemos el desencanto de la modernidad, es una parte con toda la ceremonia política, celebraciones, la guerra y lo más importante, ver cómo esta ciudad y estos ritos de la popularidad mexicana comienzan a convivir con este proceso de modernidad, incluyendo algo fundamental que son los niños, la educación, qué pasa con esto, niños abandonados menesterosos que se quedan en la calle y que sigue sucediendo en el país y en el mundo”, aclara.
Asimismo, la muestra revela su contacto con la cinematografía, de esta ruralidad imaginada: “le llamé así porque piensa que él es un colombiano, él está imaginando la ciudad, que está en la literatura, en el cine, murales y él empieza a fotografiar a través de esa perspectiva”, agrega.
Leo Matiz fue conocido por la prensa como un artista torturado y rebelde, pero que logró evolucionar su mirada en México. Se involucró en la caricatura, expandió sus inquietudes artísticas en diversas plataformas como el fotoperiodismo, mismas que sirvieron como promoción turística del país.
“Matiz empieza su desafío, que su foto sea cinematográfica, porque estas imágenes crean una idea de lo que era la ruralidad mexicana, que a pesar de que vemos estos rostros, mujeres de Oaxaca, empieza a poner una visión de los indígenas. Matiz desafiaba, y al estudiar su obra, nos permite entender otro tipo de visión, de entender el imaginario nacional y no por un mexicano, sino por un colombiano”, puntualiza Julio César Merino.
Toma nota
La muestra Espejo de modernidad. Leo Matiz y Diego Rivera estará en el Museo Casa Diego Rivera, en Guanajuato, hasta el 30 de abril de 2022