Que les paguen igual

No se trata de feminismo, equidad de género o igualdad, se trata de justicia salarial. El 17 por ciento de brecha salarial en América Latina, el 18 por ciento en Estados Unidos y el 16.4 por ciento en la Unión Europea son un factor primordial en el aumento del riesgo de padecer depresión, en el caso de las mujeres.

María Alesandra Pámanes María Alesandra Pámanes Publicado el
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veces más probabilidad de tener un trastorno de ansiedad tienen ellas cuando no están a la par de su contraparte

No se trata de feminismo, equidad de género o igualdad, se trata de justicia salarial. El 17 por ciento de brecha salarial en América Latina, el 18 por ciento en Estados Unidos y el 16.4 por ciento en la Unión Europea son un factor primordial en el aumento del riesgo de padecer depresión, en el caso de las mujeres.

Y es que de acuerdo a la investigación “Unequal depression for equal work? How the wage gap explains gendered disparities in mood disorders”, realizada por la Mailman School of Public Health de la Universidad de Columbia, las mujeres que ganan menos que su contraparte masculina tienen cuatro veces más riesgo de padecer depresión. Y 2.4 veces más probabilidad de sufrir trastornos de ansiedad.

Sin embargo, las mujeres que ganan el equivalente al sueldo de un hombre (o más), y tienen el mismo nivel de educación y cuentan con los mismos años de experiencia laboral, tienen menor incidencia a trastornos de ansiedad y no muestran síntomas de depresión.

Jonathan Platt, autor del estudio y quien es candidato a doctorado en el Departamento de Epidemiología de la Universidad de Columbia, dijo que “hay muchas, muchas hipótesis para explicar por qué: los cambios hormonales durante la pubertad, los mecanismos biológicos, varias cuestiones relativas a la exposición social y ambiental, diferentes clases de traumas durante la infancia y a lo largo de la vida (un número mayor y una frecuencia mayor de traumas). Y la frecuencia de los factores de estrés. Entre ellos, cuando se habla de género, esa clase de factores sociales pueden ser discriminación, experiencias discriminatorias”.

En palabras de Platt, se sabe que si una persona percibe que tiene una experiencia discriminatoria “tiene un posible factor de riesgo (para la depresión y la ansiedad), pero ¿qué pasa con un montón de experiencias que la gente puede tener, y son potencialmente discriminatorias desde el punto de vista del género, que no se cuentan entre las que se perciben?”, agregó Platt.

Mientras que, de cierta manera, han sido efectivas “para reducir la discriminación por género en sus maneras más explícitas, las maneras menos conspicuas de discriminación estructural persisten, bajo la forma de la devaluación social y económica y la marginalización y los eventos negativos en el ámbito de trabajo (por ejemplo, con respecto a promociones, asignación de tareas)”, dijo el experto.

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