En los últimos años, el término “adrenocromo” ha cobrado notoriedad en ciertos círculos, especialmente en internet, asociado a teorías conspirativas y narrativas sensacionalistas. Sin embargo, es crucial separar la realidad de la ficción cuando hablamos de esta sustancia.
El supuesto uso polémico de esta sustancia parte de que en redes sociales existen personas que afirman que se trata de un tipo de “súper droga” reservada para élites sociales que les permite uso de habilidades como el de rejuvenecer o incluso el ejercicio de control mental.
¿Qué es el adrenocromo?
Químicamente, el adrenocromo es un producto de la oxidación de la adrenalina, una hormona que nuestro cuerpo produce en situaciones de estrés.
Sin embargo, es importante destacar que la cantidad de adrenocromo que se produce de forma natural en el organismo es extremadamente pequeña y no se acumula en niveles que puedan generar efectos significativos en nuestro cuerpo.
Algunos estudios realizados entre 1950 y 1960 encontraron que el adrenocromo provocaba reacciones psicóticas, tales como el trastorno de pensamiento y la desrealización.
En contraste, a pesar de las afirmaciones que circulan en internet, no existe evidencia científica sólida que respalde las afirmaciones sobre los supuestos efectos del adrenocromo.
Asimismo, las teorías que lo vinculan a experiencias psicodélicas intensas, control mental o incluso propiedades sobrenaturales carecen de base científica y se basan en especulaciones sin fundamento.
Su uso para potenciar habilidades mentales tiene principalmente su origen en la ficción. Por ejemplo, el autor Hunter S. Thompson mencionó el adrenocromo en su libro de 1971 Miedo y asco en Las Vegas.
Sin embargo, el propio autor reconoció que su interpretación sobre el uso de adrenocromo es en realidad una exageración ficticia, por lo que los supuestos efectos de esta droga no tienen una base científica real.
En este contexto, es fundamental recordar que la información que encontramos en internet debe ser evaluada críticamente y contrastada con fuentes confiables. La difusión de noticias falsas y teorías conspirativas puede tener consecuencias negativas en la salud y en la confianza de la sociedad.
