La carrera por llegar a lugares inimaginables del cosmos está a la orden del día y los intentos por poblar la Luna, Marte e incluso otros rincones del universo ya se planean, y se investigan las mejores maneras para no fallar cuando se lancen misiones tripuladas.
Sin embargo, las iniciativas y empresas de tecnología espacial están en un proceso de “prueba y error” dado que, en palabras de la NASA, “la tarea de lanzar cohetes es increíblemente difícil” y costoso.
Y, pese a que inclusive ya hay precandidatos para las misiones tripuladas a lugares como Marte, lo cierto es que entre todos los riesgos e impedimentos se deben desarrollar, a toda costa, nuevas tecnologías de propulsión. Y ese sería solo el primer paso.
Del Antares llega el aprendizaje
El cohete Antares de la empresa Orbital Sciences explotó el pasado martes, seis segundos después de haber sido lanzado en una misión para llevar la cápsula “Cygnus” a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés).
El Antares pretendía llevar provisiones a la estación espacial, y se trataba de una misión no tripulada.
Este fue el primer accidente que ocurre desde que los lanzamientos de la NASA dependen de dos firmas privadas: SpaceX (de Elon Musk, el “Iron Man” de la vida real), y Orbital Sciences.
La explosión del Antares pone en juego el papel de Orbital como el principal proveedor para llevar suministros a la ISS. En el 2008 fue cuando firmaron el contrato con la NASA Orbital y la compañía de Musk.
Y es que siempre se criticó a Orbital, de hecho el propio Musk habló de ello en entrevista con la revista Wired hace dos años: “Uno de nuestros competidores, Orbital Sciences, tiene un contrato de abastecimiento con la Estación Espacial Internacional, y su cohete de verdad suena a broma. Utiliza motores de cohetes rusos fabricados en los 60. Y no me refiero a que su diseño sea de los 60 – me refiero a que el arranque lo hacen máquinas que literalmente se fabricaron en los 60, empaquetados en algún lugar de Siberia”.
La explosión le dio a Musk la razón… o al menos así lo señalaron medios internacionales tras la explosión del cohete.
De acuerdo a la revista Time, Elon, en parte, tiene razón. El Antares utilizó dos cohetes “Aerojet AJ-26”, que son cohetes rusos modificados NK-33, los cuales fueron fabricados en la década de los 60, como indicó Musk en Wired. Estos cohetes fueron modificados por la empresa californiana Aerojet.
Si el problema principal de la explosión fueron los motores, será difícil que Orbital se quede como el proveedor de la NASA.
Por ahora, la plataforma está fuera de servicio, “esta solo es una plataforma certificada para el lanzamiento del cohete Antares (…) Así que, repararla será una de las principales prioridades. Trabajaremos muy de cerca con el estado de Virginia, con la NASA, para asegurarnos de que se realice rápidamente y lo más seguro posible”, dijo Frank Culbertson, vicepresidente ejecutivo de Orbital Sciences.
Durante el fin de semana, la mayoría se preguntó: ¿Se quedarán sin suministros y provisiones los astronautas de la ISS?
“Si nos llega una petición para reabastecer de urgencia la ISS, responderemos a esa demanda”, señaló Alexei Krasnov, responsable de la Agencia Espacial Rusa, a la agencia estatal RIA Novosti.
Por su parte, Mike Suffredini, encargado de la ISS, enfatizó que aún tienen víveres suficientes para cuatro o seis meses más y, si les llega una petición para reabastecer la ISS de manera urgente, “responderemos a esa demanda”.
Este accidente no solo es una oportunidad de oro para Elon Musk, sino que también se traduce en una experiencia y aprendizaje para el resto de iniciativas que intentan poblar el cosmos, o al menos lanzar misiones tripuladas a otros planetas, entre ellas Mars One, que pretende poblar el Planeta Rojo en el 2025.
Además, esta explosión también es un golpe duro hacia el intento de privatizar el espacio. Después de la explosión, la NASA aseguró que respaldará a Orbital y que ya se investiga la causa de este accidente.
Tecnología de bajo costo
Rusia, Europa y Estados Unidos son solo algunos de los países que ya han enviado misiones no tripuladas a Marte. China quiso lograrlo sin éxito en el 2011 y Japón lo intentó en el 2013. Pero en noviembre del año pasado, la India se colocó como otro candidato para llegar al Planeta Rojo.
La India envió la nave Mangalyaan, que no solo superó el intento de China, también representó una oportunidad de mostrarle al mundo entero que tiene potencial y poder con tecnología “más barata” que otras naciones.
Esa misión costó 54 millones de euros. En comparación con las de Estados Unidos, esta misión es 10 veces más barata.
Al igual que el Curiosity, el rover de la NASA que aterrizó en el Planeta Rojo el 6 de agosto del 2012, la nave Mangalyaan estudia la superficie marciana, su topografía y atmósfera.
Hasta el año pasado, 23 de las 40 misiones que se han lanzado rumbo al cuarto planeta del Sistema Solar, han fracasado.
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