En los países del primer mundo, aquellos en los que habitan las personas con las mejores situaciones económicas hay un problema que está surgiendo y que aqueja, sobre todo, a los niños. Enfermedades prevenibles y algunas hasta erradicadas están volviendo y una de las causas principales de ello es la tendencia de los llamados “anti-vaxxers”, término utilizado para describir a las personas que están en contra de la vacunación.
En los países en vías de desarrollo, en cambio, las campañas de vacunación siguen vigentes, por lo que los casos de enfermedades como sarampión cada vez son más escasos (o nulos).
Por ejemplo, en diciembre 2014 resurgió el sarampión luego de haber sido erradicado en Estados Unidos desde 2002. Se registraron alrededor de 668 personas infectadas con este virus que causa enrojecimiento de la piel y fiebre alta, luego de contagios que iniciaron en Disneylandia.
Ese mismo año se presentaron casos de tos convulsa –la cual se controló desde 1970– registrando alrededor de 10 mil personas afectadas, cifra que en 2015 aumentó a 18 mil.
Al 71 por ciento de los niños sin vacunas que fueron afectados por el brote de sarampión se le privó de la vacuna por cuestiones religiosas e ideológicas. Pero no se toma en cuenta que, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), las vacunas salvan 2.5 millones de vidas al año.
La viruela fue erradicada en 1980 con la ayuda de una vacuna, señaló The Economist, y la poliomielitis debe seguir ese camino. “En ambos casos, los países ricos abrieron el camino, pero el nuevo patrón se ve muy diferente”, con la ascendente tendencia de los anti-vaxxers.
Además, el debate alrededor de las vacunas se ha vuelto un problema no solamente de salud o ciencia, también se ha convertido en una problemática política y económica, tanto en países desarrollados como en los del Tercer Mundo.
Ya no ‘lucran’ como antes
El doctor Daniel Stamboulian, inmunólogo y director de FUNCEI (Fundación Centro de Estudios Infectológicos) dijo en Infobae que “las vacunas fueron y son, después del agua potable, los elementos más importantes para la reducción de las enfermedades y muertes (…) los llamados ‘grupos anti-vacunas’ no tienen ningún sustento científico que los avale. Cuando existe una vacuna capaz de prevenir una enfermedad es siempre mejor inmunizarse, antes que padecer la infección. Hay que pensar que si la persona que se enferma pertenece a un grupo de riesgo, puede tener complicaciones graves e, incluso, perder la vida”.
Aunque algunos laboratorios sí se aprovecharon de la situación y lucraron con el mercado de las vacunas, hasta el 2010 éste significó “un rincón olvidado del negocio de las drogas (…) con tecnología antigua, poca inversión y desastrosos márgenes de beneficio, muchas empresas vendieron sus divisiones de vacunas para concentrarse en drogas más rentables”, de acuerdo a The Economist.
Esto aunado a que con la erradicación de algunas enfermedades, el negocio de las vacunas sí sufrió una baja y entre 1994 y 2013, hubo un ahorro neto de 295 mil millones de dólares en Estados Unidos.