Primeros auxilios para el patrimonio cultural. Publican manual para atender tesoros coloniales en caso de sismo

Investigadores del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM proponen una guía para atender murales u otros objetos destruidos en iglesias, a partir de la experiencia de los sismos de 2017, una catástrofe que evidenció que las instituciones mexicanas no estaban preparadas para dar primeros auxilios al patrimonio cultural
Abida Ventura Abida Ventura Publicado el
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Los sismos de 2017 evidenciaron que las instituciones mexicanas encargadas de la protección del patrimonio cultural no estaban preparadas para dar primeros auxilios adecuados a los cientos de tesoros coloniales que quedaron sepultados entre los escombros.

Además de la falta de personal especializado para revisar con urgencia los 2340 inmuebles históricos dañados, según datos reportados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ese desastre natural dejó clara la falta de herramientas básicas como  catálogos de bienes en las iglesias y conventos, directorios actualizados de contactos clave en las comunidades o usuarios de los recintos, o planes de manejo de riesgos que permitiera a especialistas o a personas de las comunidades rescatar de manera correcta y ordenada esculturas, retablos o los murales destruidos.

Ante esto, investigadores del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM proponen un Manual para el rescate de colecciones patrimoniales en caso de desastre por fenómenos naturales, que nace de la experiencia de una brigada de especialistas que evaluaron  y registraron los murales  severamente dañados en los ex conventos de San Juan Bautista de Tlayacapan y San Guillermo Totolapan, que forman parte de la Ruta de los Conventos en Morelos, clasificados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Ambos recintos registraron daños descomunales, como colapso de campanarios y de sus bóvedas, lo cual dejó en ruinas esculturas, retablos, objetos diversos del siglo XVI y, sobre todo, decenas de metros cuadrados de murales novohispanos de los que se tenían escasos registros o no habían sido estudiados adecuadamente.

“Había zonas de los conventos que incluso nunca habían sido registradas fotográficamente porque son zonas ocupadas por los padres, que son los que tienen en comodato la utilización de esos espacios. Nuestro proyecto también puso de manifiesto la importancia de tener una investigación previa, tener una lista de los bienes, cuáles son sus vulnerabilidades y dónde podemos ir atendiendo para que cuando se produzca un desastre, las acciones puedan ser priorizadas, qué vas a atender primero, no solo lo que está más grave, sino también lo que tiene mayor valor cultural, simbólico o artístico”, dice en entrevista Elsa Arroyo Lemus, coordinadora del manual.

La publicación, que está disponible en la web para consulta y descarga de cualquier usuario, delinea protocolos de seguridad personal, lineamientos para un eficiente registro fotográfico, fichas para el registro adecuado de los daños, además de que propone el diseño de planes integrales de manejo de riesgos para cada recinto, así como crear un mapa de afectaciones del patrimonio cultural de México que se vincule con el Atlas Nacional de Riesgos del Centro Nacional de Prevención de Desastres. Todo esto con el fin de dar primeros auxilios a los bienes culturales de manera adecuada para que su recuperación sea más eficiente.

De acuerdo con la investigadora, la falta de protocolos para atender recintos históricos dañados por sismos hizo que en 2017 se priorizara la estabilización de los inmuebles, dejando de lado lo que había adentro, como la pintura mural de estos monasterios que la UNESCO reconoció en 1994 como únicos por su calidad arquitectónica.

“A lo que se le da prioridad es al establecimiento de las condiciones de seguridad del espacio construido y al final la pintura mural parece como accesoria, como algo que no es tan importante”, lamenta Arroyo Lemus.

Sin embargo, en este caso esos murales tenían una relevancia crucial, ya que algunos fueron hechos por pintores indígenas y eran ejemplos únicos en cuanto a su técnica. “Si hiciéramos un listado de los monumentos del siglo XVI que se han conservado hasta ahora y que todavía conservan pintura mural, allí estarían, por lo menos, 10 de la Ruta que fueron demasiado afectados en 2017 y muchos de los cuales no se hizo esta aproximación como la que nosotros hicimos”, dice la investigadora, quien aclara que su experiencia frente a la brigada de rescate enviada por la UNAM para apoyar al INAH se concentró únicamente en el registro y documentación de murales de estos dos conventos. El proyecto terminó a mediados de 2018, ya que la reintegración de los frescos estará a cargo de empresas contratadas por el INAH.

La especialista relata que aunque quisieron replicar estos mismos protocolos de rescate en otros conventos de la Ruta (en total son 14), ya no fue posible porque otros equipos de trabajo habían avanzado en la restauración de esos edificios.

El manual de 100 páginas nace de la experiencia del rescate de murales, pero también se plantea como una guía para actuar en la recuperación de cualquier bien cultural destruido, ya sea por sismos, incendios o erupciones volcánicas. El documento pone énfasis en la colaboración interinstitucional, en donde tanto las comunidades que custodian como el INAH, el Ejército con su Plan DN-III-E y ahora la Guardia Nacional, a través de la Unidad de Tutela del Patrimonio Cultural, pongan en marcha un mismo protocolo de rescate ante cualquier emergencia.

El daño es incalculable

La magnitud del desastre de 2017 rebasó a todos y hoy, a seis años de la tragedia, pese a los esfuerzos de la Secretaría de Cultura y el INAH para recuperar los recintos, la verdadera dimensión de los daños sigue sin conocerse, opina Arroyo Lemus:

“La evaluación de los daños tendría que pensarse caso por caso, qué se perdió, qué es lo que se pudo recuperar, cuál es el estado actual, pero no ha habido esa discusión, no ha habido un momento donde nos sentemos a pensar qué es lo que perdimos y, si queda algo, cómo lo podemos subsanar, cómo podemos establecer un programa de acciones para tratar de evitarlo”
Elsa Arroyo LemusInstituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM

Además, añade, “hay muchos monumentos que se quedaron intervenidos a la mitad, otros que fueron intervenidos por empresas que no tenían ni la capacidad ni la técnica ni los conocimientos para hacerlo”.

A todo esto, dice, se suma la falta de transparencia para conocer de forma puntual los avances en la recuperación de cada recinto. “Tengo la confianza de que en las instituciones que están a cargo trabajan muchos especialistas que pueden colaborar, pero también quisiera que esos trabajos se dieran a conocer mucho más, porque yo no los conozco y eso que estoy muy interesada en los temas de la pintura mural del siglo 16. Me pregunto si las comunidades conocen los avances,” plantea.

La Ruta de los Conventos

La Ruta de los Conventos integra 15 monasterios del siglo XVI construidos en las faldas del Popocatépetl, 11 en Morelos, tres en Puebla y uno en Tlaxcala. El conjunto fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994 y durante los sismos de 2017 la mayoría de los edificios sufrieron daños severos.

Algunas propuestas del Manual:

  • Creación y actualización de inventarios y catálogos de colecciones en iglesias
  • Protocolo de documentación fotográfica
  • Fichas para el registro adecuado de daños
  • Crear planes integrales de manejo de riesgos para cada recinto
  • Elaborar un mapa de afectaciones del patrimonio cultural de México que se vincule con el Atlas Nacional de Riesgos del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred)
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