Los terremotos ocurridos en el mes de septiembre dejaron consecuencias devastadoras en distintos estados de la República Mexicana. Tras el paso de la tragedia, los mexicanos demostraron que la unión hace la fuerza y la solidaridad hizo notar que los ciudadanos son empáticos, sensibles y sumamente fraternales.
Y es que a pesar de que los desastres naturales no pueden prevenirse, sus consecuencias sí pueden minimizarse.
En el Día Mundial para la Reducción de los Desastres, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que “la vulnerabilidad social, económica y ambiental pueden exacerbarlos. En cualquier caso, nadie está a salvo de ser víctima de una catástrofe natural. Por lo tanto, la reducción del riesgo de desastres concierne a todo el mundo, desde los campesinos hasta los jefes de estado, desde los banqueros hasta los abogados, desde los meteorólogos hasta los jefes de medios de comunicación”.
En los últimos 20 años, más de 1.35 millones de personas han perdido la vida a causa de la vulnerabilidad y la exposición a amenazas de índole natural.
Y más de 4 mil millones de personas han tenido que desplazarse “y se han quedado sin hogar, han resultado heridas, lesionadas o han tenido que recurrir a algún tipo de ayuda de emergencia”, agrega.
¿Qué se puede hacer? Aunado a informarse sobre las situaciones de riesgo, protegerse y seguir protocolos de seguridad, la ONU pide que se sensibilice “a la opinión pública mundial sobre una serie de acciones, políticas y prácticas que se han aplicado con éxito para reducir la exposición a los desastres en distintas comunidades, y con las que se ha contribuido a salvar hogares y medios de vida. Esto representa un gran desafío, que solo se puede superar a través de la coordinación, la cooperación y la colaboración entre los diversos grupos implicados”.
Además de informarse y seguir protocolos de seguridad, la ONU llama a la sensibilización de la opinión pública mundial
+300
