Presentan musical sobre Pedro Páramo en el Bosque de Chapultepec

En el Bosque de Chapultepec se presenta Comala, Comala, un estudio de teatro y música sobre la obra de Juan Rulfo. Pedro Chemor explica cómo fue componer la música y las letras de las canciones para este proyecto
José Pablo Espíndola José Pablo Espíndola Publicado el
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A principio de la pandemia, el músico y compositor Pablo Chemor recibió una llamada. “Nos gusta tu trabajo, te queremos poner a prueba para formar parte de este proyecto”. La invitación era para sumarse al equipo de “Comala, Comala”, un musical basado en la novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo.

Desde el principio, el planteamiento fue, “queremos algo que suene mexicano, pero sin que suene folklórico, como mexican curious, queremos que sea algo más teatral, pero que tampoco suene a Wicked”, recuerda el también actor, en entrevista con Reporte Índigo.

“Sentí que era un reto muy grande abordar un clásico tan consagrado, pero al mismo tiempo con ese planteamiento, con ese reto sobre la mesa, sentí algo que no sentía desde hace mucho y dije este proyecto es para mí, tiene mi nombre, yo lo quiero hacer; entonces, le eché muchas ganas a esa primera canción que me pidieron como prueba, un poquito para ver si éramos compatibles artísticamente el equipo de producción y yo”, cuenta Chemor.

Finalmente se quedó e hizo toda la música de Comala, Comala, un primer acercamiento de reinterpretación de la novela de Juan Rulfo al teatro musical. La pieza sigue el viaje de Juan Preciado a un lugar donde los vivos y los muertos se entrelazan en una especie de mundo sobrenatural.

La idea original es de Alejandro Bracho y Alonso Teruel, con la dramaturgia de Conchi León y las composiciones de Pablo Chemor. El montaje se presenta como parte del programa artístico de LagoAlgo (Bosque de Chapultepec, Pista El Sope S/N, Bosque de Chapultepec II Secc), este viernes, sábado y domingo.

Estas presentaciones son el resultado de un taller en el que participaron el elenco y equipo creativo: Aída López, Melisa Castellanos, Pablo Chemor, Susi Estrada, Conchi León, Nicolás García Lieberman, Stephano Morales, María Penella y Alonso Teruel

El proceso de composición

La primera canción que compuso Pablo Chemor fue “Dolores”, que le canta la mamá de Juan Preciado al principio de la obra. Está dividida en dos secciones, la primera es “El coro de No”, porque es simplemente Dolores, sola en el escenario, dice: no.

“Me apareció una imagen muy poderosa, una mujer diciendo que no, y me di cuenta de que, de alguna manera, de eso se trata la historia. Después ya viene la canción en sí, donde está Dolores diciéndole, no dejes de ir a Comala a buscar a tu papá.

“Me llamó mucho la atención la prosa de Rulfo, no dice, ‘tienes que ir a Comala’, sino que le da la instrucción a partir de la negación, le dice, ‘no dejes de ir a visitarlo y a cobrarle todo lo que nos debe’. Es una canción que empieza como de cuna y se va volviendo como una procesión funeraria de la propia muerte de Dolores”, explica el compositor.

Para el resto del trabajo musical, Pablo confiesa que fue, primero, confiar en el trabajo original y, después, abordarlo como una obra más, sin los nervios de saber que era una obra del gran juan Rulfo, lo cual le ayudó a bajar un poquito al autor del pedestal y dialogar con él.

“Tomé mucho la prosa del libro como material musical, es decir, en vez de hacer una canción inventada de la nada sobre una escena, fui agarrando las líneas del texto, como esa de ‘no dejes de ir a visitarlo’, esa es una línea textual que dice Dolores”, comparte.

Si bien es cierto, a veces, a la hora de hacer canciones no cuadra la prosa con el formato de verso de canción, para este proyecto Chemor intentó jugar en la mayor medida posible con las palabras originales del autor. En cuanto al trabajo de mesa, lo califica como “muy rico”, porque con Conchi León hizo un ejercicio de provocaciones; ella escribía una escena y se la mandaba y él escribía una canción, y así se fueron.

También hicieron un retiro, se fueron a una hacienda en el Estado de México y ahí dejaron que todo fluyera. Estuvieron tres días, la primera noche tomaron tequila y leyeron la novela completa, y los siguientes días realizaron mesas de discusión, ejercicios escénicos y cantaron.

En total, Pablo compuso seis canciones y otros tantos momentos musicales, más atmosféricos y abstractos.

“En cuanto al género no sabría decirte, hay algunas canciones que están más evidentemente influenciadas por géneros de músicas mexicanas, como por ejemplo el son huasteco o como la pirekua michoacana, pero siempre sin tratar de hacer un pastiche y mejor hacer algo original”, resalta el compositor.

Un mensaje poderoso

El musical cuenta una narración de Susana San Juan sobre el velorio de Dolores, para lo que hicieron un ejercicio muy de escuela de teatro que fue quitar todas las palabras, menos los sustantivos, es decir, quitaron todos los verbos y los artículos.

“Ese momento musical es una canción donde solo se dicen sustantivos, mamá, tú, velas, sillas, pasillos, abrazos, y es muy bonito ver cómo se vuelve una narrativa en otro plano. Hay otro momento que es como el paralelo, durante la muerte de Pedro Páramo, hicimos lo mismo, pero nosotros dejamos los verbos en cualquier conjugación que aparecieran en ese fragmento, y también se vuelve muy poderoso. Son como los dos momentos cabecera de la obra hacia el final, que me gustan mucho”, describe el compositor.

Para este proyecto también decidieron no tener una figura cabeza en la dirección y prefirieron hacer una creación colectiva, lo cual, dice, fue muy enriquecedor, claro, con sus momentos difíciles.

“Fue bonito porque nos dimos cuenta, al final, que fue muy congruente con el texto que estamos haciendo y con la obra que estamos haciendo, porque es como una pequeña fábula sobre el patriarcado. La última imagen del libro es como Pedro Páramo se desmorona como un montón de piedras”, cuenta.

Y es justo ahí donde este montaje toma relevancia, en lo vigente de sus mensajes en el contexto que estamos viviendo. Por un lado, la violencia y, por el otro, el régimen patriarcal en el que seguimos viviendo.

“Es escalofriante lo vigente que es la obra hoy en día, una obra con un texto que está situado en un pueblo rural en México a mediados de siglo y lo vigente que sigue siendo en todos lados del país este 2023. Los hombres decimos y disponemos y muchas veces las mujeres son tratadas como objetos, como cosas que están a la disposición del patriarca. También la cuestión de abandono y temas de soledad que no solo son muy vigentes en México, sino universales”, finaliza.

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