Predicar con el ejemplo

Al parecer, ya quedó en el pasado la justificación de que un desempeño académico impecable es producto de factores como el estatus socioeconómico y la raza.

En su nuevo libro “Smartest kids in the world”, la periodista estadounidense Amanda Ripley, sigue de cerca a tres adolescentes de Estados Unidos mientras pasan un año de intercambio en Finlanda, Polonia y Corea del Sur. 

Eugenia Rodríguez Eugenia Rodríguez Publicado el
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Al parecer, ya quedó en el pasado la justificación de que un desempeño académico impecable es producto de factores como el estatus socioeconómico y la raza.

En su nuevo libro “Smartest kids in the world”, la periodista estadounidense Amanda Ripley, sigue de cerca a tres adolescentes de Estados Unidos mientras pasan un año de intercambio en Finlanda, Polonia y Corea del Sur. 

The Economist señala que cuando la autora estuvo de visita en una escuela en la que abunda la cantidad de inmigrantes refugiados  en Helsinki, la capital finlandesa, un profesor le comentó a Ripley que el cerebro de los alumnos es lo que cuenta realmente, en lugar de prestar atención a sus orígenes.  

Muy diferente a la situación en otros países como Estados Unidos, en “donde se culpa a los orígenes de las personas y a los barrios por la mediocridad académica”. 

Además, en estos “países de niños inteligentes”, las escuelas operan con la misión de contribuir a que los niños dominen materiales académicos complejos, en lugar de ser “sitios dedicados a la excelencia en el deporte”, enfatiza Amanda.

En estos países, los maestros tampoco llevan un registro de los estudiantes en sus distintos niveles intelectuales, lo que solo tiende a “disminuir el aprendizaje y a estimular la desigualdad”. 

Además, describe The Economist, “las aulas suelen ser discretas, libres de los aparatos de alta tecnología”, que los estudiantes extranjeros encuentran de vuelta en las escuelas de su lugar de origen.

Se trata, sencillamente, de planteles educativos donde los alumnos se toman muy en serio sus estudios. “Los niños tienen éxito en las aulas donde se les espera que lo tengan”, concluye Ripley.

 

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