Por una verdadera red social
¿Qué hubiera pasado si el jueves 19 de septiembre de 1985 hubiera existido Twitter, Facebook, Instagram y YouTube? Seguro siete de los 10 Trending Topics mundiales estarían hablando del gran terremoto de México, generando un raudal de información "inservible": mensajes de apoyo, preguntas para saber si todos están bien y, en general, retuits de tuits de este tipo.
Juan Antonio Zertuche
¿Qué hubiera pasado si el jueves 19 de septiembre de 1985 hubiera existido Twitter, Facebook, Instagram y YouTube? Seguro siete de los 10 Trending Topics mundiales estarían hablando del gran terremoto de México, generando un raudal de información “inservible”: mensajes de apoyo, preguntas para saber si todos están bien y, en general, retuits de tuits de este tipo.
No faltaría el típico chistosito creando el siguiente meme desde la comodidad de su computadora y su Photoshop. Instagram estaría lleno de imágenes de escombros con el filtro más hipster del momento y YouTube nos daría muchísimas más imágenes de lo que las cadenas de televisión pudieran captar. Todo un caldo suculento de contenido morboso para consumirse desde afuera del lugar de la tragedia.
Pero en medio de este mar de desinformación, rumores que se esparcen a gran velocidad y de contenido que aparentemente no tiene utilidad más allá del asombro, también habría información valiosa, local.
El periodismo ciudadano se impondría a los medios tradicionales –sobre todo electrónicos– en la labor de reproducir de manera inmediata lo que está sucediendo. Twitter se erigiría como dueño absoluto de la inmediatez, del breaking news, con todo lo bueno y lo malo que eso representa. Los reporteros –de oficio e improvisados– publicarían en tuits y status de Facebook, de primera mano y antes que nadie, lo que ven y lo que escuchan.
Como fenómeno periodístico y de comunicación, no cabe duda que las redes sociales se convertirían en el medio predilecto en la tragedia (eso si la Red no se cae o se satura).
Sin embargo, lo verdaderamente importante sucedería a nivel micro, con los tuits –debidamente etiquetados– y las actualizaciones de valor para los vecinos en Narvarte o la Colonia Roma.
Información local de utilidad, con impacto a decenas, cientos o miles de metros de distancia.
Usuarios que desde su smartphone alertan a sus seguidores (¿vecinos?) de un cable de alta tensión tirado por ahí (mediante el buen uso de hashtags); hasta el fanpage de los Topos de Tlaltelolco organizando brigadas de rescate en base a los comentarios generados en Facebook, o incluso mensajes difundidos por el gobierno del Distrito Federal informando de las medidas de seguridad.
¿Que si se hubieran podido salvar más vidas en el sismo del 85 teniendo herramientas como las redes sociales? No sé, quizá. ¿Ustedes qué creen? Lo que hemos podido observar a últimas fechas, en medio del huracán Sandy y el apagón que provocó en Nueva York, por ejemplo, es que ha ayudado a informar de manera inmediata e incluso a organizar mejor a los afectados.
La mano del usuario
Twitter no tumba gobiernos autoritarios ni salva vidas en medio de desastres naturales. Las redes sociales no son los protagonistas de estas historias, somos nosotros –o en este caso, ellos, los egipcios, tunecinos, etcétera–, los usuarios, las personas.
El secreto está en el uso que le damos a esas redes, en favor de un bien común. ¿Que en México no hay un uso generalizado de internet? Es verdad, pero también es incuestionable que año con año cada vez son más los mexicanos online.
Basta ver los números que presenta la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI). El dato más revelador del “8vo. Estudio sobre los hábitos de los internautas en México”, es el siguiente: el uso de smartphones entre los internautas mexicanos para conectarse a la red se duplicó de 2010 a 2011, pasó del 26 al 58 por ciento. Somos 40.6 millones de usuarios de internet en México, 14 por ciento más que en 2010 y 50 por ciento más que hace 6 años.
Los usuarios mexicanos hemos encontrado una utilidad de seguridad a herramientas como Twitter, para alertar sobre balaceras o “situaciones de riesgo” (de manera más frecuente en el norte del país), o para informar sobre el estado del tráfico, a consecuencia de algún percance o desviación.
Se trata de iniciativas espontáneas en las que los usuarios ponen a su disposición una herramienta como las redes sociales para informar o alertar sobre alguna situación en particular.
El Facebook vecinal
Nextdoor podría convertirse en el Facebook de lo local en 2013, según el análisis de la revista Wired, al permitir la creación de “sitios privados y gratuitos para vecindarios”.
La premisa es sencilla. Según Nextdoor, “en estos tiempos, la mayoría de las personas no conocen a sus vecinos o no saben de qué manera contactarlos”. Esta herramienta permite romper esa distancia de manera digital, y lo hace cuadra por cuadra.
Aunque por el momento solo está disponible en Estados Unidos, ya están preparando el camino para expandirse internacionalmente. Esta expansión es producto del interés de “muchos gobiernos” por implementar Nextdoor “para ayudar a coordinar los esfuerzos de ayuda en desastres naturales en las localidades”.
Tal como sucedió durante el huracán Sandy, en las áreas en donde la red de telecomunicaciones no sucumbió con el corte en el suministro de energía.
Según Wired, “Nextdoor ayudó a los vecinos a evaluar los daños, compartir noticias con otros y contar cabezas”. En Nueva York notificó a sus usuarios de las evacuaciones mandatorias en las zonas de mayor peligro; en Pensilvania, los miembros de Nextdoor alertaron sobre los toques de queda y las áreas en donde los vehículos estaban prohibidos; y en Virginia, por ejemplo, ayudó a difundir la localización de los refugios temporales.
La ventaja de Nextdoor es que esa información relevante no se perdió en medio de tuits de todo y nada; fue dirigida específicamente a los usuarios de una vecindad específica.