“Uno no habita en un país; habita en una lengua. Este es nuestro país, nuestra patria”, decía E.M. Cioran, filósofo francés de origen rumano, y, precisamente, este es uno de los factores por los cuales toma relevancia el Día Internacional de la Lengua Materna.
México se reconoce como un país multilingüe y pluricultural, en el que conviven 68 agrupaciones lingüísticas y 364 variantes de ellas, lo cual hace que sea una de las naciones con mayor diversidad de lenguas en el mundo.
“Este día nos invita a pensar en el derecho de todo ciudadano a ocupar nuestra lengua materna, o en algunos casos dos lenguas, derecho que nos asiste por lógica natural. Emplearlas en todos los ámbitos socioculturales que nos corresponde desenvolvernos: educativo, cultural, recreativo, político, religioso”, expresa Fernando Nava, lingüista y antropólogo.
Sin embargo, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), cada dos semanas en el mundo muere una lengua, lo que en palabras del doctor Miguel León Portilla significa que “muere una forma de ver el mundo”.
Un factor social
El también investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM refiere que la lucha por el rescate lingüístico es una tarea complicada, pues intervienen muchos factores y uno de los más importantes es la presión sociopolítica que ejercen los hablantes de las lenguas mayoritarias sobre los hablantes de las lenguas minorizadas.
“Muchas personas suponen que las lenguas se dejan hablar porque se van desgastando, porque pierden palabras, pero la realidad no es estrictamente lingüística, sino social, ahí es donde tenemos que trabajar la sensibilidad por lo que ha sido y estimamos seguirá siendo el multilingüismo en el mundo”, detalla.
Actualmente, aunque se cuentan con herramientas como diccionarios normativos o textos para la enseñanza, no son suficientes.
“Como bien decía el maestro Leopoldo Valiñas, académico y defensor del multilingüismo, ‘las lenguas no se extinguen’, existen presiones sobre sus hablantes y se desplazan por otras lenguas, cambios de hábitos sociales y culturales. Ahí es donde tenemos que estar trabajando, más allá de elaborar materiales de enseñanza”, abunda.
Trazando el camino de la lengua
De acuerdo con Nava, existen acciones, como reconocer la resistencia de los hablantes a mantener el uso de sus lenguas en diversos lugares del mundo, identificar, valorar y favorecer la equidad entre la población del mundo, de tal forma que, al usarlas, se transmitan a una siguiente generación.
Además, el investigador celebra que cada vez los hablantes del español se interesen en aprender alguna lengua indígena, aunque todavía no se cuente con la cantidad de espacios y métodos que favorezcan de mejor manera estos intereses.
Por un lado, está la capacitación especializada para la documentación lingüística, el trabajo de análisis, investigación básica en gramática y fonología, necesarias para elaborar mejores materiales educativos.
Lamentablemente, refiere, México no cuenta con el plano político e institucional ni un panorama muy sólido que ayude a estos propósitos.
“Nuestro país tiene leyes muy adelantadas en el reconocimiento de los derechos lingüísticos, pero todavía no tenemos una infraestructura institucional, al contrario, en los últimos meses hemos visto noticias que disminuyen estos planes, de instituciones, como el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas”.
“Es una paradoja, porque nuestro país estuvo de acuerdo con todas las propuestas para que en 2022 comenzaran. Por parte de la Unesco, el Decenio de las Lenguas Indígenas 2022- 2032, y con la noticia del debilitamiento institucional, pues no es nada aplaudible que México se presente así el inicio de este decenio”, indica.
Esto, aclara, hará todavía más difícil el cumplimiento de los derechos lingüísticos para que mejoren los aspectos en cuestión de comunicación, en la atención en los juzgados para que estén con la debida atención en su lengua, la facilidad que debe proveer el uso de la lengua en el tratamiento hospitalario, en sí en programas de beneficencia pública.
“Todos los espacios de atención gubernamental se ven debilitados cada que estas instituciones se van mermando, disminuidos sus presupuestos, figuras institucionales y, en consecuencia, queda más vulnerable la población de lenguas indígenas para la continuidad y desarrollo de sus idiomas”, aclara.
Cuestiones como las condiciones socioeconómicas de las comunidades no dan a los pobladores mucho margen de maniobra, sumando la falta de sensibilidad de muchas autoridades locales, municipios, gobiernos de los estados en el que no tienen históricamente una dedicación ni una atención equilibrada para este sector.
“Es un derecho y postura de resistencia cultural, a nivel comunitario las condiciones son escasas. Esperemos que cambien o se recuperen espacios que ya se habían comenzado a fortalecerse”, indica.
Un ejemplo de estos espacios es el propio Instituto de Lenguas Indígenas, o incluso el nulo apoyo por parte de las instituciones académicas, las cuales no cuentan con un departamento dedicado a la población indígena en cuestiones sociales, de justicia y salud.
Y, aunque Fernando Nava aclara que en México sí hubo un apoyo loable a la creación de universidades interculturales en estados como Veracruz, Tabasco, Estado de México y Michoacán, muchas universidades que tienen una historia, trayectoria e infraestructura más sólida, han reproducido la discriminación al no tomar en cuenta a la población indígena.
“Ejercer nuestro derecho lingüista debe ser en función de que crezca la conciencia de exigir a las autoridades correspondientes su cumplimiento. Las implicaciones de la extinción de la lengua es el ejemplo de sociedades que han aniquilado una forma de pensamiento humano; la vergüenza que dentro de unas generaciones nos juzguen como una sociedad incapaz de sensibilizarse bajo principios de equidad cultural”
“El multilingüismo es posible, varios países de Europa dan la prueba; de manera que lo tenemos que replicar con una equidad que todavía no podemos presumir”, concluye Fernando Nava.