¿Por qué tiramos basura?
En México, cada día se generan 115 mil toneladas de residuos sólidos, lo que equivale a poco más de 40 millones de toneladas de basura al año, y de los cuales solo se recolecta el 84 por ciento, de acuerdo a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).
Además, diariamente se recolectan, en promedio, 86 mil 343 toneladas de residuos sólidos urbanos, de acuerdo al informe “Cuentas económicas y ecológicas de México 2012” del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), aunque solo 6 por ciento de éstos reciben tratamiento.
Eugenia Rodríguezhttps://www.youtube.com/watch?v=sByysfASqPI&list=UUCCjc1piE1mIrhcE3ejENeA
En México, cada día se generan 115 mil toneladas de residuos sólidos, lo que equivale a poco más de 40 millones de toneladas de basura al año, y de los cuales solo se recolecta el 84 por ciento, de acuerdo a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).
Además, diariamente se recolectan, en promedio, 86 mil 343 toneladas de residuos sólidos urbanos, de acuerdo al informe “Cuentas económicas y ecológicas de México 2012” del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), aunque solo 6 por ciento de éstos reciben tratamiento.
Y 87 por ciento de los desechos son depositados en tiraderos a cielo abierto.
Ese año, los residuos sólidos ocuparon la lista de los mayores costos totales por degradación ambiental en el país, con 51 mil 569 millones de pesos, después de la degradación del suelo (74 mil 564 millones), la contaminación del agua (64 mil 632 millones) y atmosférica (532 mil 679 millones), que representó el mayor costo ambiental en 2012.
De hecho, más de 90 mil muertes registradas en México de entre 2006 y 2012 fueron producto de la contaminación ambiental, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Otro dato arrojado por el reporte del INEGI fue que solo 11 por ciento de los desechos sólidos recolectados son “separados o segregados desde su origen”. Mientras que el resto (89 por ciento) de la basura se recoge sin selección alguna.
Además, se indica que el Distrito Federal concentra la mayor proporción de basura recolectada en el país, con 19.7 por ciento del total nacional.
Durante la inauguración del Segundo Seminario Internacional de Gestión de Residuos que se llevó a cabo en junio de este año, el jefe del gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, informó que 11 por ciento de las 32 millones de toneladas de residuos que anualmente se producen en el país se generan en la Ciudad de México.
Motivo suficiente para llevar al mandatario a reiterar su compromiso con el programa “Basura Cero”, con el que se busca procesar 5 mil 700 toneladas de residuos sólidos para el 2018.
Ante el problema ambiental de la basura que enfrenta México, podrán surgir muchas propuestas para el manejo de residuos sólidos urbanos y campañas publicitarias para el cuidado del medio ambiente.
Pero no necesariamente se logrará revertir el problema de los residuos sólidos si no se considera el hecho de que, por ejemplo, tirar una lata de refresco por la ventana del auto, sin importar ser visto, es, finalmente, una conducta que ha sido socialmente aprendida. Y una que necesita modificarse.
Y todo comienza por hacerse una pregunta que ha sido objeto de investigación de analistas del comportamiento humano, psicólogos sociales y ambientales: ¿por qué tiramos basura donde no debemos?
La basura y nosotros
“Podrías pensar que los peatones tiran basura por accidente”, dijo a The Wall Street Journal Wesley Schultz, profesor de psicología de la Universidad Estatal de California, y quien ha estudiado los factores personales y ambientales que inciden en este comportamiento.
Y no es así. “La mayoría del arrojo de basura es intencional˝, apuntó. Y, en realidad, “no se trata tanto de la persona como el contexto”.
Como menciona un artículo publicado en 2011 en la revista científica Space and Culture, en el que se reportan los resultados de un estudio de campo sobre la manera en la que se produce la basura en un entorno social: “tirar basura en público, como cualquier otra actividad socialmente visible, se lleva a cabo en un entorno social, y está condicionada por las acciones e interacciones de múltiples individuos, y no solo de aquel que la arroja”.
Como desde hace décadas ha demostrado el trabajo del psicólogo Robert Cialdini, Profesor Emérito de psicología de la Universidad Estatal de Arizona, y reconocido experto en la ciencia de la persuasión, el problema de la basura se reduce a las señales del entorno, incluidas las acciones que toman terceros.
“Una de las cosas que son fundamentales para la naturaleza humana es que imitamos las acciones de aquellos que nos rodean”, señaló en The Atlantic el autor del libro “Influencia: ciencia y práctica”.
“Es la idea de que mira, nadie está tirando basura aquí, por lo que no debe ser una cosa legítima para hacer. Si ves un ambiente que está lleno de basura, tiras basura. Si no hay basura, serás significativamente menos propenso a tirar desechos”, agregó.
Cialdini, cuyo trabajo de investigación ha servido como punta de lanza para estudiar estrategias efectivas encaminadas a prevenir que las personas arrojen basura en lugares públicos, explicó que “todo se reduce a normas, y esas señales las obtienes del entorno (…)”.
Y apuntó que “las personas tiran basura por razones de conveniencia. Ellos no quieren esto. La pregunta crucial es por qué no tiran basura si es algo que es fácil de hacer. ¿Por qué guardarían un pedazo de residuo?”
Como señalan los autores del estudio publicado en Space and Culture que se titula “Colocando la basura juntos: la creación compartida y eliminación de basura en un contexto social”: “la basura (…) es reconocida, al menos desde un punto de vista social, por ser un material de desecho, y ya no como algo que constituye un recurso valioso”.
Cialdini aclaró que si bien las actitudes de las personas hacia el medioambiente hacen la diferencia, “lo que perciben como norma es clave”.
La basura y las ‘ventanas rotas’
La idea de que tendemos a llevar a cabo actos ilícitos o indebidos en espacios públicos, que por sí solos invitan a realizar los mismos (un parque atiborrado de empaques de frituras, por ejemplo), refuerza la teoría conocida como “Broken windows” (o “Ventanas rotas”), elaborada en los 80 por los científicos sociales James Q. Wilson y George L. Kelling.
La teoría plantea que actos incívicos e ilegales como tirar basura y llenar las paredes de graffiti alienta la perpetración de crímenes. Una ventana rota que no se arregla, envía el mensaje de que no existe nadie que pueda ejercer autoridad –o que le importe ejercer autoridad– alguna sobre el incidente. O que al menos esté al tanto sobre lo que sucedió con esa ventana.
De hecho, una serie de experimentos realizados en lugares públicos y que fueron encabezados por el psicólogo Kees Keizer, de la Universidad de Groningen, en Holanda, demostró que no importa que existan letreros en espacios públicos que indican a los usuarios que no tiren basura o que el graffiti está prohibido, si las personas ven a otros desobedecer las reglas.
En el estudio, cuyos resultados fueron publicados en 2008 en Group Processes and Intergroup Relations, los investigadores enviaron un mensaje a los agentes de policía y a los responsables de formular políticas: “no coloques señales de prohibición donde las reglas no son cumplidas”.