Por el cuidado de tus bacterias
En este espacio aludimos a los beneficios que brindan las bacterias buenas en el cuerpo.
Y hablamos de las desventajas que conlleva que los médicos receten antibióticos cuando no son necesarios, ya que estos eliminan las bacterias benignas.
De hecho, en más de la mitad de los casos, tomar medicinas puede resultar peor que la infección misma.
María Alesandra PámanesEn este espacio aludimos a los beneficios que brindan las bacterias buenas en el cuerpo.
Y hablamos de las desventajas que conlleva que los médicos receten antibióticos cuando no son necesarios, ya que estos eliminan las bacterias benignas.
De hecho, en más de la mitad de los casos, tomar medicinas puede resultar peor que la infección misma.
Esta semana, se dieron a conocer los resultados de un estudio a cargo de expertos de la Universidad de Vrije, en Bélgica, los cuales indican que las bacterias buenas en el intestino protegen a las personas que tienen obesidad, contra el riesgo de padecer diabetes, una enfermedad cardiovascular o hasta accidentes cerebrovasculares.
Es decir, que no solo los malos hábitos alimenticios, la falta de ejercicio y una vida sedentaria –o la predisposición genética– son algunas de las causas principales de que una persona sufra de sobrepeso u obesidad.
Tener menos bacterias buenas en la flora intestinal también aumenta el riesgo a que la persona desarrolle desórdenes metabólicos.
El trabajo que hacen las bacterias en la flora intestinal juegan un papel determinante para que las personas con obesidad tengan menos riesgo de desarrollar enfermedades y/o condiciones de esa índole.
Según los expertos, las personas que no sufran de sobrepeso u obesidad y que tienen más cantidad de bacterias buenas en el cuerpo son menos propensas a desarrollar diabetes o enfermedades cardiacas.
El equipo de científicos liderados por el profesor de esta universidad, Jeroen Raes, establecieron que los resultados del experimento también apuntaron a que si la flora intestinal tiene niveles bajos en la diversidad de bacterias, funcionan diferente que aquellas con gran variedad de microorganismos.
Raes señala que estos resultados son “increíbles y tienen implicaciones enormes para (desarrollar) un tratamiento e incluso lograr que se puedan prevenir uno de los problemas de salud pública de nuestra era (obesidad)”.
Sobre todo si se toma en cuenta que, de acuerdo a las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se espera que los niveles de obesidad se dupliquen para el año 2015, alcanzando una cifra de 700 millones de personas con esta condición.
Además, se estima que la tendencia continúe este patrón y siga en aumento hasta el año 2030.
Jeroen Raes agrega que a pesar de los buenos resultados en el experimento, se requieren realizar más estudios y monitorear a las personas durante más tiempo para poder poner en práctica un plan de prevención.
Una esperanza a base de bacterias
Los resultados del estudio de Jeroen Raes abren paso a que se puedan desarrollar tratamientos alternativos a los existentes para que las personas utilicen un recurso que habita en el cuerpo: las bacterias. Y se puedan combatir distintas condiciones de salud, empezando por la obesidad y la diabetes, siendo esta última una de las enfermedades que debutó en la lista de la OMS con los padecimientos con mayor mortalidad en el mundo.
Para el experimento, Raes y su equipo examinaron la flora intestinal de 169 daneses con obesidad y de 123 que no padecían este problema.
Entre los hallazgos también encontraron que los que tenían menos diversidad de bacterias tenían anormalidades metabólicas, entre ellas propensión a aumentar su grasa corporal y resistencia a la insulina.
Jeroen enfatiza que fue muy sorprendente ver que ambos grupos de participantes inclusive demostraron que si tenían menos bacterias en su flora intestinal, esta funcionaba diferente a que si tenían más variedad de microorganismos.
Entre más fruta, más bacterias… buenas
Otro estudio, liderado por Stanislav Ehrlich, del National Institute of Agronomic Research, en Francia, muestra que si las personas consumen más frutas y verduras puede aumentar la producción de microbios intestinales.
Después de analizar a 49 personas con obesidad y/o sobrepeso, Ehrlich observó que consumir alimentos ricos en fibra aumenta la producción de bacterias.
No solo eso, también mejoraron algunos de sus síntomas clínicos asociados con la obesidad y la diabetes.
Por su parte, un estudio realizado por la Faculty of Health and Medical Sciences, indica que la mayoría de las personas tiene menos cantidad de bacterias en el intestino de las que debería. Lo que aumenta la propensión que tienen para padecer obesidad y sufrir inflamación en el tracto digestivo, así como en el resto del cuerpo.
Ese tipo de problemas de salud da pie a que se desarrollen condiciones como diabetes tipo 2 y enfermedades del corazón.
Oluf Pedersen, autor de este estudio, aseguró la importancia de los resultados, ya que las bacterias buenas “producen vitaminas vitales, maduran y refuerzan el sistema inmune y se comunican con muchas células nerviosas y células productoras de hormonas en el sistema intestinal”.
La lactancia es fuente de bacterias benignas
Aunque comer frutas y verduras ayuda a que se produzcan más bacterias buenas en el intestino, aún se busca la manera de desarrollar fármacos o alternativas para que los antibióticos no acaben con ellas cuando ataquen infecciones y bacterias malas.
Sin embargo, hay un recurso natural que actualmente es la fuente principal de este tipo de microorganismos beneficiosos: la leche materna.
A través de la lactancia, las madres les transmiten a sus hijos bacterias buenas, lo que brinda un beneficio para la salud digestiva del bebé y refuerza el sistema inmunológico desde que son recién nacidos, según señala el profesor Christophe Lacroix en un nuevo estudio a cargo del Instituto de Alimentación, Nutrición y Salud, en Suiza.
La leche materna también ayuda a que se equilibre el colon de los bebés y previene que se desarrollen trastornos intestinales.
Lacroix y su equipo no descifraron a ciencia cierta cómo es que llegaron las bacterias buenas del sistema digestivo de la madre hasta la leche materna, pero lo que sí comprobaron con seguridad es que las bacterias buenas en los bebés eran exactamente las bacterias buenas del intestino de la mamá.