¿Por el bien de todos?

Facebook no ha dejado de causar controversia desde que se hizo público su estudio sobre el “contagio emocional”, que realizó junto con investigadores de la Universidad de Cornell.

Porque para llevar a cabo el estudio, cuyos resultados fueron publicados este mes en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), el equipo de investigadores encabezado por Adam Kramer, científico de datos de la red social, se manipuló durante una semana en 2012, el contenido del Newsfeed de cerca de 700 mil usuarios. 

Eugenia Rodríguez Eugenia Rodríguez Publicado el
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Facebook no ha dejado de causar controversia desde que se hizo público su estudio sobre el “contagio emocional”, que realizó junto con investigadores de la Universidad de Cornell.

Porque para llevar a cabo el estudio, cuyos resultados fueron publicados este mes en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), el equipo de investigadores encabezado por Adam Kramer, científico de datos de la red social, se manipuló durante una semana en 2012, el contenido del Newsfeed de cerca de 700 mil usuarios. 

Mientras que algunos vieron más publicaciones con connotación negativa, a otros les tocó ver más posts con palabras positivas. Esto, sin que se les diera previo aviso sobre los ajustes o se obtuviera su consentimiento explícito para participar en el experimento. O lo que se conoce como “consentimiento informado”, al que investigadores y académicos aluden como un principio ético clave en las investigaciones realizadas en humanos. 

Los cambios alteraron el estado de ánimo de los usuarios. 

Desde que se conoció el estudio, ha surgido un debate entre quienes consideran que Facebook violó las normas éticas y aquellos que, simple y sencillamente, no ven problema alguno con una práctica que una compañía como la de Mark Zuckerberg hace todo el tiempo: estudiar todo tipo de patrones de consumo de Internet que arrojen información sobre su audiencia. 

“La realidad es que Facebook –y prácticamente cualquier otra empresa grande con una gran presencia en la Web– está constantemente llevando a cabo grandes experimentos controlados sobre el comportamiento del usuario”, escribió en su blog Tal Yarkoni, director del Laboratorio Psychoinformatics del departamento de psicología de la Universidad de Texas, en Austin.

Otros llegaron a considerar las acciones de Facebook como algo “escalofriante”, “malvado”, “aterrador” y “muy inquietante”. Y se sumaron críticas como las que haría una persona ofendida a quien ha jugado con sus sentimientos: “Facebook hizo intencionalmente tristes a miles y miles de personas”, escribió Katy Waldman en un artículo publicado en Slate. 

Yarkoni precisó que sugerir que Facebook “manipuló las emociones de los usuarios” resulta engañoso. “Plantearlo de esa manera implica tácitamente que Facebook debió haber hecho algo específicamente diseñado para inducir una experiencia emocional diferente en sus usuarios”.

Explicó que lo que la red social hizo fue “simplemente eliminar mensajes emocionales para algunos usuarios” que fueron detectados por contener palabras positivas o negativas. 

Pero “no agregó contenido destinado específicamente con la intención de inducir emociones específicas, como muchas personas parecen estar asumiendo”, dijo.

Además, “(…) estamos siendo manipulados sin nuestro conocimiento o consentimiento todo el tiempo –por publicistas, mercadólogos, políticos– y todos solo aceptamos eso como parte de la vida” apuntó en The Guardian Duncan J. Watts, investigador en Microsoft Research. “La única diferencia entre el estudio de Facebook y la vida cotidiana es que los investigadores estaban tratando de entender el efecto de esa manipulación”. 

De hecho, Watts argumenta que sería poco ético si empresas como Facebook –y el gobierno– no realizaran y publicaran estudios sobre los efectos de las decisiones que ya están tomando en nuestro nombre, cuando ya existen los medios para hacerlo. 

Incluso alienta a que insistamos a que se lleven a cabo dichas investigaciones. 

“Sí, toda investigación necesita realizarse de forma ética, y los científicos sociales tienen la obligación de ganarse y mantener la confianza del público”, apuntó Watts en su artículo titulado “Dejen de quejarse sobre el estudio de Facebook. Es una edad de oro para la investigación”.

Y añadió: “pero al menos que el público realmente prefiera un mundo en el que nadie quiera saber nada, más y mejor ciencia es la mejor respuesta que tenemos”.  

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