Poemas para otakus, un viaje a través de la cultura japonesa de la mano de Paola Llamas Dinero 

Desde temprana edad, la escritora Paola Llamas Dinero descubrió la belleza del lenguaje en lugares inesperados: en los gritos del tianguis o en las conversaciones de los pasajeros del camión. Para ella, la poesía no estaba confinada a los libros de texto ni a las normas predefinidas de la academia. Su formación en letras hispánicas la llevó a cuestionar las convenciones literarias y a rechazar la idea de que la poesía debía seguir una estructura rígida.

En esta búsqueda de la esencia de la poesía, Llamas encontró inspiración en lo efímero y lo contemporáneo. Desde los memes de moda hasta las expresiones lingüísticas del momento, incorporó elementos de la cultura popular en sus versos, capturando así instantáneas de la historia en constante evolución. De esta experiencia han surgido sus publicaciones, incluido su más reciente libro Poemas para otakus (Almadía).

“Yo soy más de la idea de ver a la poesía como algo sublime y que tiene que hablar de cosas muy elevadas, porque eso luego suele hacer que la gente no se acerque a ella. Porque, la poesía, puede ser irónica, divertida y también muy triste.

“De repente leo poemas de hace varios años, donde hacía referencia a un meme que ya ni siquiera existe, pero me habla de un momento histórico. Me gusta que envejezcan junto con el lenguaje; puede haber un meme y una frasecita que se repite 20 mil veces y mañana ya no. Es como intentar atrapar en la poesía ese momento histórico”, cuenta Paola Llamas.

En entrevista con Reporte Índigo, la autora originaria de Guadalajara, Jalisco, explica que con Poemas para otakus su interés es hablar de las cosas absurdas de la vida. Además, de profundizar en sentimientos como la soledad.

Su experiencia a través del anime

Poemas para otakus invita a un viaje nostálgico a través de la infancia de Paola, donde el anime y el manga fungieron como ventanas a un universo de emociones y reflexiones.

Llamas recuerda con cariño las series como Sailor Moon, Ranma ½, Dragon Ball y Pokémon, mismas que marcaron su juventud. Estos personajes no solo le brindaron entretenimiento, sino que también impactaron profundamente en su desarrollo emocional. Para ella, la revista a estas series durante la escritura de su libro fue más que un acto de nostalgia; fue un ejercicio de autoexploración y reconocimiento de cómo estos personajes ficticios moldearon su percepción del mundo y sus propias emociones.

“Siempre he consumido anime y manga como una cosa de disfrute. Cuando estaba escribiendo vi estos animes de mi infancia. Por ejemplo, Trunks, el personaje de Dragon Ball, fue el primer personaje que a mí me gustó y por el cual sentía afecto amoroso. Y ahora, verlos es como ver las fotos de niño, agarrar el álbum, ver las fotos y recordar cosas que no tenías frescas. Es como un reconocimiento de la historia de nuestras propias emociones.

“Ahora lo veo y es el mismo personaje, o sea, no envejeció, vive como en una cápsula extraña y yo estoy yendo hacia la muerte, de alguna manera, envejeciendo. Es muy interesante pensar en cómo atraviesa la vida la ficción y viceversa”, agrega.

El doblaje latino de estas series también desempeñó un papel importante en su conexión con ellas. Escuchar los intros y recordar cómo interpretó esas palabras en su niñez le hizo reflexionar sobre la profundidad de los temas que abordaban, que tal vez no entendía completamente en ese entonces, pero que ahora le parecen fascinantes.

Llamas también reflexiona sobre la universalidad de la experiencia otaku. Reconoce que, aunque no todos hayan sido fanáticos del anime, la mayoría tiene al menos una referencia en común. Esta conexión con la cultura pop japonesa le inspiró a escribir su libro no solo como una expresión personal, sino también como un intento de conectar con aquellos que compartieron experiencias similares.

“El intro de Ranma ½, es súper fuerte, o sea, lo escuchas y dices, ¿cómo iba a saber a mis ocho o siete años, que estaba hablando de cosas tan fuertes.

Mi vida ya está en otro punto y al verme hacia atrás veo qué cosas me representan. A lo mejor en el futuro me va a representar otra cosa. Mi papá y mi mamá llegaron a ver Heidi o Candy Candy, pero  todos tenemos, al menos, una referencia de los universos que implican estos productos, que existen y seguirán existiendo”, menciona.

O, incluso, como asegura que pudo haber ocurrido, muchas personas quizá jugaron a ser algún personaje de algún anime, y que mucha de esa esencia también podrá leerse en alguno de sus poemas, cuyos títulos incorporan ciertas referencias a  estas series como: “Quisiera tener siempre el cabello lindo como esas monas del anime”; “Dakimakura”; “Sí, pero Guts sufrió más” o “Suéltame, personaje ficticio por el cual desarrollo sentimientos reales de afecto, que muere de manera trágica y triste, lo cual afecta mi salud emocional y psicológica, me estás lastimando”.

Ser un personaje ficticio

“Creo  que todos en algún momento nos sentimos con ganas de haber sido, por ejemplo, Sailor Moon, o cualquiera de las Sailors, de tener la ropa bonita y poderes. Y que ahora, a lo mejor, lo seguimos deseando, pero no de forma tan explícita, queremos tener el pelo, la ropa linda y un poder”, asegura.

El impacto de Poemas para otakus va más allá de la mera nostalgia. A través de sus versos, la escritora busca reconfortar a aquellos que alguna vez fueron marginados por su amor por el anime y el manga. Su obra, espera, se convierta en un abrazo  para aquellos que alguna vez se sintieron solos o incomprendidos por su pasión.

“La mayoría de la población podría identificarse, al menos, un poquito con las experiencias que pude llegar a tener en mi infancia y que es muy bonito que de alguna manera ahora esos poemas puedan acompañar el recuerdo de alguien más. Estos animes acompañaron mi recuerdo de infancia, ahora estos poemas acompañan el recuerdo de la infancia de otra persona”, concluye.

Sobre el libro

Poemas para otakus fusiona la poesía con reflexiones sobre la naturaleza de la ficción y la realidad. Además, explora cómo las caricaturas y los personajes ficticios pueden transmitir emociones y temas profundos que van más allá de la superficie. El libro incluye emoticones a lo largo de sus páginas y su portada juega con el lector al presentar una pestaña sonriente que, al abrirse, revela una expresión triste en su interior.

“Es muy loco pensar que una caricatura pueda ser considerada solo cosa de niños, cuando en realidad puede abordar temas tan complejos como la muerte o la tristeza“, piensa.