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Si hay un tema que polariza a psicólogos, terapeutas y científicos es el de la adicción al sexo.
Para unos, se trata de un desorden relevante y que necesita ser estudiado a profundidad, y una enfermedad que necesita un tratamiento específico. Para otros, no es más que un pretexto para justificar un apetito sexual desmedido.
Los resultados de un estudio del 2013, realizado por científicos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), indicaron que la adicción podría no serlo, pues se encontró que el nivel de hipersexualidad de los 52 sujetos estudiados no era determinado por las respuestas de su cerebro a imágenes estimulantes.
También apoyando esa postura, la Asociación Americana de Psiquiatría excluyó la adicción sexual de su guía para diagnosticar desórdenes mentales, lo que se considera una declaración sobre su postura al respecto.
Pero un estudio más reciente, llevado a cabo por la Universidad de Cambridge, apuntó en una dirección distinta.
Los científicos observaron las reacciones en el cerebro de 19 hombres “obsesionados con pensamientos y comportamientos sexuales” mientras veían videos pornográficos, y detectaron mayor actividad en tres partes del cerebro: el estrato ventral, la corteza cingulada anterior dorsal y la amígdala. Estas zonas son las mismas que se activan en los adictos cuando ven la sustancia de la que dependen.
A pesar de esta relación, los investigadores son cautelosos.
“No sabemos si este efecto es por una predisposición, o sea que una mayor actividad en estas áreas significa que eres más propenso a desarrollar estos comportamientos, o si es un efecto de la pornografía”, señaló a la BBC la doctora Valerie Voon.
Sin embargo, es importante considerar que las adicciones no tienen su origen en la sustancia o actividad de la que se depende. La dependencia es un reflejo de otros problemas, y el objeto adictivo es solo el lugar que el adicto encontró para expresarlos.
Esto quiere decir que es peligroso calificar de “libidinoso”, “débil” o “fuera de control” a alguien que podría tener una adicción al sexo.
“Es una idea equivocada muy común. (La adicción sexual) es sobre sexo como un desorden alimenticio se trata de comida o la ludopatía es sobre dinero”, explica en WebMD Rory Reid, del Instituto Semel de Neurociencia y Comportamiento Humano de UCLA.
Es decir, una persona adicta al sexo no es alguien que “tiene muchas ganas”, sino que tiene conflictos psicológicos y emocionales más profundos, que lo llevan a tener un comportamiento sexual arriesgado. Y esta transmisión de necesidades al ámbito sexual se puede apreciar incluso en niveles moderados.
El efecto Internet
La doctora Valerie Voon, responsable de la investigación de la Universidad de Cambridge, añadió en su entrevista con la BBC que una exposición temprana a una sustancia adictiva incrementa las probabilidades de que la persona se convierta en adicto.
En este sentido, la variada oferta de pornografía en la Red podría ser peligrosa. El doctor Patrick Carnes, experto en adicción al sexo y autor del primer libro sobre el tema –que escribió en 1973 pero no pudo publicar hasta 1983–, explicó el fenómeno en una entrevista en el 2011.
“El Internet está cambiando todo. Está cambiando nuestra sexualidad y nuestra cultura. Ninguna pareja puede competir con el Internet”, explicó Carnes. “Cuando te conectas la cantidad de estimulación es enorme, y la gente se mete en cosas que no puede hacer (en la vida real)”.
Las ramificaciones de una disponibilidad tan grande aún no pueden medirse, pero Carnes asegura que podrían reflejarse en las relaciones entre géneros.
“El problema es que los niños comienzan a ver pornografía antes de los 10 años y sus padres no tienen idea. Esto va a traer un cambio en el comportamiento sexual, cuyas consecuencias tardaremos años en identificar”, afirmó.
Pero algunos efectos ya pueden ser percibidos. Y Paula Hall, directora de la Asociación para el Tratamiento de la Adicción y Compulsividad Sexual, hace énfasis en la novedad de la Web.
“Lo que he visto es una cantidad cada vez mayor de jóvenes que no pueden mantener una erección porque han arruinado su apetito con pornografía, y su umbral de excitación es tan alto que un mero mortal ya no es suficiente”, dijo a la BBC. “El daño a la relación de pareja puede ser enorme, las mentiras y engaños o no tener sexo con la pareja por estar en Internet todo el tiempo”.
Incluso, señaló, algunos adictos a la pornografía dejan de participar en actividades familiares o de tener buen desempeño en su trabajo. Para encontrar una solución, John Williams, director de neurociencia y salud mental en Wellcome Trust, opina que es esencial seguir estudiando.
“Ya sea que se trate de adicción al sexo, abuso de sustancias o desórdenes alimenticios, saber cuándo y cómo intervenir para romper el ciclo es una finalidad importante de los investigadores”, dijo.
Célebres y adictos
Las infidelidades de las celebridades se convierten rápidamente en escándalos, y varios de ellos han recibido –muy públicamente– el diagnóstico de adictos al sexo.
Russell Brand: Se dice que la dependencia fue la responsable de que terminara su matrimonio con Katy Perry, además de su alcoholismo y adicción a las drogas.
Tyler Woods: El golfista tuvo una dramática “salida del closet” de los adictos al sexo, cuando sus múltiples infidelidades salieron a la luz en noviembre del 2009.
David Duchovny: En agosto del 2008, Duchovny confesó que es adicto sexual y entró a una clínica de rehabilitación para salvar su matrimonio con Tea Leoni.
Michael Douglas: Aunque nunca se confirmó, el rumor de que el actor tiene adicción sexual se fortaleció por la cláusula de su acuerdo prenupcial que lo penaliza con un pago de 5 millones de dólares si engaña a su aún esposa, Catherine Zeta-Jones.
Ulrika Johnson: La conductora sueca reveló su adicción en un programa de televisión en el Reino Unido, dedicado al camino de su recuperación, llamado “Ulrika: am I a sex addict?”.