Pinocho, un sueño hecho realidad para Guillermo del Toro
Guillermo del Toro explica que este largometraje es su proyecto personal más ambicioso hasta la fecha. También comparte cómo fue el proceso creativo y de desarrollo, que ha tardado más de una década
Hidalgo NeiraCasi 140 años han pasado desde que el italiano Carlo Collodi le dio vida, a través de su imaginación, a un personaje que ha recorrido toda la faz de la tierra: Pinocho, una marioneta de madera con la forma de un niño cuya mayor ambición es convertirse en una persona de verdad, de carne y hueso.
El paso del tiempo ha traído distintas y múltiples adaptaciones de esta novela infantil, desde la clásica animación de Walt Disney, hasta la versión live action de Roberto Benigni de 2002, y decenas más de otras películas y series animadas; sin embargo, ahora toca el turno a Guillermo del Toro, quien presenta su propia versión hecha con técnica de stop motion y que es codirigida por Mark Gustafson.
“Las dos fábulas esenciales que definieron mi infancia y adolescencia fueron Pinocho y Frankenstein, y esto te puede decir algo de cómo era mi relación con mi papá; es la metáfora de que eres arrojado a un mundo que apenas entiendes e intentas darle sentido a medida que vas creciendo y esas historias tratan el vínculo de padre e hijo, definitivamente, con sus matices y sombras. Eran de primordial importancia para mí”, platicó Del Toro, en conferencia virtual con medios internacionales.
Este es el primer largometraje de Del Toro en el que se compromete de lleno en la animación cuadro por cuadro, porque es un proyecto sumamente ambicioso que comenzó a desarrollar desde hace más de 15 años; al fin, este otoño llega su premiere mundial en el Festival de Cine de Londres del Instituto de Cine Británico, el 15 de octubre, para después tener su estreno latinoamericano en el Festival Internacional de Cine de Morelia a finales de mes.
Del Toro junto con Gustafson y el resto del equipo creativo de Pinocho mostraron los primeros ocho minutos de la película a la prensa antes de su revelación internacional y Reporte Índigo estuvo presente para admirar cómo el sueño del cineasta tapatío, al fin, se ha cristalizado, teniendo una producción que se hizo en conjunto con Reino Unido, Estados Unidos y Guadalajara.
Después de su paso breve por festivales, Pinocho tendrá su estreno en salas internacionales en noviembre próximo, para después pasar al catálogo de Netflix el 6 de diciembre.
Una marioneta diferente
Hace 20 años, el ilustrador Steven Soenksen, mejor conocido como Gris Grimly, publicó su propia versión de Pinocho. Su estilo oscuro y retorcido para volver a contar fábulas infantiles llamó la atención de Del Toro, aunque el cineasta reconoce que, en primera instancia, estaba escéptico de lo que fuera a imprimir el artista de Nebraska.
“En el momento en que vi el dibujo de Pinocho de Gris, que era esencial para mí, pensé ‘esta es la clave para hacer una nueva versión’. Gris es un artista que lleva unas décadas en activo y tiene un estilo propio y su Pinocho tenía esta esencia rebelde, casi una fuerza de la naturaleza no domesticada. Esa es exactamente la edad en la que existe Pinocho, que es curioso, pero ingobernable”, resaltó el tapatío.
En el montaje que Netflix mostró a medios de comunicación se aprecia que el diseño de personajes es totalmente distinto a todo lo que se haya presentado en otras producciones previas; además, el desarrollo de la historia sucede en los tiempos del levantamiento del fascismo de Benito Mussolini, por lo que ahí está Pinocho, cuestionando su entorno.
“Diría que la mayoría de las demás historias de Pinocho tratan sobre la obediencia. La nuestra es sobre la desobediencia. La desobediencia es un factor primordial para convertirse en humano y cómo convertirse en humano no significa cambiarse a sí mismo o a los demás, sino comprender. Sabes, creo que el primer paso hacia la conciencia y el alma, para mí, es la desobediencia”, resalta Del Toro.
Animación real, de verdad en Pinocho
El único camino para Guillermo del Toro para hacer Pinocho era a través de la animación, porque para él, el arte hecho cuadro por cuadro, tiene una manufactura sin igual, así que desea que la gente se percate de las imperfecciones de este mundo que está hecho en miniatura y también a gran escala.
“Una de las cosas que queríamos era que pudieras ver que es un stop motion, deberías poder ver la tela moviéndose un poco nerviosa y esas cosas. Cuando era niño, y esto me envejecerá perfectamente, me fascinaban los carretes de View Masters que tienen maquetas de pequeñas figuras y pequeños mundos. Y cuando empezamos a producir dije ‘quiero que todos entiendan que estas son miniaturas al principio de la película y luego eventualmente caigan en el mundo’. Era la única manera de hacerlo”, platica el ganador del Oscar.
El cineasta mexicano también quería resaltar que al ser animados los movimientos de los personajes no quería que fueran una caricatura de sí mismos, por lo que insistió en que su articulación tenía que ser la de actores reales.
Otra peculiaridad de la cinta es que mientras en las películas de animación no se repiten las tomas como en el cine real, Del Toro pidió que sí para mejorar y poder tener de dónde escoger escenas.
“Es posible que hayan notado (en las escenas que mostramos) que la actuación no es pantomima. La actuación es naturalista. Hay un montón de micro gestos de los actores. En broma dijimos “tomemos estos títeres y no hagamos animación de cine mudo, sino al nivel de Actor’s Studio’, es decir, tienen gestos de tirar cosas; envejecen, están debilitados, cansados, han fallado en sus actos, intentan cerrar una puerta y se necesitan tres intentos para cerrar una puerta, entre más acciones”, abunda el realizador.
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