Después de pasar por festivales y salas durante dos años, el documental Piazzolla: los años del tiburón, dedicado a la vida del bandoneonista argentino.
Hace 20 años durante el Festival Internacional de Cine de Berlín –ahora Berlinale– Daniel Rosenfeld presentaba el documental Saluzzi, ensayo para bandoneón y tres hermanos, que sigue de cerca al bandoneonista Dino Saluzzi, quien sigue vivo y ha hecho una carrera musical fuera de su natal Argentina.
Durante la presentación de su película, Rosenfeld se encontró a Daniel Piazzolla, hijo del prolífico bandoneonista Astor Piazzolla, quien le preguntó cómo era posible que nadie se había puesto a hacer un testimonial de su padre en vida, ya que tenía todos los elementos para tomar fuerza y ser interesante: pescaba tiburones, componía, tocaba en todo el mundo y, además, fue inmigrante a los Estados Unidos en la época de la prohibición etílica.
Fue así como Rosenfeld se empezó a zambullir en un océano de memorias personales de los Piazzolla, empapándose con las fotografías y filmaciones familiares para pescar al tiburón de Astor, además de cazar archivos audiovisuales en Argentina, Francia, Japón y México.
“Quería que la película pudiera permitir eso, que fuera un ‘Piazzolla por Piazzolla’, que retratara no solamente la genialidad musical de alguien que rompía todos los moldes, incluso hasta hoy, sino los vínculos familiares, de amor, de desamor y los lazos que están unidos a la creación”, comparte Rosenfeld.
Después de recorrer el mundo durante dos años en festivales, con motivo del estreno Piazzolla: los años del tiburón en el canal de paga HBO en América latina hoy, 13 de octubre a las 22:00 horas, Rosenfeld conversa con Reporte Índigo para ahondar sobre la producción que busca rescatar la vida del bandoneonista.
“Algunos archivos los encontramos en el garaje de la familia Piazzolla, otros en una azotea que estaban bajo el Sol en una institución de Argentina, hubo que ‘bucear’ por todos lados, porque desgraciadamente en Argentina no existe una cineteca tan maravillosa como la que tienen ustedes; entonces, muchos materiales se han perdido; algunos de ellos fueron cedidos justamente por la Cineteca Nacional de México”, agrega el director.
Esta persecución derivó en un tesoro inesperado, siete casetes de conversaciones entre el músico y su hija Diana, mismas que sucedieron en la capital mexicana en los años 80, ya que ella se encontraba exiliada de Argentina, por su oposición a la dictadura de Jorge Rafael Videla.
Piazzolla le propuso que escribiera un libro biográfico de él, así las charlas sucedían de noche, cuando ella salía de trabajar de Televisa después de las 23:00 horas, en una época que el bandoneonista vino a tocar al país.
“Esos encuentros de madrugada están plasmados en los audios y muestran algo de su intimidad, por eso también la película es sobre una hija buscando a su papá y sobre un papá con sus hijos. Había material para hacer dos películas más por lo menos, había demasiado, de hecho el gran sufrimiento fue dejar en el camino fragmentos que pensé que nunca los iba a dejar”, comenta el también guionista.
Inmigrante universal
La carrera de Piazzolla se vio impregnada de distintos matices musicales, además de que junto a sus padres se fue a radicar a Nueva York cuando sólo tenía tres años, en 1924.
Daniel Rosenfeld asegura que este cambio le ayudó en su crecimiento a Astor, quien además era zurdo y nació con un problema ortopédico en la pierna derecha.
“La inmigración en este caso no es cualquier cosa, porque él creció escuchando las canciones italianas, el klezmer del violín judío de la sinagoga que estaba ahí cerca, la música negra de Nueva Orleans, el vecino que le enseñaba a Bach en el piano y él lo hacía en el bandoneón, y los tangos que escuchaba el papá, toda esa mezcla hacía seguramente un coctel creativo que después iba a ser su música”, describe Rosenfeld.
Para el documentalista, Piazzolla sigue impregnando a compositores en el país sudamericano y en el resto del mundo, por ejemplo, al chelista Yo-Yo Ma le ha hecho tributo en un disco; además, en vida el músico colaboró junto al Kronos Quartet y con el saxofonista Gerry Mulligan, por mencionar algunos.
Daniel Piazzolla: ecos del legado
El hilo conductor en Piazzolla: los años del tiburón es el único eslabón sobreviviente directo de Astor, su hijo Daniel, quien fue consultado en 2017 para conmemorar los 25 años de su fallecimiento y hacer una exposición especial en el Centro Cultural Kirchner. Rosenfeld lo sigue a detalle durante esos momentos en los que el primogénito explica la historia al interior de la familia.
“Daniel es el último, el tiovivo de ese núcleo familiar de la infancia, se sintió muy impactado porque era la primera vez que escuchaba las grabaciones con la voz de su hermana. En la película se le ve muy conmovido porque escucha esa voz y es un viaje a la memoria. A su vez Daniel es un gran músico que tocó con su padre muchos años”, recuerda el documentalista.