¿Perros humanizados? Conoce los riesgos y beneficios de esta práctica

Actualmente en América Latina hay más perros que niños en los hogares, un fenómeno que ha llevado a las personas a criar y educar a sus mascotas como si fueran sus propios hijos, actitudes que afectan el desarrollo del animal y pueden poner en riesgo al dueño
Ernesto Santillán Ernesto Santillán Publicado el
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Los perros disfrutan actualmente de más derechos y privilegios que nunca, no por nada se ha acuñado el término de “perrhijos” para aquellas mascotas que, incluso, llegan a tomar el lugar de un hijo, donde su crianza y bienestar van mucho más allá de los de un cánido ordinario.

De dejarlos en la puerta del supermercado atados o en el tejado de las casas, se ha pasado a los restaurantes pet friendly, a las salas de cine para perros con asientos y programación adaptada para ellos, así como a la creación de tiendas de moda canina que ofrecen desde camas hasta sombreros y prendas exclusivas de grandes marcas de moda para vestirlos.

Debido a este fenómeno, se estima que el negocio en torno a las mascotas en América Latina crece a un ritmo anual del 6 por ciento, pues actualmente hay más hogares con perros que con niños, siendo la región que presenta mayor avance, por encima de Asia y Europa.

Sin embargo, el tratar como humanos a las mascotas también puede tornarlos agresivos y ansiosos, asegura Ángel Casellas Grau, etólogo y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya.

“Con el exceso de humanización llegan algunos problemas de comportamiento: la agresividad por conflicto social enlaza directamente con esa sobrehumanización del perro, que no reconoce la jerarquía de las personas con las que convive. Otro de los problemas derivados de este hipervínculo son los trastornos de ansiedad por separación, que hacen que el animal no sepa gestionar los periodos en los que tiene que estar solo”
Ángel Casellas GrauEtólogo y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya

Perjudicial para todos humanizar a los perros

De acuerdo con Moisés Heiblum, académico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, humanizar a los animales de compañía podría ocasionarles un grave daño, pues se les exigen comportamientos que no son propios de su especie. Tratar como un humano a un perro, desdeñando sus propias formas de comunicación, organización social y reglas de convivencia, limita su bienestar.

“Estas conductas dañan a ambas partes, pues al pretender que se comporten como personas se deposita en ellos expectativas fuera de contexto, que coartan su desarrollo. Por ejemplo, si un perro está todo el tiempo con su dueño se crea apego excesivo, y en su ausencia el animal puede sufrir ansiedad por separación, provocándole ataques de pánico o comportamientos destructivos”, explica Heiblum.

El camino correcto

Mantener una relación afectiva con una mascota, especialmente con un perro, puede traer muchas recompensas, especialmente si no se sobrehumaniza al animal.

“Entre los numerosos estudios científicos que abundan en cuanto a los beneficios, varios apuntan a una significativa reducción del estrés y la ansiedad y, por supuesto, al aumento de la actividad física.

“La Asociación Americana del Corazón (AHA, por las siglas en inglés) indica en un informe que los propietarios de perros hacen una media de treinta minutos más de ejercicio diario que el resto de las personas”, comenta Ángel Casellas Grau.

Además, el experto en la materia explica que también está demostrado que tener un perro reduce la mortalidad en un 24 por ciento y disminuye en un 31 por ciento el riesgo de fallecer por problemas cardiovasculares para quienes ya habían padecido una enfermedad de este tipo y tenían perro, con respecto a los que no.

Deshumanizar a un perro

El experto de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM comenta que el primer paso que se debe dar es aceptar que al perro se le están brindando cuidados excesivos y fomentando actitudes que no forman parte de su especie.

“Evidentemente, la transición se debe llevar poco a poco. Se puede empezar con acciones muy sencillas, como determinar los espacios que el animal puede ocupar en el hogar y los que no, al igual que los espacios en donde puede ir al baño.

“Dejar de darles comida de humano es fundamental, al igual que dejar de celebrar eventos como sus cumpleaños como si fueran humanos con pastel y regalos, etcétera”, indica Moisés Heiblum.

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