Escribir en México y dedicarse al oficio de las letras es una tarea titánica y de arduo camino, la cual se va complicando más al ser mujer y querer narrar historias de terror, porque es un terreno dominado por los hombres que se resiste al cambio. Sin embargo, un ejemplo de persistencia y perseverancia es Sandra Becerril, quien ha publicado una decena de libros no sólo en México, sino en España, Argentina, Cuba, Venezuela y hasta países donde no llega la lengua hispana, además es guionista para largometrajes y series.
Para motivar a aspirantes o a quienes tal vez ya se dediquen a escribir sobre este género, pero que siguen sin adentrarse en las historias de suspenso, Becerril les pide que se enfrenten de cara a estas ficciones, pero sobre todo que dejen los prejuicios atrás.
“Creo que hay que escribir sin miedo, dejar de pensar qué van a decir de nosotras, porque en México somos muy así, de ‘¿Qué va a pensar mi mamá, mi vecina, mi hijo, si leen los terrores que estoy escribiendo?’ Hay que despojarnos de todo eso y en el momento que nosotras mismas podamos quitarnos todo eso, entonces, vamos a poder desarrollar mejor nuestras historias”, subraya la autora.
México es un país rico en sus historias de terror, en sus leyendas de fantasmas y mitos del folclor popular; son bien conocidas, por ejemplo, la historia de La Llorona y la superstición del nahual, entre otras, por ello Becerril insiste en que en lugar de imitar lo que se hace en otros territorios, se rescate y se meta ingenio nacional en estas narrativas.
Actualmente, la escritora está presentando El silencio de todos los muertos, novela que escribió inspirándose en un domicilio cercano al exconvento de Culhuacán, en Iztapalapa, Ciudad de México, ya que ella vivió cerca de ahí en su juventud y, dice, la casa tenía fama de estar embrujada.
Rescate de la nostalgia
Por el morbo y la diversión y el quererse aventurar más a saber de este inmueble con historias fantasmagóricas, la escritora Sandra Becerril decidió explorar su pasado para recrearlo en El silencio de todos los muertos, la que considera que hasta el momento es su novela más personal, debido a la cercanía de la ficción con su niñez.
“Quizá la parte más personal sea un par de personajes que sí existen en la realidad y que son mis gurús, como Richard Christian Matheson, quien está como personaje en la novela y otro amigo que tuve en la escuela, en la preparatoria, pero en realidad todas las demás historias que se encuentran en el libro son ficción”, asegura.
El retrato del México de los años 80 está presente en su libro, personajes de la cotidianeidad mexicana como Jacobo Zabludovsky e, incluso, rostros internacionales son mencionados en esta atmósfera que Becerril recrea de su memoria; la escritora admite que este es un gusto por la nostalgia que impregna en su libro.
“De pronto, los niños están viendo que Jacobo Zabludovsky está cubriendo que Indira Gandhi ganó, que la Cineteca Nacional se quemó, porque ellos vivían por ahí cerca; entonces, son ciertos sucesos que vamos recordando, la historia tiene mucha investigación, para poderla aceptar en la realidad a lo que sea ficción, creo que esa es la verdadera manera de asustar al público”, puntualiza.
Inspiración de Sandra Becerril en los grandes
El escenario que parece común, de una casa con sucesos sobrenaturales, pareciera que es replicar una idea ya antes repasada en el género de terror en México, sobre todo teniendo el ejemplo de Carlos Trejo y su libro Cañitas; por lo que Sandra Becerril platica que al autor lo conoció cuando ella ya tenía cinco novelas publicadas, por lo que su trabajo está influenciado en otro tipo de escritores.
“Me vi influenciada por trabajos como Aura, de Carlos Fuentes, o algunos trabajos de Richard Matherson, como Soy leyenda, o Peter Straub, más bien apunto más hacia esa línea, incluso Pedro Páramo, de Juan Rulfo, yo crecí con esas historias y Cañitas fue cuando ya estaba más grande”, dice.
Respecto a cómo Rulfo y Fuentes estuvieron relativamente cercana a ella, revela que además de su lectura, las figuras imponentes de la literatura latinoamericana fueron parte de su vida por personas a su alrededor.
“La primera vez que me contrataron para hacer un guión cinematográfico fue Juan Carlos Rulfo (hijo), fue para un documental de terror, Será por eso, también participaron Guillermo Arriaga y Patricia Bernal. A Carlos Fuentes lo conocí por mi editor, quien era el mismo de él, se llamaba Ramón Córdoba, él falleció hace año y medio, pero fue quien me lo presentó hace 25 años”, recuerda Becerril.