Paul Muldoon, el “drogadicto de la escritura”, invita a provocar con el arte
El intelectual, poeta y maestro Paul Muldoon comparte cómo vivió la crisis sanitaria, la cual, para él, fue un periodo para seguir escribiendo; sin embargo, lamenta la catástrofe que fue para millones de personas en el mundo, pero espera que haya un resultado positivo y que se pueda ver reflejado a futuro en el arte
Hidalgo NeiraSentado en un sofá Chesterfield negro, Paul Muldoon se mimetiza con el mueble al vestir el mismo color oscuro; en silencio, el hombre pasa desapercibido entre los presentes y en su quietud ve, literalmente, pasar el tiempo.
Pareciera que el escritor está en el preámbulo de un funeral, por rendir tributo a sus amigos fallecidos, y declamar alguno de sus textos personales, como lo hace en el libro Elegías, de Trilce Ediciones, que vino a promocionar a México. La realidad es que Muldoon no está ni deprimido ni tampoco sumergido en la melancolía, solo espera tener una entrevista con Reporte Índigo.
Ese instante se rompe cuando se le invita a pasar a una mesa e iniciar el diálogo, así que se incorpora en un solo movimiento con destreza, pese a sus 71 años de edad. De pie, deja ver que es un hombre corpulento y alto, se pone la mascarilla para seguir el protocolo sanitario.
Al sentarse de nuevo, Paul Muldoon pregunta si es propio quitarse el cubrebocas, así que se lo retira y comienza la charla. El poeta y académico platica sobre cómo fue para él la pandemia y aclara que no busca ofender a nadie, pero afirma que fue un momento de bienestar para su proceso creativo.
“No me gusta decirlo, porque corro el riesgo de sonar ofensivo, porque muchas personas han muerto innecesariamente por el COVID-19, pero para mí fue muy similar el estar encerrado con mi esposa durante 18 meses, porque eso es básicamente lo que hago todos los días”, describe el intelectual.
Paul Muldoon es una persona que transita el tiempo y espacio a su gusto, además, su cabello alborotado al estilo de Albert Einstein le agrega ese guiño de personalidad despreocupada, pero lo que lo afirma la idea es que porta un reloj de pulso marca The Horse que tiene carátula de mármol blanco y solo manecillas, sin marcadores, con el cristal estrellado.
El profesor de humanidades y escritura creativa en Princeton dice que solo lo utiliza cuando necesita estar viendo la hora constantemente en las charlas que da, para no sacar su teléfono celular; entonces, pone el ejemplo haciendo el ademán: se quita el reloj de la muñeca izquierda y lo avienta a la mesa, por ello es que está roto el vidrio.
“En ese sentido, al tener tiempo, hice mucho trabajo, escribí un par de libros, hice más en de lo que me gusta en el día a día y, bueno, para los escritores, nuevamente que esto no suene inapropiado, pero es casi una ‘bendición’. Domino a mi gusto el tiempo, sin que él me domine a mí”, reflexiona Muldoon, mientras muestra el reloj roto, pero funcional.
Más allá de que el oficio de escritor sea de vivir en reclusión, Paul Muldoon piensa que los estragos de la pandemia, la guerra actual en Ucrania, o la crisis climática podrían tardarse en verse reflejados en el arte, la literatura y la poesía.
“Es inevitable que estos materiales se vean reflejados en nuestro trabajo; sin embargo, de alguna manera, no sabremos realmente cómo es que podrán influenciar; en veces, es de forma directa, por ejemplo, en un diario escribí cómo fue el encierro los primeros meses, y en cierta manera también me cuestiono con la gripe española de 1918, porque le pregunto a mis amigos ‘¿Dónde están los poemas que se hicieron en ese año?’ y creo que no podemos ver ninguno realmente”, manifiesta el poeta.
El intelectual comenta que, precisamente, haciendo cuarentena en su casa volvió a leer La tierra baldía y Ulises, de T. S. Eliot y James Joyce, respectivamente, ambos publicados en 1922, y cómo es que los dos tienen vestigios de esta pandemia a principios del siglo XX.
“Va a ser muy difícil saber cómo es que estas cosas se verán reflejadas en obras de arte, yo creo que podría ser de manera oblicua, en lugar de que sea de manera frontal”, agrega el autor.
Elegías, de Trilce Ediciones, ya se encuentra disponible en librerías, en este volumen Muldoon escribe pensamientos desde el duelo personal, recordando a amigos que ya pasaron a mejor vida, como al cantautor Leonard Cohen, el escritor Ted Hughes y el poeta Yehuda Amichai, entre otros.
“Hay que seguir provocando”
Paul Muldoon lleva décadas viviendo en Nueva York, Estados Unidos, donde ha presenciado los sucesos que mundialmente han cambiado a esta localidad y es consciente de cómo su sociedad está en una constante vorágine, caos y violencia de su día a día.
Con el reciente atentado que el escritor Salman Rushdie vivió en la Institución Chautauqua, en agosto pasado y justo en Nueva York, se le cuestiona si es que acaso los escritores, la cultura o la libertad de expresión están en peligro, así que dice que se siente preocupado por este tema, debido a que también ha estado presente en ese mismo recinto dando conferencias, pero cree que el camino a seguir es continuar alzando la voz.
“Los artistas tenemos no solo el derecho, sino la responsabilidad de reflejar nuestro sentido del mundo, tal vez no nos alineemos con los demás y sería muy triste si todos pensáramos igual, y una de las cosas que hace el arte es ser provocativo, los artistas siempre están provocando, y el arte interesante lo hace, tal vez no tan provocativo como lo ha sido Salman Rushdie para algunas personas, pero en mayor o menor medida, tenemos que seguir vivos para seguir provocando”, insiste Muldoon.
“Soy un drogadicto”; Paul Muldoon
El autor irlandés comenta que, pese a que lleve 50 años de trayectoria, escribe a lo mucho un poema al mes, ya que no es una actividad que desee estar haciendo todo el tiempo; además, de pronto se siente un poco abatido y piensa que debería, tal vez, de dejar la pluma de una vez por todas, pero de nuevo regresa la pulsión y sucumbe ante los versos.
“Es que, mira, y creo que esto es verdad para muchos artistas, el hacer arte es como una droga y yo soy un ‘drogadicto’, básicamente, vaya, ya lo he dicho antes y creo que entre más entendemos a la mente y lo que pasa cuando el arte hace esas conexiones e impacta a la mente, tal vez, sabremos más de eso más adelante, aunque creo que sabemos muy poco de momento de ese tipo de implicaciones”, describe, entre risas, Paul Muldoon.
Antes de despedirse, se cuestiona al intelectual con una metáfora acerca de la película argentina El lado oscuro del corazón (1992), de Eliseo Subiela, donde su protagonista Oliverio aspira a vivir solamente de ser poeta, pidiendo dinero en los cruceros y avenidas, recitando a Mario Benedetti, y dejar de una vez por todas su trabajo de publicista, ¿realmente es posible vivir solo de la poesía? Paul Muldoon dice sin chistar y de manera inmediata: “No”.
“No se puede vivir sólo de eso, al menos de manera directa pero sí de forma indirecta, o sea soy profesor y obtuve este puesto, pues, porque soy poeta, así que es una paradoja”, concluye el autor.
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