Pasión y disciplina devolverán la vida al teatro
Hoy no me puedo levantar y El violinista en el tejado fueron las dos obras que hicieron que las publirrelacionistas Sandra Narváez y Violeta Gaytán desearan una vida en el teatro. Las dos cuentan su historia y lo que su profesión le ha enseñado
José Pablo EspíndolaPara que una obra de teatro logre llegar al público y a los medios de comunicación el trabajo de los que se encargan de la difusión y las relaciones públicas es fundamental. A eso se dedican Sandra Narváez y Violeta Gaytán, dos mujeres que desde muy pequeñas fueron envueltas por la magia del teatro.
Gaytán, quien es la directora general de la agencia VioGG, recuerda que jamás había visto una obra de teatro profesional, hasta que por invitación de su amigo, el actor Mario Sepúlveda, fue a ver el musical Hoy no me puedo levantar, hace 15 años.
“Estaba en la tercera fila y dije ‘¿qué es esto?’ Me hizo cantar, llorar, sentir y emocionarme. No sabía que podía hacer todo esto en una butaca, yo era muy chica, tenía 16 años, y nunca había experimentado esa sensación y de ahí comencé a ver más”, cuenta Violeta.
Así, con el musical Hoy no me puedo levantar, Gaytán se enamoró, sin saber que algún día ella viviría de eso. Ahora, para la publirrelacionista de 30 años, el teatro se ha convertido en una forma de vida.
A lo mejor no estoy en las tablas, pero me especialicé en difundir las obras de teatro, porque me gustan, siento que es de las artes la más completa, ya que nunca vuelve a suceder igual, no hay un molde, a pesar de que el texto y los actores sean lo mismo”, opina.
El amor por los escenarios llegó a la vida de Sandra Narváez de la mano de la obra de El violinista en el tejado. La también exbailarina recuerda que sus papás hicieron un esfuerzo por llevarla cuando ella tenía siete años y estando en el primer nivel, en uno de los balcones, estiraba su mano para tratar de tocar el arco del violinista.
Obviamente nunca lo alcanzó, pero eso le sirvió para lograr una carrera de más de 30 años en el mundo del teatro, y de ahí pensó que ella siempre quería estar en ese medio.
“Creo que le tengo que agradecer a la vida, porque el teatro me reconforta, me anima, me mantiene y me saca de mis problemas. Ahí desbordo la pasión con la que vivo. Soy una mujer muy apasionada y entonces el teatro me permite desbordar toda mi pasión laboral en ello”, confiesa Narváez.
Para la también encargada de la difusión de eventos especiales nacionales e internacionales del Sistema de Teatros de la Ciudad de México, la sociedad debería aprender tres cosas de los teatreros: su disciplina, la capacidad de trabajo en equipo y el amor por lo que haces.
“Creo que la disciplina con la que se rige el teatro y el trabajo en equipo que se hace son base fundamental para el progreso de todo. Ahorita en pandemia, si todos trabajáramos en equipo, habrían mucho menos contagios, si todos fuéramos disciplinados con los horarios para salir a comprar, sería menos conflictivo”, opina Sandra.
Violeta considera que, a veces, dentro de la comunidad teatral se puede juzgar que no son un gremio que se ayude mucho, como pasa en otros ámbitos, porque hay aspectos que no permiten que haya una unión; sin embargo, cuando se necesita siempre sale el apoyo.
“Creo que somos como el pueblo mexicano, somos un reflejo, cuando se trata de ayudar, ayudamos. Además, somos aferrados. Ahorita con los teatros que no se abren al cien por ciento, ahí estamos, no importa si no recuperas tu dinero. Creo que es el aferrarse a lo que se tiene y a lo que le gusta a uno”, señala.
Ejemplo de ello es el nuevo proyecto de Gaytán, Te quiero hasta la Luna, obra en la que se lanza como productora en el que pareciera el peor momento para hacerlo.
“Me aferré porque es una obra que me gusta, tal vez pierda mi dinero, tal vez no, pero me gusta y yo lo único que quiero ver es algo bien hecho y que con lo que me sienta orgullosa, y que la gente lo pueda ver”, argumenta.
Porque así es hacer teatro en México, es toda una aventura, donde todos los participantes se vuelven una tripulación que se hace a la mar, sin saber si llegarán a puerto seguro.
“Para formar parte de esto necesitas mucha pasión, esta carrera creo que si no te apasiona siempre le vas a buscar un pero, ‘pero no me pagan bien’, ‘pero no voy a tener el trabajo el tiempo suficiente’. Siento que la gente con la que me he rodeado tiene esa pasión”, comenta Violeta.
Por ello, le agradece a su familia teatral el que le haya brindado la oportunidad de desahogarse y de curar cosas que no sabe cómo lo hubiera hecho sin estar en el teatro trabajando.