“Jurassic Park” es mi película favorita. La veo cada vez que tengo oportunidad. Pero algo pasó la última vez que la vi este fin de semana.
En la escena final, cuando el T. Rex ruge tras haber acabado con el par de velocirráptors que atacaban al Dr. Grant, cae una manta que dice: “Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra”. Y pensé en Mick Jagger, en Robert Smith de The Cure y en Sting.
Todos, especies en extinción.
Ya no vivimos en un planeta dominado por el rock. Los rockeros en los charts de ventas, en los playlists de la radio son minoría.
El más reciente disco de Jack White –el último de los rockstars a la antigua– no pudo vender más de 170 mil copias en su primera semana.
“Rocky Ground” es la mejor canción en “Wrecking Ball”, el más reciente disco de Bruce Springsteen, y lo es porque tiene un sutil beat de hip hop y un verso de rap de Michelle Moore. Incluso, Morrissey acaba de anunciar que dejará los escenarios en un par de años.
La “nueva” banda de rock de moda en Estados Unidos es The Black Keys, quienes tienen ya siete discos y casi 15 años de estar de gira.
El hip hop y el pop dominan lo que el mundo escucha. No queda más que aceptarlo. No hay estrellas de rock menores de 30 años que puedan competir con el triunvirato Beyoncé-Jay-Z-Kanye o el poder que mezcla pop con redes sociales de Justin Bieber y Lady Gaga.
La estrella de rock que llena estadios se está extinguiendo. No nos quedará más que contarle a nuestros hijos que hubo un tiempo en el que dinosaurios con guitarras colgando solían dominar la música. En un par de décadas solo quedarán los recuerdos fosilizados en viniles o preservados como mosquitos en ámbar.