Para: Sarah, la violencia tras las terapias de conversión
El cortometraje Para: Sarah refleja la violencia a la que es sometida la comunidad LGBT+ en México por ignorancia. Su directora Erica Salinas habla sobre cómo se inspiró para hacer esta producción audiovisual que espera ayude a que el Congreso de la Unión erradique estas prácticas que atentan contra los derechos humanos
Hidalgo NeiraPor miedo, ignorancia, o por querer encajar en la sociedad, entre otros motivos sin fundamento, es que miembros de la comunidad LGBT+ acuden o son llevados en contra de su voluntad a las terapias de conversión, también conocidas como Esfuerzos por Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género (ECOSIG). En la mayoría de las ocasiones, son realizadas por presión religiosa.
Esta fue la historia que le ocurrió de joven a Erica Salinas, en Sonora, quien, debido a su fervor religioso, pensó que esta era la salida para “cambiar” sus preferencias sexuales. Lamentablemente el grupo religioso al que pertenecía abusó de su confianza y la orilló a estas torturas físicas y psicológicas.
Años después, tomó un taller de teatro cabaret con Ana Francis Mor, integrante de Las Reinas Chulas, que estaba dirigido a lesbianas. En este curso tenían que escribir el proceso más doloroso que les había tocado vivir y Salinas aprovechó para hacer catarsis de esta experiencia traumática.
“Ni siquiera sabía que eso que a mí me había sucedido tenía un nombre, y estaba categorizado, yo recordaba que era lo más doloroso en mi vida. En aquel momento lo escribí, el proceso de cuando salí del closet con el padre, después tuve un taller de cine de guión en el Festival de Cine del Desierto, y me acordé que tenía esta historia que quería sacarla a la luz”, describe Salinas.
Así arrancó, en 2014, el proyecto que hoy es una realidad, el cortometraje Para: Sarah, en el que Salinas cuenta la violencia que vivió con el ECOSIG. Ella decidió hacer esta ficción para que más personas conozcan que este procedimiento de las terapias de conversión atenta contra los derechos humanos y debería erradicarse en México.
“No son terapias, son torturas, e investigando me di cuenta que se les llama ECOSIG. Este proceso fue de los 21 a los 26 años, lo que yo viví en la iglesia, y fue por voluntad propia, porque yo era una persona muy católica, creyente y por ende muy obediente”, revela la también activista.
Salinas decidió fundar una organización sin fines de lucro llamada Sociedad Activa, desde ahí se ha logrado focalizar la atención para que el cortometraje sea visto y obtenga proyecciones importantes, como en la FIL del Zócalo o ante la Cámara de Diputados. La idea es también llegar a la de Senadores, para ejercer presión y legislar cuanto antes la abolición de este abuso en contra de la comunidad LGBT+.
“Empezamos una campaña de recaudación de firmas para evitar este tipo de torturas a la población LGBT+, es a nivel nacional, está en la plataforma All out. Nos estamos uniendo varios colectivos, apoyados de influencers, será en redes sociales, todo esto porque el 30 de noviembre tenemos esta función en el Senado que llevará la legisladora Patricia Mercado, precisamente, para entregar estas firmas, tanto a Monreal, presidente de la JUCOPO, como a la senadora Olga Sánchez Cordero, presidenta del Senado”, revela la directora de Sociedad Activa.
Los pequeños avances que ha tenido el cortometraje y el visibilizar las ECOSIG parecen tener frutos a futuro en el Gobierno, pese a que desde la administración federal de Palacio Nacional se tenga una perspectiva de apoyo hacia las instituciones religiosas.
Respetar el Estado laico
Independientemente de que Andrés Manuel López Obrador, actual presidente de México, asegure que las “estampitas religiosas” lo protegen o haga mención de un ser supremo en sus conferencias matutinas, Erica Salinas insiste que el Estado debe prevalecer laico y velar por los ciudadanos, en este caso, para prohibir completamente las ECOSIG.
“Lo que pedimos es que se recuerde que se gobierna con base en los derechos humanos, no en creencias religiosas, y esto también es una educación para padres, madres y nosotros mismos, porque esto es una manipulación psicológica, y también llega a lo físico, existen las violaciones correctivas y enfocadas en mujeres, existe la privación de la libertad, esto es tortura, no estamos hablando de religión ni de creencias”, describe la activista.
A Salinas también le importa recalcar que ella no está en contra de ninguna religión, pese a todo, se sigue considerando una persona de fe y devota a sus creencias, pero decidió salir de este círculo vicioso de tortura cuando entendió que su familia la aceptaría tal cual es, sin necesidad de seguir en estas terapias de conversión.
“Esto no es en contra de una religión, es para evitar, precisamente, que esto suceda, al final de cuentas yo sigo creyendo; sin embargo, hay personas que no saben y en su ignorancia hacen estas cosas (…) Queremos pedirles a los senadores que se vote esta iniciativa de ley, ya está dictaminada, lo único que se necesita es que se agregue a la orden del día para que sea turnada a la Cámara de Diputados”, puntualiza.