Cuando leemos, aprendemos. Es un hecho, aprendemos sobre países o mundos que no conocemos, lugares, cosas, estilos de vida.
Y no solo eso, también experimentamos las emociones de los personajes como si fueran propios, derramamos lágrimas, se nos encoge el corazón e incluso cerramos el libro y lo dejamos para después cuando queremos reponernos de una escena contundente.
María Alesandra Pámanes