Un día común y corriente te encuentras manejando, leyendo o incluso platicando con alguien cuando, de repente, caes en la cuenta de que una canción está dando vueltas en tu cabeza sin cesar.
A este “fenómeno” musical se le llama “earworm” y la ciencia ha buscado por años la razón por la que las canciones se quedan “pegadas” (como solemos decir) en nuestra cabeza.
De hecho, para la psicología el misterio radica en que muestran esa parte de nuestra mente que no podemos coantrolar, pues la canción llega sin avisar y no se va cuando queremos que se vaya.
María Alesandra Pámanes