Es casi inevitable. Una vez que abrimos una bolsa de papas fritas, difícilmente nos limitamos a comer solo una... un deseo que parece no podemos controlar. Pero en este caso, la fuerza de voluntad no ayuda mucho.
El cerebro es uno de los grandes culpables de que arrasemos con este snack como si no hubiera mañana.
Existen tres ingredientes en las papas fritas que, al entrar en contacto con los receptores del gusto, hacen de la suyas en este órgano.
Eugenia Rodríguez