“Anda en su fase emo”, solía escucharse entre un grupo de amigos cuando uno explicaba el porqué desde hace tiempo que fulanito dejó de asistir a las reuniones sociales.
Otra manera de aludir a aquellas etiquetas que ajenos al mundo emo atribuyen a los miembros de esta subcultura: darks, depresivos, tristes, sufridos, ermitaños, victimistas, raros…
Aunque lo único cierto es que cada quien elige pertenecer al grupo con el que se sienta identificado, aquel que le permita expresar su identidad de la mejor manera posible.
Pero vistos desde un punto de vista psicológico y/o psiquiátrico, los jóvenes que se identifican con ciertas tribus urbanas representan un grupo vulnerable.
La evidencia más reciente apunta a los miembros de la llamada tribu urbana gótica. De acuerdo con un extenso estudio realizado durante tres años con más de 3 mil adolescentes de Reino Unido, los que se consideraban góticos a la edad de 15 años eran tres veces más propensos a sufrir depresión clínica y cinco veces más proclives a autolesionarse a los 18 años que las personas jóvenes que no se identifican con la subcultura gótica.
“Los adolescentes que son susceptibles a la depresión o con una tendencia a la autolesión podrían ser atraídos a la subcultura gótica que se conoce acoge a individuos marginados de todos los orígenes, incluidos los que tienen problemas de salud mental”, explicó en un comunicado la coautora del estudio, la doctora Rebecca Pearson, de la Escuela de Medicina Social y Comunitaria de la Universidad de Bristol.
“Por otra parte, el grado en que los jóvenes se identifican con la subcultura gótica puede representar el grado al que jóvenes en riesgo se sienten aislados, excluidos, o estigmatizadas por la sociedad. Estos jóvenes pueden ser atraídos por góticos con ideas afines que se enfrentan a factores de estrés similares”.
Arma de doble filo
Otro estudio de 2006 realizado con más de mil adolescentes por investigadores de la Universidad de Glasgow, en Reino Unido, en el que fueron evaluados a los 11, 13, 15 y 19 años de edad.
Se encontró, por ejemplo, que de los 15 participantes que reportaron sentirse ampliamente identificados con la cultura gótica a los 19 años, 53 por ciento se había causado daño en alguna etapa de sus vidas, y 47 por ciento dijo haber intentado suicidarse. Pero la mayoría de los jóvenes reportaba una autolesión antes, y no después de formar parte de la subcultura gótica.
Lo que sugiere un posible mecanismo de defensa para lidiar con las emociones negativas. “Puede utilizarse como una solución rápida”, señaló en un comunicado el psicólogo Robert Young, líder del estudio publicado en British Medical Journal.
“En lugar de representar un riesgo, también es posible que al pertenecer a esta subcultura los jóvenes están ganando un valioso apoyo social y emocional de sus compañeros”.
Una opinión similar tiene el periodista de música Simon Price, quien se dice ser gótico: “(el estudio de The Lancet) no reconoce los efectos positivos (de la subcultura): el uso de tu apariencia de forma catártica para exteriorizar tus sentimientos, atraer auxilio del encuentro con el arte que expresa esos sentimientos, y la pertenencia a un grupo más grande de personas que ampliamente los comparten”.