Cuando el artista Clotilde Jiménez (Honolulu, 1990) empezó a salir con su ahora esposa, ella le contó una anécdota “sobrenatural” que había sucedido durante su infancia en un pueblo mexicano de Guerrero llamado La Garra: un niño, Leopoldo, había desaparecido en el río; se creía que había sido llevado por “chaneques”, por lo que, cuando reapareció fue expulsado de su comunidad y obligado a migrar a Estados Unidos.
El artista, que se describe como afropuertorriqueño y que reside en México desde hace seis años, quedó fascinado no sólo por la curiosidad que detonan este tipo de historias, sino por el trasfondo social y político que guardaba.
“Estábamos compartiendo historias de fantasía, a ver quién tenía la más loca y ella me ganó. Me contó esto de su infancia. De hecho, ella era uno de los niños que jugaba en el río con Leopoldo. Es algo súper difícil de creer, pero desde que la escuché sabía que esa historia está llena de temas sociales muy importantes. Para mí no es una cosa de fantasía sobrenatural, sino que habla de la migración, la relación de México con Estados Unidos y España”, cuenta en entrevista con Reporte Índigo el artista que ideó con esa anécdota una pieza experimental que se exhibe en el Museo Jumex.
Se trata de La Gruta. Una ópera en dos actos, una instalación que combina elementos del teatro, video, performance y ópera para crear una narrativa en la que se explora los sistemas de opresión y colonialismo, desde la confrontación entre las creencias mesoamericanas con las católicas y europeas, hasta el desarraigo y la búsqueda de identidad en contextos hostiles al migrar de México o cualquier país del Sur a Estados Unidos.
Clotilde Jiménez y su concepto de mesofuturismo
El libreto escrito por Clotilde Jiménez incluye escenas cantadas en náhuatl para dotar de verosimilitud a la pieza, pero también para darle su lugar a los hablantes de esa lengua indígena y a los pueblos originarios de México, según el propio artista.
“Es una pieza que escribí en español y pensé: ‘¿qué idioma van a hablar los chaneques? Náhuatl’. Y seguramente hay gente que no va a entender, pero hay algunos que sí y quiero que esa gente se siente reconocida. Que sea como: ‘wow, no estaba esperando ver una obra así en mi idioma’. Es esencial para la obra porque es mexicana”, subraya.
La ópera fue escrita en español y para la parte cantada en náhuatl, contó con la colaboración de un profesor en esa lengua indígena.
El artista estadounidense, descendiente de inmigrantes puertorriqueños y formado en el Cleveland Institute of Art y en el The Slade School of Fine Art en Reino Unido, sitúa esta obra dentro del concepto “mesofuturismo”, una forma de entender el futuro a través de la lente propia de Latinoamérica, lejos del colonialismo europeo y la supremacía blanca.
“Necesitamos una lente diferente para vernos en el futuro, decir con orgullo que venimos de algún pueblo. Los puertorriqueños que han emigrado a Estados Unidos dicen en la calle: ‘Yo soy boricua, pa’ que tú lo sepas’, aunque no les preguntes nada. Como eso, podemos decir también ‘yo soy de Hidalgo, yo soy mexicano, soy del pueblo, soy indígena, mestizo’. Sentir orgullo porque hay gente que prefiere ocultar esa capa y es una cosa que no puedes ocultar”, dice.
Por eso, cuando conoció esta historia sobre Leopoldo y su encuentro con estas criaturas de la mitología náhuatl, quiso retomarla para crear esta obra multidisciplinaria.
“Desde el inicio sabía que había que hacer algo con eso. Hay magia en nuestra tierra, tal como en Puerto Rico. Pero para contar esas historias requiere de amor propio, una autoconvicción para reconocerla y contarla. Pa’que tú lo sepas”.
Una ópera que subvierte el espacio escénico
Para esta obra, que se activará en fechas y horarios específicos, el artista trabajó en colaboración con Javier Antonio Bellato, quien estuvo a cargo del diseño de sonido y la realización del video que acompaña a la instalación. Una sucesión de imágenes tomadas en un poblado en Hidalgo, con la participación de habitantes locales.
La pieza, producida para el Museo Jumex, es la primera puesta en escena de este artista cuya práctica artística es conocida por explorar las limitaciones a las que ha sido sujeto el cuerpo, como la raza, el género y la sexualidad. Aquí, su propuesta consiste también en romper con las formas tradicionales del llamado Bel canto, un arte con raíces europeas considerado todavía para las élites.
“Es muy importante para mi romper los obstáculos sociales, especialmente en un medio como la ópera, lo cual normalmente es súper europeo, que está bien, pero en 2024, quiero ver a más gente representada con dignidad y creo que la única manera de hacerlo es a través del mesofuturismo”, sostiene el artista, quien este verano exhibió en París algunos cárteles como parte de los Juegos Olímpicos en esa ciudad.
Su instalación en el Museo Jumex está acompañada de otras piezas como collages, esculturas de madera que imaginan a los “chaneques”, máscaras y otros objetos que dan cuenta del imaginario visual del pueblo que inspiró la obra.
¿Cuándo y dónde ver la obra?
- La instalación se activa con presentaciones en vivo con bailarines y una violonchelista.
- La pieza se estrenó el pasado 26 de octubre.
- Las próximas fechas de activación son: este miércoles 30 de octubre, a las 19:00 horas; 10 de noviembre, a las 12:00; el 23 y 27 de noviembre, a las 19:00 horas.
Un arte político
Clotilde Jiménez considera que cualquier arte es político, incluso aquel que no quiere serlo.
“Creo que el núcleo de cada obra es político y la decisión de tratar de quitarle eso también lo es. Y yo no quiero evitarlo en mi obra porque mi vida es política. Vivo y trabajo en el centro, ya llevo seis años en México, la gente ya me conoce y me dice: ‘Ah, aquí viene el joven caribeño o el joven moreno, negro’. Esas cosas no me ofenden porque mi raza no me ofende, que sí es una palabra que lleva significancia pero está bien, lo dicen con cariño. Y todo eso es político”, comparte.