La obra que utiliza las caricaturas para hacer una crítica social

Mierda Bonita Producciones y el Centro Cultural y Académico Teatro Casa de la Paz presentan Dibujos animados para no sentir dolor, con dramaturgia y dirección a cargo de Vera Rivas
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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Desde sus inicios, la animación ha servido para abordar temas profundos y a menudo inquietantes de manera más accesible. Durante la Segunda Guerra Mundial, Japón utilizó este medio para hablar de los kamikazes y en los años 50, las caricaturas se convirtieron en herramientas para enseñar cómo actuar en caso de ataques nucleares.

Vera Rivas, en su obra Dibujos animados para no sentir dolor, que se estrena en el Teatro Casa de la Paz, explora a la animación como un medio para enfrentar miedos y superar desafíos.

En un período de aislamiento durante la pandemia, Rivas regresó a las caricaturas de su infancia, específicamente de la década de 1990, y así revivir la nostalgia de su niñez para examinar cómo este recurso puede transformar lo oscuro y lo grotesco en algo manejable y menos temido.

“Escribí esta pieza cuando se me acabaron las series y vivía solo; me vi envuelto en un arrebato  de nostalgia, de regresar a una época más sencilla.  Me sentía atraído por caricaturas grotescas como Ren y Stimpy y Los monstruos del Canal 11, que lograron, a mi parecer, hacer de  la oscuridad, de lo monstruoso y grotesco algo cándido y asequible”, cuenta el dramaturgo y director a Reporte Índigo.

El montaje de Mierda Bonita Producciones se presenta en el Teatro Casa de la Paz con funciones los viernes a las 20:00 horas; sábado a las 19:00 horas y domingo a las 18:00 horas, hasta el 25 de agosto

Dibujos animados para no sentir dolor explora la nostalgia y pretende hacer una crítica a cómo la sátira y el humor negro en las caricaturas pueden cuestionar y reinterpretar nuestras experiencias, así como cambiar la percepción de temas sociales y políticos.

“Las caricaturas políticas, como las de Los Chamucos, facilitaron la comprensión y desensibilización hacia figuras de autoridad y temas críticos. En los años 90, la masificación de las caricaturas reflejaba un boom en la narración visual, que no solo entretenía, sino que también suavizaba y normalizaba conductas y problemas sociales.

“Cuanto mayor es la falta de respeto hacia temas serios, como los políticos o cuestiones sociales y políticas, más fácil resulta comprenderlos y perderles el miedo, tanto a las figuras de autoridad como a los temas en sí. Es crucial que nos mantengamos actualizados sobre temas sociales, políticos y religiosos, ya que la sátira y la falta de respeto ayudan a desdramatizar y ofrecer nuevas perspectivas”, señala Rivas.

¿Cómo las caricaturas ayudan a una crítica social?

La puesta en escena es un viaje surrealista a través de la adultez, utilizando figuras televisivas de la infancia para cuestionar y sacudir la apatía cotidiana. A través de seis caricaturas, la sátira y el humor negro, se invita a repensar las ideas sobre el amor, la política, el arte, el éxito y lo espiritual.

“No sé si fue específico de los 90 al 2000, pero esa fue la gran época de las caricaturas. Me encontré en Instagram con un análisis de una caricatura de Ginger que aborda temas como la depresión y el suicidio de manera que nunca había visto antes en animación.

“Creo que las caricaturas, aunque se han sofisticado con la tecnología, siguen transmitiendo las mismas narrativas que antes. Son herramientas poderosas que ofrecen una perspectiva crítica de la sociedad. La animación puede ser una gran máquina para vender y normalizar, pero también para cuestionar y desafiar”, opina.

“Vale la pena reírnos de nosotros mismos y de temas serios para perderles el miedo. Creo que la risa nos ayuda a enfrentar lo que nos aterra y a desarrollar perspectivas más críticas sobre todo”
Vera RivasActor y dramaturgo

La programación habitual de un día, tal como se presenta en la obra, recorre desde la influencia infantil de los títeres y las caricaturas hasta una crítica más profunda de las normas sociales y políticas. Asimismo, abarca temas desde la programación matutina hasta la sátira de las telenovelas y el adoctrinamiento religioso, la progresión dramática que refleja el crecimiento desde la niñez hasta la adolescencia con el porno.

“Aunque haya nuevas formas de relacionarse y estructurarse, seguimos siendo la misma sociedad. Más allá de culpabilizarnos, es esencial reírnos de lo absurdo que podemos llegar a ser. La risa nos ayuda a enfrentar el terror y desarrollar perspectivas más críticas sobre la vida”, concluye Rivas.

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