De Nueva York a México: El renacer del mural de Rivera en Bellas Artes

La exposición "Diego Rivera. Nueva vida a un mural destruido 1933/1934" en el Museo del Palacio de Bellas Artes conmemora el 90 aniversario del mural censurado y destruido en el Centro Rockefeller, mostrando su historia y más de 30 piezas relacionadas
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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En marzo de 1933 el artista  Diego Rivera inició uno de sus proyectos más polémicos de su carrera: El hombre en la encrucijada, un fresco que pintó en el vestíbulo principal del Centro Rockefeller en Nueva York. Meses después de haberlo realizado fue censurado y destruido por los mismos contratistas debido a las diferencias de ideales políticos. Posteriormente, en noviembre de 1934, en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, Rivera realizó una segunda versión adaptada que dio una nueva vida al mural destruido.

A casi 90 años de este, el Museo del Palacio de Bellas Artes propone una revisión historiográfica del proceso de creación del mural con la exposición Diego Rivera. Nueva vida a un mural destruido 1933/1934, que reúne más de 30 piezas entre las que se encuentran piezas que el muralista mexicano realizó a partir de su visita a Moscú en 1927.

En entrevista con Reporte Ìndigo, el curador Miguel Álvarez Cuevas explica que el objetivo de esta muestra es profundizar en la historia de uno de los murales más representativos de la colección permanente del museo, en el marco de su 90 aniversario, así como en la figura del artista mexicano y lo que representa en la actualidad.

“El motivo de esta exposición es por los 90 años del Palacio de Bellas Artes y de este mural. La historia que queremos contar sintetiza todo lo que hubo detrás del mural, y para entender desde otras aproximaciones la importancia de esta pieza para México”
Miguel Álvarez CuevasCurador

“Sin duda, esto es un documento histórico que refleja el espíritu de una época en donde antes de la Segunda Guerra Mundial, incluso, Rivera ya veía cómo se empezaban estas fuerzas belgas de destrucción, él ya lo presentía y tenía la utopía de que hubiera una esperanza para la humanidad y una de ellas fueron: el arte y la ciencia.

“Lo que estamos presenciando es previo a la bomba nuclear; después de este evento me parece que hay un replanteamiento sobre la tecnología, hay otra posición desde nuestra época, incluso, después de las bombas atómicas, en donde parece que estamos llevado hacía otro lugar a la ciencia, no a la construcción de una sociedad, sin clases o la equidad y justicia social, sino a la destrucción”, explica Álvarez Cuevas.

Los ideales de Rivera

El mural, que se encuentra ubicado en la segunda planta del Palacio de Bellas Artes, se puede apreciar los ideales políticos del muralista mexicano, su visión y perspectiva de lo que representaba la lucha de las clases sociales. Álvarez Cuevas agrega que es una especie de testimonio de su tiempo histórico, en el cual buscaba nuevas formas de organización social y política ante la amenaza de sistemas totalitarios.

Además de invitar a repensar acerca de la libertad de expresión ante la censura y el papel de las instituciones en la conservación del patrimonio artístico.

“Veo a Diego Rivera como un visionario, en donde nos dice `este es mi futuro y mi esperanza’. En unos momentos de la exposición podemos leer un texto en donde habla y sugiere la prefiguración del cyborg y tiene sentido. Para él, el ingeniero era el artista norteamericano, él se concebía como una máquina, lo dijo en una entrevista de Anita Brenner.

“Por lo que nos da a reflexionar de qué ha pasado después de 1934, un periodo entre guerras, la globalización y ver en dónde estamos parados en la historia. Cómo hemos recuperado ciertas esencias de lo humano, de lo que realmente necesitamos como sociedad versus la depredación de la naturaleza, el uso explotador de la mano de obra, de la tecnología. Nos da para reflexionar hacia esos alcances, releer, recuperar y profundizar sobre lo que hemos hecho como humanidad”, detalla el curador.

Para realizar este viaje por la Historia, la muestra se complementa con los primeros bocetos del mural El hombre en la encrucijada; fotografìas de Tina Modotti y Lucienne Bloch, así como documentos fílmicos, sonoros y hemerográficos, las cuales, por primera vez se reúnen en una misma exposición en las salas del museo ubicadas junto al mural El hombre controlador del universo. 

“Queremos que la gente también reflexione sobre la imagen de Diego Rivera, una figura muy  compleja y controversial de la Historia del Arte. Ahora, les podemos compartir que lo que queda en Rockefeller son documentos fotográficos, epistolares, contratos y una gran gama de publicaciones que se han hecho al respecto. Lo que queda es el momento previo a esta creación, los primeros estudios que Rivera realizó para este proyecto”, concluye Miguel Álvarez Cuevas.

Como parte de la exposición se editará un cuadernillo con textos del investigador Álvaro Vázquez Mantecón, el curador Mariano Meza Marroquín, así como de Miguel Álvarez, curador asociado del Museo del Palacio de Bellas Artes. Además, se retoma un fragmento del testimonio del diario de Lucienne Bloch, quien fue asistente de Rivera durante la realización del mural en el Centro Rockefeller

El recorrido

Inicia en Rusia con la sección Moscú: Plaza Roja (1927). Hacia una expresión artística de la lucha revolucionaria, donde se presentan piezas sobre la estancia de Diego Rivera en la Unión Soviética con motivo de la celebración del décimo aniversario de la Revolución de Octubre.

En la sección Nueva York: Centro Rockefeller (1933). Vandalización de un mural, se aborda el proceso de creación y destrucción del fresco para el cual Rivera desarrolló la temática acerca de El hombre en la encrucijada, mira con esperanza y gran visión hacia la elección de un futuro nuevo y mejor, como resultado de una convocatoria lanzada por Nelson Rockefeller en 1931 para la realización de un mural en su nuevo edificio en Nueva York. Se presentan bocetos y fotografías que muestran la obra de Rivera hasta antes de suspenderla.

La última sección, Ciudad de México: Palacio de Bellas Artes (1934). Nueva vida al mural asesinado muestra la obra recreada por Rivera en el recinto de mármol con motivo de su inauguración en 1934. A diferencia del Centro Rockefeller, el muro en Bellas Artes tendría dimensiones más reducidas; sin embargo, este muro representó la posibilidad de triunfar sobre el autoritarismo, la censura e imposición de los ideales capitalistas, a favor de la libertad de expresión.

Diego Rivera. Nueva vida a un mural destruido 1933/1934 estará abierta al público en las salas Siqueiros y Camarena del Museo del Palacio de Bellas Artes del 26 de junio al 8 de septiembre de 2024

¿Qué pasaría si no hubieran destruido El hombre en la encrucijada?

El curador  Miguel Álvarez Cuevas imagina que de no haber pasado la censura quizá Diego Rivera nunca hubiera pintado la versión que ahora se encuentra en el Palacio de Bellas Artes.

“Quizá seguiría en Nueva York, o hubiera viajado a Chicago, esto en un mundo imaginario; sin embargo, no sé si gracias a, pero la destrucción detonó la existencia de este mural que tenemos en México y que ya forma de nuestro legado y patrimonio del pueblo americano.

“Y lo digo así pues así lo entendía Rivera continentalmente. Lo podemos ver: el hombre es el técnico, el obrero, gûero, gringo, anglosajón, ruso, pero el piensa en América,  ve el potencial industrial, tecnológico y científico en Estados Unidos y desde mi interpretación está convocando a los obreros y técnicos estadounidenses a que se unan a la lucha revolucionaria socialista, es la intención, entre toda la complejidad de los personajes”, detalla.

¿Por qué Rivera pintó este mural?

En 1931, Nelson Rockefeller encargó la elaboración de tres pinturas monumentales en el vestíbulo del edificio Radio City en Nueva York. Se invitó a tres reconocidos artistas de talla internacional: Pablo Picasso, Henry Matisse y Diego Rivera, quien fue el único en aceptar la comisión. Después de mostrar los bocetos y revisar el proyecto, Rivera decidió ejecutar la obra con la técnica del fresco y utilizar una amplia variedad de colores, contrario a las condiciones establecidas por los contratistas del edificio.

El tema del mural sería El hombre en la encrucijada, mira con esperanza y gran visión hacia la elección de un futuro nuevo y mejor; sin embargo, antes de terminarla, decidió agregar el rostro de Vladimir Lenin junto a otros personajes socialistas, lo que provocó que el mural fuera censurado y finalmente destruido en 1934 por órdenes del empresario, debido a las diferencias de ideales políticos.

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