“No me da miedo la inteligencia artificial,  me entusiasma. El problema es el capitalismo”: Paula Markovitch

La directora y guionista protagoniza el ciclo Conversando con nuestros cineastas en la Cineteca Nacional. En entrevista, habla del papel de la tecnología en la producción cinematográfica y de la necesidad  de  descolonizar el cine latinoamericano
Abida Ventura Abida Ventura Publicado el
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El uso de la inteligencia artificial en la producción cinematográfica no es un problema,  la cuestión de fondo es el modelo capitalista detrás de esa tecnología, considera la cineasta y guionista Paula Markovitch (Buenos Aires, 1968).

“A mí me parece que de ninguna manera suplanta el talento humano en ninguna área. No me da miedo la presencia de la inteligencia artificial, al contrario, me entusiasma. El problema es el capitalismo, quiénes manejan las herramientas”, dice en entrevista con Reporte Índigo la realizadora que este mes será la invitada especial del ciclo Conversando con nuestros cineastas en la Cineteca Nacional.

La retrospectiva arranca este jueves 10 de agosto con la proyección de su ópera prima, El premio (2011), ganadora del Oso de Plata en la Berlinale en 2011, así como del Ariel a Mejor Película, Guión y Edición en 2013.

En medio de la incertidumbre que está generando el futuro papel de la tecnología en los procesos del séptimo arte, la  reconocida autora de guiones como Elisa antes del fin del mundo  (1997) y Temporada de patos (2004) ve en la IA una herramienta útil, que puede convertirse en una aliada, el riesgo es la ideología detrás de su programación.

El ciclo dedicado a la cineasta argentina inicia este 10 de agosto, en la sala 4 de la Cineteca Nacional. Todos los jueves de agosto, a las 18:00 horas. La entrada es libre. “En cada función habrá conversaciones, vamos a charlar del sentido del arte, del cine latinoamericano contemporáneo”, dice la directora

“Si tú no le pides a la inteligencia artificial algo interesante, no te la va a dar. Es una herramienta como lo fue en su momento la misma computadora, lo que me parece complicado es que de repente es una máquina programada con ciertas concepciones morales y políticas, está programada por personas, entonces, corremos el riesgo de creer que de verdad hubiera una voz, casi divina, que nos dice esto está bien o mal y no, son personas con nombre y apellido los que están programando y es un sistema que de alguna manera defiende los privilegios”.

“La máquina en sí es muy divertida. Está buenísimo, el problema es el neoliberalismo, la explotación; los  problemas son políticos y humanos”, añade.

La directora de películas como El premio (2011) y El actor principal (2019) ha sido siempre una tenaz defensora del trabajo creativo en el cine, principalmente el de la escritura de guiones que tiende a ser poco valorado y supeditado siempre a la dirección cinematográfica.

“Para mí el guión de cine es como en el teatro. El texto para cine, que suele recibir el apodo de guión, es una pieza literaria que se podría interpretar muchas veces, como una obra de Chéjov o Shakespeare, que lo pueda montar una compañía en México o un grupo escolar”.

“El problema del guionista no es solo que cobre más, que por supuesto estaría bueno, o que el crédito esté mejor, el problema es que es un escritor que no es considerado autor de lo que escribe y eso es una para mí un consenso equivocado”, plantea.

Explora la infancia

Nacida en Buenos Aires, en 1968, la cineasta vive en el país desde que tenía 22 años y ha sido aquí donde ha forjado  su carrera cinematográfica. Una retrospectiva de su trabajo como directora y escritora es lo que se podrá ver en este ciclo que también incluirá un espacio para hablar de su más reciente largometraje, todavía en postproducción: Ángeles (2023).

Coproducida entre México y Argentina,  la película tiene como protagonista a una niña actriz, brillante y talentosa, que vive en la periferia de Córdoba, Argentina. Una historia que, en palabras de la propia directora, tiene cierta resonancia con su primera película, El premio, donde los personajes también son niñas, a quienes siempre busca retratar como seres poderosos.

“Me he interesado mucho a lo largo de mi escritura en explorar el personaje de la niña, no como un ser ingenuo o indefenso, sino como un ser poderoso, lúcido.  Veo en nuestras niñas una gran esperanza, un poder angelical”, comenta.

Markovitch, quien asegura que una de sus motivaciones para dirigir fue el anhelo de regresar a la infancia, sostiene que retratar el mundo desde la mirada de un niño ofrece la posibilidad de descubrir las cosas de una forma diferente:

“Los niños son humanos recién llegados al planeta, tienen una saludable sorpresa y me parece muy interesante explorar esa sorpresa dramáticamente porque entonces uno hace una película que no parte del sentido común, sino que sorprende, la cámara acompaña al niño en su sorpresa y miramos el mundo por primera vez”.

Descolonizar el cine latinoamericano

Este cuarto largometraje, dice, también es parte de su constante apuesta por hacer un cine con una mirada diferente de Latinoamérica, alejada de lo que tradicionalmente se suele retratar, es decir, personajes “anémicos, vencidos, tristes”, sumidos en un entorno problemático, violento, cuando la realidad es que “los pueblos latinoamericanos son enormemente alegres porque, como la vida es tan dura, nos aferramos a la felicidad, a la fiesta momentánea”.

“Esa condición de vida me importa mucho”, añade la realizadora, quien subraya la importancia de hacer un cine descolonizado.

“Los cineastas nos sentimos orillados a confirmar una visión sobre Latinoamérica un poco colonizada, es decir, de personajes definidos por su problema y yo creo que problemas hay en todas partes, en Europa también. Creo que hay derecho a la singularidad, a ser un ser humano completo, único, inexplicable, que no se defina por sus circunstancias. Eso es lo que busco en mis obras, hacer un cine descolonizado, que no confirme la visión que se tiene, que no sea for export”
Paula MarkovitchCineasta

En Ángeles, comenta, el personaje no está definido por sus circunstancias, sino que es alguien libre, misterioso, salvaje. “En la puesta en cámara hay un trabajo con mucha libertad, buscando descubrir la plenitud de los momentos”, dice.

“Me interesa mucho explorar la alegría, no una alegría vacía, negadora de las grandes problemáticas de la vida, pero sí una que celebra la existencia porque, cuanto más difícil son las circunstancias, los humanos más nos aferramos a la momentánea felicidad”, añade.

El ciclo:

  • 10 de agosto. El premio (2011).  Dirección y Guión: Paula Markovitch. País: México-Francia-Polonia-Alemania. Duración: 1 hora y 55 minutos. Fotografía: Wojciech Staron. Música: Sergio Gurrola. Con: Paula Galinelli Herzog, Sharon Herrera, Laura Agorreca, Viviana Suraniti. Productores: Izrael Moreno, Pablo Boneu
  • 17 de agosto. El actor principal (2019). Dirección y Guión: Paula Markovitch. País: México.  Duración: 1 hora y 14 minutos.   Fotografía: Bruno Santamaría. Música: Sergio Gurrola. Con: Marcelo Cerón, Vjollca Bajraj, Antonio Vega
  • 24 de agosto. Cuadros en la oscuridad (2017).  Dirección y Guión: Paula Markovitch. País: Argentina-México-Alemania. Año: 2017. Duración: 1 hora y 20 minutos. Fotografía: Bruno Santamaría. Música: Sergio Gurrola. Con: Alvin Astorga, Maico Pradal, Paula Fernández Mubarak, Lide Uranga
  • 31 de agosto.  Presentación del libro Cacerías imaginarias, de Paula Markovitch. El volumen es descrito por la cineasta como “una especie de biografía artística”
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