¿No es saga suficiente?
Ya es una tradición que los actuales éxitos literarios en serie, dedicados a público adolescente o de "adultos jóvenes", surjan de plumas e imaginaciones femeninas desbordantes y desbordadas, que al menos en cuanto equivalentes económicos resultan colosales.
Más allá de su incierto valor literario, estas sagas suelen girar alrededor de pequeños o también jóvenes héroes, como en el caso de “Harry Potter” y, últimamente, adolescentes femeninas en luchas impactantes de fortaleza moral ("Crepúsculo", "Ciudad de hueso") o física, ("Los juegos del hambre", "Divergente").
Diana GonzálezYa es una tradición que los actuales éxitos literarios en serie, dedicados a público adolescente o de “adultos jóvenes”, surjan de plumas e imaginaciones femeninas desbordantes y desbordadas, que al menos en cuanto equivalentes económicos resultan colosales.
Más allá de su incierto valor literario, estas sagas suelen girar alrededor de pequeños o también jóvenes héroes, como en el caso de “Harry Potter” y, últimamente, adolescentes femeninas en luchas impactantes de fortaleza moral (“Crepúsculo”, “Ciudad de hueso”) o física, (“Los juegos del hambre”, “Divergente”).
Todas ellas han resultado de gran impacto para el público contemporáneo.
Y es que, como si de un acuerdo se tratara, de la magia infantil de J. K. Rowling, escritoras como Stephenie Meyer, Cassandra Clare, Suzanne Collins, y ahora Verónica Roth, se han adueñado de uno de los mercados editoriales más cuantiosos del mundo: el de los adolescentes.
Ello al tratar temas clásicos de la tradición romántica, como el amor imposible llevado a la diferencia de especies como en “Crepúsculo” y “Ciudad de hueso”, o la ruda distopía de épocas maduras (“1984”, “Farenheit 451”) trasladada a versión infantiloide de heroínas juveniles.
La fórmula o fórmulas se ha (n) presentado por binomios y la que nos ocupa actualmente es la relativa a “Los juegos del hambre” y “Divergente”.
Aspectos comparables….
La primera trilogía, novela de aventura y ciencia ficción narrada en primera persona desde la perspectiva de Katniss Everdeen, la protagonista, se publicó en septiembre del 2008.
Katniss es una adolescente de 16 años que vive en una nación postapocalíptica, en el territorio antes conocido como América del Norte.
Panem, nombre de ese mundo, está dividido en 13 distritos y un Capitolio, cuyo orden político y social se sostiene gracias a un evento anual llamado “Los juegos del hambre”. En ellos, un chico y una chica de cada distrito en edades entre 12 y 18 años, deben luchar a muerte mientras son observados por televisión nacional.
A inicios del 2012, la versión para cine estrenó con Jennifer Lawrence en el papel principal y Josh Hutcherson como su contraparte Peeta, además de un lujoso reparto de soporte que incluyó a Woody Harrelson, Liam Hemsworth y Alexander Ludwig.
Convertida en un éxito de taquilla mundial con más de 691 mil millones de dólares, la cinta reimpulsó también las ventas del libro.
“Divergente”, por su parte, también se centra en un mundo futuro y post apocalíptico, en este caso Chicago, organizado en cinco facciones que tratan de erradicar los males morales que le llevaron a la guerra: la agresividad, la ignorancia, el engaño, el egoísmo y la cobardía.
En contrapartida, esa nueva sociedad se ha agrupado en facciones surgidas de los opuestos virtuosos: Cordialidad, Erudición, Verdad, Abnegación y Osadía.
A los 16 años, cada individuo de este mundo debe elegir si permanecer en la facción de sus padres o cambiarse. Si se cambia, tiene que renunciar a su familia de manera permanente y luego ser sometido a ceremonias de iniciación en cada facción: si no las supera se queda Sin Facción, convertido en un paria.
La protagonista de “Divergente” tiene por nombre Beatrice “Tris” Prior (Shailene Woodley) y al igual que Katniss tiene 16 años y debe someterse a una prueba de aptitud para decidir si se queda en su segmento familiar (Abnegación) o se transfiere a otro.
Sin embargo, dicha decisión debe ser sometida a pruebas “mentales” mediante una droga inyectada a los jóvenes novicios. Dada la poderosa proyección en que el sujeto se ve inmerso oníricamente, los “censores” de la sociedad determinan si en efecto, el joven se queda o se despide de la facción elegida. Hay una tercera opción que, desde luego, es prohibida.
El caso de Beatrice, precisamente, la lleva a descubrir que es una “divergente”, alguien capaz de manipular sus propias alucinaciones, cuyas aptitudes podrían hacerla encajar en varias facciones a la vez: Abnegación, Osadía y Erudición.
Pero contrario a las grandes ventajas que esta situación podría generar en una sociedad fundada en virtudes, esto representa un peligro para el orden de la misma.
De esta forma, el inicio de la saga de “Divergente” se centra en las pruebas de iniciación de Beatrice, que debe competir contra otros compañeros para quedarse en la sección elegida, además de esconder su verdadera naturaleza de los perseguidores de Erudición, mientras conoce y entabla un romance con Tobias “Cuatro” Eaton (Theo James), un misterioso chico por el cual se siente atraída.
El guión fue adaptado por Evan Daugherty para la dirección de Neil Burger, con Woodley y James como la pareja principal, ambos en sus respectivos primeros roles protagónicos después de la participación de ella en la cinta “Los descendientes” (2012), y de Theo en “Underworld: El despertar”, ese mismo año.
Complementada por Ray Stevenson como Marcus Eaton, Maggie Q como Tori, Zoë Kravitz como Christina y Ansel Elgort como Caleb Prior, Kate Winslet es la única presencia rutilante para el papel de la madura antagonista, Jeannine Matthews.
Dos tramas y un resultado desalentador
Tanto “Divergente” como “Los juegos del hambre” son tramas de pura acción. Ambas exitosas obras literarias con públicos cautivos desde las primeras entregas, con historias basadas en situaciones radicales, altas dosis de violencia, tensión amorosa y protagonistas con carácter… o al menos eso se supone.
Más allá de su mayor coincidencia como historias futuristas ubicadas después de una gran guerra, a nivel de protagonistas, los comentarios no han favorecido mucho a Tris en relación con Katniss, ni a Cuatro respecto a Peeta.
Los adoradores de “Los juegos…”, señalan que en “Divergente” ni siquiera hay un triángulo amoroso, aunque las “emparejan” en cuanto al gobierno aparentemente perfecto de ambos universos, que obliga a los jóvenes a pasar por pruebas de vida o muerte.
Sin embargo, la crítica generalizada en Estados Unidos ha ido más lejos con “Divergente”, pues según Rotten Tomatoes no hay muchos entusiasmados con la superproducción protagonizada por Shailene Woodley.
Y quizá haya que unirse a esa onda perceptiva, porque “Divergente”, más allá de las similitudes con “Los juegos del hambre”, así como sus limitaciones de producción en cuanto a elenco e inclusión de estrellas, presenta situaciones y personajes esquemáticos que en realidad no responden a “situaciones extremas”, si se intenta cavar profundo.
De entrada, la propuesta de una sociedad organizada por virtudes no tendría por qué provocar el regreso a sus defectos, sobre todo si los factores antagónicos que detonan las acciones no están sólidamente construidos, como el hecho de que “los sin facción” sean el castigo para quien no encaje en el esquema de los cinco grupos.
Incluso es aún menos lógico pensar que un “divergente”, es decir, un sujeto con más de una de las virtudes que lo ubicarían en dicha sociedad, deba ser perseguido por no “sostener” las actitudes mentales que determinan a cada “clase”.
Si todas las clases son “virtuosas”, ¿qué habría de malo en conjuntar las cualidades de varias?
Pero además de la pantanosa estructura argumentativa, la presencia de Shailene Woodley en la primera entrega no destaca lo suficiente, al menos en cuanto a la proyección lograda por Jennifer Lawrence en la saga respectiva. Un factor crucial para el magnetismo y tensión de la cinta.
Su contraparte, Theo James, igualmente jamás alcanza a matizar la transición de su personaje entre el frío liderazgo y la supuesta pasión que desarrolla por la protagonista, lo que vuelve insípida su relación amorosa.
Y es que, más allá de lo “personal”, la poca lógica de este “mundo” deriva en un universo de marionetas o caricaturas, que expresado pobremente a nivel actoral, presenta una cinta débil en su impacto, tediosa en su desarrollo, y carente de apuntes originales o con algún sentido del humor.